Después de que Doria se durmió de nuevo, parecía estar más mareada.
Se palmeó la cabeza, se cambió de ropa y se levantó de la cama.
En el salón, Claudia estaba ya lista para irse y le dijo, —Doria, ¿quieres comer algo? ¿O salimos directamente a comer fuera?
Doria dijo, —Me apetece algo picante, vamos a comer puchero después de ver la película.
—Perfecto, justo me lo echaba de menos.
—Espera, me lavo la cara y nos vamos.
Por la tarde, el cine estaba lleno de gente.
Doria acababa de comprar las entradas y vio a Claudia abrazando tres botellas de Coca-Cola.
—¿Por qué compras tanto? Si Ismael no viene.
Claudia se rio a secas, —Tengo un poco de sed, necesito más de una botella.
—Bebiendo tanto, ten cuidado que no vas a poder con el puchero.
—No te preocupes, aún quedan unas horas. Además, se echa todo yendo al baño —Claudia miró la hora y dijo—. Vamos, que va a empezar la película.
Doria asintió, —Está bien.
Cuando llegaron a la sala de proyecciones, antes de que Doria tuviera tiempo de sentarse, Claudia la detuvo diciendo, —Esto... Doria, el hombre que tengo delante es demasiado alto, me tapa todo. Puedes sentarte en esta posición de fuera y yo me sentaré para dentro.
—Vale.
Después de que Doria se sentó, miró a su alrededor y vio que, excepto el asiento de su derecha, toda la sala estaba llena y estaba el ambiente muy animado.
En nada, las luces del auditorio se apagaron y se comenzaron a reproducir tráileres de otras películas en la pantalla del cine.
Pronto, la película empezó oficialmente.
Doria tomó un sorbo de Coca-Cola y la dejó a un lado, justo cuando trataba de retirar la mano, se chocó accidentalmente con algo.
Sin saber cuándo, el asiento que estaba vacío fue ocupado en este momento.
Doria levantó la vista inconscientemente y luego se quedó inmóvil.
Édgar la miró a los ojos y habló con una voz muy baja, —¿Qué haces mirándome? Mira a la película.
Doria no sabía qué decir.
Doria retiró la mirada y volvió a mirar a Claudia.
Vaya, ya decía que el comportamiento de Claudia era un poco extraño.
Resultó había planificado algo a oscuras.
Claudia pareció sentir su mirada y no se atrevió a mirarla, por lo que solo pudo tomar un sorbo de Coca-Cola, fingiendo que no había pasado nada.
Doria respiró hondo y volvió a mirar la pantalla frontal.
“No importa.”
De todos modos, como el gilipollas no actuó en exceso, ella lo trató como un desconocido y vio la película con normalidad.
Las dos horas pasaron volando y después de que terminó la película, los espectadores se fueron gradualmente.
Claudia se cubrió la tripa diciendo, —Doria, tengo muchas ganas de ir al baño, me voy primero. Te espero fuera...
Claudia se quería escapar poniendo una excusa, pero fue atrapada por Doria.
Doria sonrió levemente diciendo, —Vamos juntas.
Édgar se quedó en su asiento con sus delgados dedos entrelazados y dijo, —Si salís ahora, tendrías que esperar al menos diez minutos.
Doria dijo, —Entonces, vayamos al centro comercial que está al lado, si el señor Édgar...
“Si no tienes nada que hacer, puedes irte primero.”
Antes de que ella terminara de hablar, Édgar se levantó y dijo, —Sígueme.
***
Después de salir del baño, Claudia dijo mientras se lavaba las manos, —No esperaba que el Grupo Santángel también estuviera en el área del cine, tengo mucha curiosidad de qué tipo de industria no estaría involucrado el Grupo Santángel.
Dicho esto, cogió a Claudia y se fue corriendo.
Édgar se quedó sin voz.
Sus ojos oscuros se entrecerraron peligrosamente.
“Por mucho que corras, no te escaparás de mis manos.”
Después de salir del cine, ya era hora de comer.
Delante de todos los restaurantes de puchero había mucha fila.
Afortunadamente, Claudia concertó una cita con antelación y entró directamente.
Claudia dijo mientras miraba el menú, —¿Llamaste a Ismael?
Doria dijo, —Le envié un mensaje cuando salí y me dijo que estaba comiendo con sus compañeros, así que no nos preocupemos por él.
Claudia suspiró, —Parece que Ismael se hace mayor y tiene sus secretos.
Al escuchar esto, Doria frunció los labios y no dijo nada.
De hecho, mientras no fuera algo peligroso, Doria no se preocuparía por él.
Además, era obvio que Ismael no quería decirle nada y si ella preguntara demasiado, resultaría molesto.
De modo que, lo dejaba así de momento.
En ese momento, el camarero se acercó para peguntar, —¿Sois dos?
—Sí...
—Tres.
La voz indiferente del hombre vino de atrás.
¡El gilipollas la siguió hasta aquí!
Édgar se sentó a su lado y cogió el menú del camarero con calma.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...