Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1204

Doria había terminado de bañar a las niñas y las había dejado en casa de Rosarina, y acababa de regresar a su habitación cuando vio a Édgar sentado, con los ojos ligeramente adormilados, preguntándose en qué estaría pensando. Se acercó y dijo:

—¿No fuiste a buscar a Boris, y has vuelto tan pronto?

Édgar abrió los ojos y la estrechó entre sus brazos:

—¿Están dormidas las niñas?

—No, siguen jugando, supongo que también deben tener sueño.

Édgar no dijo nada, su mandíbula se apoyó en la frente de ella, y Doria, sintiendo su anormalidad, susurró:

—¿Qué pasa?

Édgar no dijo nada, y Doria, que hacía tiempo que no lo veía así, se dio cuenta de repente de algo, —¿Hay algún problema?

—¿Hay algún mensaje de… Israel Santángel?

Pasó un momento antes de que Édgar dijera.

—Quizás.

El mes pasado, la gente de Boris había visto una figura parecida a Israel Santángel en alguna ciudad costera, sólo para perderlo de vista en un mar de gente.

—Déjame acompañarte a ver— dijo Doria.

El agarre de Édgar sobre ella se tensó un poco, y Doria dijo:

—Sea él o no, deberíamos ir a ver.

Habían pasado tres años, y realmente no esperaba volver a tener noticias de Israel Santángel.

Israel Santángel era la fuente del mayor dolor en el corazón de Édgar, y no podía perdonar.

Cuando él no dijo nada, Doria supo cuál era su preocupación y giró la cabeza para decir despacio, —Zoe está sana y bien, y eso es lo mejor que me puede pasar. No me importa si está vivo o muerto, eso no tiene sentido para mí, pero no quiero que lleves la culpa de él contigo todos los días de tu vida. Así que, vamos a ver.

Pasó mucho tiempo antes de que Édgar accediera.

—Voy a darme una ducha…— Doria se levantó.

Antes de que pudiera decir nada más, la arrastraron hacia atrás.

—¿Está durmiendo con Zoe?— preguntó Édgar.

—Sí— Doria asintió y explicó, —Leila e Ismael aún no están casados y no sería correcto dejarla dormir en la misma habitación que Ismael cuando es la primera vez que se queda con nosotros….

—Acabo de ver a Leila arrastrar a Ismael a la habitación.

***

Del otro lado.

Leila lo intentó varias veces, pero no preguntó.

Ismael no tenía prisa y la observaba en silencio.

En ese momento, Leila oyó de pronto unos pasos procedentes del pasillo y se enderezó diciendo.

—No es nada realmente, o puedes salir y esperar hasta mañana…—

Fue entonces cuando su presencia fue demasiado para ella.

—Te oí por teléfono diciendo que estabas en el hospital, así que pensé en volver y ver que estabas bien, así que me fui— dijo Ismael.

Leila frunció los labios.

En ese momento, llamaron a la puerta.

—Tengo tu pijama para ti, pruébatelo y mira si puedes ponértelo— dijo Doria.

—Te dejaré para que descanses temprano— le dijo Ismael, luego abrió la puerta y se fue.

Doria miró en la dirección en que se había ido Ismael y preguntó a Leila.

—¿De qué estabais hablando?

—Nada— Leila negó con la cabeza.

—Ve a descansar entonces, yo voy a volver— Doria se puso el pijama en la mano.

—Bien.

Cuando Doria se marchó, Leila se apoyó en el panel de la puerta y se deslizó lentamente hasta sentarse en la alfombra.

Se quitó la muñequera de la mano y miró los moratones que se entrecruzaban en la zona.

Así que no sólo lo sabía, sino que la había visto entonces.

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