Como la película era la última de Blanco Matriz, había muy pocos recién llegados y la mayoría eran actores veteranos que se habían prestado voluntarios para venir a hacer apariciones como invitados.
Así que Leila conocía a toda esta gente y había trabajado con muchos de ellos.
Tras la ceremonia de apertura, era inevitable ir a una cena.
Hermer Moreno, que se había dado a conocer dos años antes con una película de suspense, era ahora uno de los actores de moda en el cine.
En la ceremonia de inauguración, saludó primero a Leila:
—Hola Sr. Leila, me alegro de trabajar con usted esta vez, espero que sea amable cuando llegue el momento.
Leila sonrió, tenía unas cuantas escenas en la película en las que le abofeteaba.
—El placer es mío —dijo Leila.
La verdad es que Hermer no era un papel muy bueno, ni siquiera muy malo, y sin duda recibiría muchas críticas cuando se emitiera.
Pero quiso cambiar de estilo y le mereció la pena porque fue la última película de Blanco Matriz, con un reparto potente y con Leila como coprotagonista.
En la cena, Leila y Hermer Moreno, como actor y actriz principales, fueron los dos que más brindis recibieron, además de Blanco Matriz.
Hermer era un caballero y tomó muchas de las bebidas para Leila, pero algunas de ellas eran demasiado, así que tuvo que bebérselas ella misma.
Cuando terminó la cena, Leila estaba aturdida, pero aún sobria, y Hermer tuvo que ser ayudado por su ayudante.
De vuelta al hotel, Leila se apretó las sienes doloridas y vio una farmacia a un lado de la carretera, así que pidió a su ayudante que comprara un antídoto y también uno para Hermer.
Todo el equipo se alojaba en el mismo hotel, y ella y Hermer estaban en la planta baja.
Cuando llegó a la puerta de la habitación, Leila pasó su tarjeta para abrir la puerta mientras le decía a su ayudante:
—Lleva el antídoto a Hermer y vuelve a tu habitación a descansar.
La asistenta asintió y estaba a punto de decirle algo cuando Leila se apresuró a cerrar la puerta.
En la habitación, antes de que pudiera encender la luz, se sintió caer en un abrazo, seguido de un cálido aliento que le llegaba a la oreja.
—¿Qué Hermer? —la voz baja y magnética sonó suavemente.
Leila se despertó al instante al recordar de repente que Ismael había venido a dejarle el equipaje. Le dolía la cabeza mientras se lo explicaba:
—Hermer es un compañero de reparto, el protagonista masculino.
—¿Le conoces bien?
—No, le he conocido hoy por primera vez.
—¿Así que le diste un antídoto? —Ismael le mordisqueó el lóbulo de la oreja, con voz un poco desagradable.
Leila empujó contra su pecho con dolor, pero no pudo empujar. Ella sólo pudo responder:
—Me aguantó muchas copas en la cena de la tripulación, así que le invité a una.
—¿Cuánto bebió?
—Bastante, estaba casi sobre la mesa al final.
—¿Te preguntaba cuánto has bebido?
Leila no contestó, y siempre le pareció que Ismael sonaba un poco reprobador en ese tono. Le había prometido que bebería menos.
—Hubo algunas copas en el trabajo que no pude aplazar, no bebí mucho, bebí lo que debía y no tomé ni un sorbo de lo que no debía —dijo Leila.
—¿Cuál es la bebida debida y cuál es la bebida indebida? —volvió a decir Ismael.
La pregunta dejó perpleja a Leila.
Ahora le dolía la cabeza y estaba mareada y no quería molestarse en pensar en ello.
En la oscuridad, Leila levantó la cabeza y le besó la barbilla.
—¿Puedes dejarme ir y descansar un rato? Por favor.
Ismael no dijo nada, sólo la abrazó más fuerte.
Unos segundos después, las luces de la habitación se encendieron.
Ismael retiró la mano al mismo tiempo.
Leila se dirigió hacia el frente y se desplomó en el sofá. Ismael le preguntó:
—¿Dónde está tu antídoto?
En el baño, Leila se recogió el pelo y se desmaquilló antes de meterse en la ducha, pero de algún modo consiguió meterse en la bañera y tumbarse.
El agua caliente empapó su piel y calmó todos sus nervios.
Leila se inclinó sobre el borde de la bañera, con los ojos parpadeando un par de veces en un esfuerzo, y se quedó dormida.
Ismael esperó fuera un rato, al no oír ningún ruido de agua procedente del interior, flexionó los dedos y llamó a la puerta, pero no hubo respuesta.
Ismael desenroscó el pomo y dio unos pasos dentro para ver a Leila durmiendo en la bañera.
Se acercó y se agachó frente a ella, sonriendo sin decir palabra.
Había conectado esta agua aquí para ella de antemano y no había pensado que sería realmente útil.
Ismael le puso una toalla por encima, la levantó, la secó y la llevó de nuevo a la cama, luego fue a la maleta a por su pijama y se lo puso.
Durante todo ese tiempo, Leila no dio señales de despertarse.
Finalmente, los ojos de Ismael se posaron en su muñeca y sus dedos la frotaron suavemente.
Probablemente Leila sintió un poco de picor y se movió incómoda.
Ismael se levanta, saca la muñequera de su maleta y se la pone.
Leila durmió bien toda la noche, sobre todo después de un baño caliente, y cuando se despertó al día siguiente, se sentía completamente renovada y libre de las secuelas de la embriaguez.
Acababa de estirarse cuando se dio cuenta de que llevaba puesto el pijama.
Leila estaba segura de que anoche se había quedado dormida en la bañera.
Ismael debe haberle puesto el pijama.
Se incorporó lentamente y levantó las sábanas para salir de la cama cuando sus ojos se posaron en su muñequera.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió e Ismael dijo.
—Hice el desayuno.
Leila levantó los ojos para mirarle durante un largo instante antes de responder.
—Ya me he levantado.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...