Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 165

-¿Y qué? -Doria levantó la cabeza y preguntó, un poco en las nubes.

-¿Le has devuelto el favor que le debes? -Édgar preguntó al pie de la letra.

-Pues a Director Santángel, parece que no...-

-¿Y cuándo vas a devolver lo que me has debido a mí? -

Doria no respondió nada.

“¡Vaya, devolver, devolver, qué mierda quieres que te devuelva! Me pediste que devolviera el dinero y ahora, el favor que te he debido. ¿Cuando puedes parar de molestarme, ey, hijo de puta?”, ella lo insultó en sus adentros.

Al notar que en los ojos bonitos mostró una rabia evidente, Édgar se dejó de causar más molestias y dijo en voz baja, -Bueno, no me importa el favor. Puedes devolverme poco a poco.

-¡Pero dime directamente lo que quieres, por favor! Si no vas a dejarme en paz, ¡puedes mostrármelo de una vez! ¿Me oyes? -Doria cerró los ojos por un rato y estalló de furia.

-Que no -Édgar dijo-. Sabes que soy un negociante y los negociantes siempre pescamos con una caña de pescar más larga en vez de lanzar los cebos de una vez.

-Entonces, señor pescador, ¿qué quieres obtener de mí?

Édgar arqueó los labios naturalmente y dirigió la mano hacia el pecho de ella.

Doria se sorprendió.

Inconscientemente, tapó su pecho con las manos.

De verdad, los baratos siempre tenían ideas sucias.

Al notar lo que estaba pensando, se movió la sien y volvió a poner el dedo en el lomo de su mano. Bajó los ojos y dijo, -Doria, esta pertenecerá de mí.

Doria juntó las cejas y sacó su dedo. Toda la cara mostró que lo rechazaba y detestaba.

-Oye, puede ser que no te he dicho claramente. Tú y yo ya no nos hace falta tener trato. Y yo, no quiero verte más. Si crees que todavía te debo algún favor, déjame saberlo y voy a hacer todo posible para cumplirlo -dijo.

-Doria, que no te equivoques. No puedes comenzar ni terminar cualquier cosa cuando quieras.

Ella se quedó sin palabras, un poco en las nubes.

-Vengo a verte mañana -Édgar abrió la puerta a ver fuera y luego se dirigió hacia ella.

En seguida, salió directamente de grandes pasos sin que Doria respondiera.

Después de haberse ido, por fin, las tres personas que había esperado fuera se puso un poco relajadas. Miraron a Doria quedarse sin movimiento como si todavía estuviera sorprendida.

Claudia dejó a las dos chicas parar de trabajar y luego se acercó a Doria.

-Doria, ¿qué ha dicho ese barato? ¿Que...que va a venir otra vez mañana?

-Puede ser que no -Doria sintió salto en los párpados volvió la cabeza respondiendo.

“¿Qué le ha pasado a ese barato esta noche? Había dicho las cosas raras y dado tantas molestias a Doria aunque terminó yéndose -Claudia pensaba-. De verdad es un hijo de puta.”

-Tranquila. No estaremos aquí mañana. Déjalo venir por la puerta cerrada.

Doria no pudo divertirse con este consuelo. Levantó la mano para ver el lomo. Luego frunció las cejas con fuerza.

“¿Qué significa eso? ¿Acaso ese barato es tan mal que piensa romper el retro de mi vida de oficio con la mano de mí misma?”, ella tardó mucho en entender ese comportamiento, pero no logró.

Se sintió más enojada pensándolo.

Al mismo tiempo, Claudia seguía pensando la fiesta de mañana.

Realmente, esta fiesta que estaba preparando podría ser una cita verdadero para Doria en vez de para que se reunieran los compañeros de la universidad.

Una mayoría de los hombres que vendrían eran solteros y de buena calidad. En comparación con ellos, Édgar, ese barato, era tan rico pero tenía genio y carácter de mierda.

-Ahora todavía tenemos tiempo. Vamos a la barbería y luego comprémonos varias ropas preciosas para vestirnos bien -Claudia llevó a Doria, que seguía extraña.

-Por qué me visto -Doria no lo entendió.

-La fiesta de los compañeros de la universidad de mañana. No puedes presentarte así sin vestirte bien.

La tiró Claudia sin que ella rechazara todo.

-A ella, esta permanente, por favor -en la barbería, Claudia mostró un peinado al peluquero con el móvil y luego dijo a Doria-. Esta de ondas de olas es de modo moderno según el Internet. A cualquier chica pueda sentarle bien y a ti, mejor.

-A ti también, lo hagamos juntas -Doria hizo a Claudia a sentarse a su lado.

-No, a mi no, no me hace falta -Claudia lo rechazó agitando las manos.

-A ella también, esta permanente, por favor -Doria también pidió al peluquero que estaba detrás.

Después de un buen tiempo en la barbería, las permanentes se habían terminado. Claudia se acercó y bajó la revista con la que antes había tapado la cara.

-Vaya, qué hermosa eres. Seguro que mañana los hombres se van a fijar los ojos en ti -dijo en voz baja.

-¿Qué? -no la escuchó bien.

-Uy, ¿por qué te has cortado el pelo tan corto? -al mismo tiempo, volvió la cabeza a mirar a Claudia y se puso un poco sorprendida.

Claudia levantó las cejas orgullosamente y tiró el pelo que acababa a cortarse hasta el cuello.

-¿Qué te parece? ¿Me sienta bien este pelo? De hecho, pensaba cortarlo antes pero me falta valor. Ahora estoy aquí perfectamente.

-Muy bonito -Doria asintió con la cabeza y dijo.

Después de salir de la barbería, Claudia llevó a Doria al mercado. Compró muchas faldas que totalmente podían mostrar el cuerpo.

Desde que había estado embarazada, Doria siempre se vestía de ropas gordas. Ahora iba a cambiar el estilo antiguo. Tardó en adaptarse.

-Pero no hace falta vestirnos así para la fiesta de los compañeros de la universidad.

-¿Por qué no? Oye, Doria, deberías vestirte bien aunque no tuvieras que presentarte a la fiesta. Que no malgastes la apariencia preciosa que tienes.

-Díos mío, eres una celebridad, ¿verdad? Que tienes la cara conocida -la vendedora que estaba al lado dijo sorprendida.

-Las personas que son guapas suelen tener vivos retratos -Claudia rio.

-Vaya, eres muy elegante y hermosa como las estrellas. Y también tienes figura esbelta -la vendedora la envidió.

-Mira que tengo razón. Las guapas tienen que verse por todos -Claudia le dio un codazo a Doria.

Ella se quedó sin palabras.

-Luego voy a abandonar las ropas antiguas tuyas. ¿Todavía te acuerdas de los días en que trabajabas en SG? Muchos me habían preguntado si creías que los chicos aquí eran tan feos que no te gustaban. Oye, eres tan joven y sólo tienes un poco más de 20 años. ¿Pero por qué...?

-Envuélvemelas, por favor -Doria no quiso que siguiera preguntándola y la interrumpió pasando las ropas a la vendedora.

De regreso, miraron hacia la puerta de la tienda que estaba acerca. El colchón que se usó para evitar el choque cuando se trasladaron ya desapareció. Y en su alrededor se quedaba muy limpiado.

-¿Se ha quedado el vecino? ¿Vamos a saludarlo? -Claudia preguntó.

-No, hasta que nos encontremos con él -Doria dijo.

-Eso sí. Si lo saludamos ahora, puede ser que recibamos caras embarazosas.

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