Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 262

—En cuanto a Stefano, supongo que se reunirá con sus padres. La persona que vendrá debería ser Édgar —Claudia seguía ayudándole a analizar ese asunto.

Doria sintió un dolor de la cabeza.

No fue primera vez que ese gilipollas vino por su capricho sin invitación alguna.

—Seguimos a comer —Doria dio un suspiro.

Como los dos día en el estudio no hubo muchos trabajos, Doria les dio a sus empleados vacaciones un día antes. Les dejó volver a casa y celebrar la Nochebuena.

Cuando compró comidas y regalos de Navidad en hipermercado, le sorprendió a Doria mucho que se encontrara con una conocida.

—¿Por qué vas a compras una sola? —Amaya Gaona apoyaba a un hombre gordo de edad mediana. Cuando vio a Doria, también estaba sorprendida pero en seguido frunció el ceño.

—¿Acaso soy de media persona? —Doria sonría levemente.

Si fue media persona, fue tan horrorosa.

—No es ese significativo. Quise preguntar por qué el Señor Édgar no fue contigo? —Amaya cambió su cara.

—¿Por qué debe ir conmigo?

—Porque él está persiguiéndote ahora.

Doria estaba callada.

En ese momento, el hombre de edad mediana que estaba al lado de Amaya le preguntó, —Amaya, ¿quién es esta señora?

—Es ex-esposa del Señor Édgar. Ahora está muy famosa en Internet.

—Supongo que el Señor Édgar tuvo mucha suerte de tener a usted como esposa —ese hombre fijaba su mirada unos segundos en la figura de Doria, y le dijo.

De repente, alguien le llamó. Ese hombre frunció los ceños y en los ojos aparecieron un poco disgusto.

—Voy a coger una llamada, perdóname.

—Bien —Amaya retiró su mano del brazo y le contestó cariñosamente.

—Inesperada. Lo que usaste muchos trucos para casarse con él produjo muchos odios de él a ti. Ahora se divorciáis por fin, pero bruscamente cambió su pensamiento y emociones a ti —después de salir el hombre, Amaya volvió a mirar a Doria y rio con desdén.

—Quizás se deba al cambio de mi suerte.

—Sin embargo, no estés tan orgullosa ni contenta. Todas nosotras conocemos bien al Señor Édgar, cuyos gustos cambian con frecuencia. A pesar de casarse contigo, también se divorció contigo. Si bien ahora bruscamente decide perseguirte, nadie sabe cuándo su interés desaparezca. Te aconsejo que no estés tan orgullosa sin recordar quien eres —Amaya le dijo con desdén.

—Muchas gracias por tu advertencia —Doria le respondió con frialdad.

—Pero, también quiero aconsejarte que no rompas las familias de otros. Si frecuentemente haces cosas malas, seguramente llegará el día que te castigues —Doria miró al hombre que estaba llamando el móvil y le dijo.

—Meramente sacamos los que necesitamos respectivamente. Si bien en ese momento no sea yo que está al lado de él, también hay otra mujer. ¿Acaso crees que esos hombres ricos pueden soportar la soledad? No puede nadie. Todos ellos tienen sus propias amantes. Por lo demás, un refrán dice que las comidas más deliciosas son las de los demás.

En cuanto a lo que le dijo, a Amaya no le importaba nada. Le dijo con brazos cruzados ante su pecho.

Doria rio levemente y no le respondió nada.

Las palabras de Amaya fueron realmente razonables.

Efectivamente, todos los hombres del mundo fueron iguales.

—Entonces, buena suerte —Doria no estaba dispuesta a hablar más con Amaya y le despidió.

Amaya miró la espalda de Doria llenándose de envidias y odios.

Originalmente Amaya fue modela de Grupo Santángel, por eso, tuvo futuros prósperos. Pero, después de ser despedida por Grupo Santángel, ninguna compañía se atrevía a contratar con ella. En esta situación, Amaya se vio obligada a desempeñar juegos de las telenovelas pequeñas y en línea.

En resumen, la carrera laboral de Amaya cayó al abismo.

Ni siquiera tenía que apoyar a ese tipo de hombre para sobrevivir.

Pero Doria, después de ocurrir tantos, volvió a estar con Édgar.

Después de que se fue Claudia, Doria estaba de pie jugando su móvil por el aburrimiento. En ese entonces, un Mercedes-Benz negro se paró enfrente a ella y abrió en seguida la ventanilla.

—Señorita Doria, ¿puedo ayudarle?

—Muchas gracias. Pero ahora estoy esperando a mi amiga.

Doria levantó su mirada y reconoció que en el coche se quedaba Gonzalo Cotilla.

En ese momento, la ventanilla posterior también abrió. Apareció una niña de unos ocho años, y estaba al su lado un niño de unos diez años.

Doria recordó que Candela Duarte le había dicho que Gonzalo tenía la custodia de los hijos después de divorciarse.

—Hermanita, ¡qué guapa eres! —la niña miró fijamente a Doria.

—Muchas gracias —Doria le sonrió.

Al decir, sacó unos caramelos de la bolsa que acabó de comprar.

La niña miró a su padre y sonrió recibiéndolos después de obtener su permiso.

Pasó un rato, había un coche detrás tocando la bocina para apresurarle. Gonzalo le dijo, —Entonces, voy a salir y nos despedimos. Adiós.

Doria asintió con la cabeza levemente para responderle cortésmente.

—Doria, ¿con quién hablas antes? —después de salir Gonzalo, el coche de Claudia se paró enfrente a Doria y le preguntó.

—Un hombre al que Candela Duarte llevó antes a nuestra tienda y me dijo que quería recomendárseme —Doria le contestó.

—¿Hay alguna avería en su mente? —Claudia dijo enfadada.

Doria sonrió callada y puso los artículos en el coche.

Las miradas de Gonzalo efectivamente le hicieron muy molesta al verse la vez anterior, pero hoy ella creía que él parecía que ser un padre bueno.

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