Doria se rio a secas y dijo,
—No, yo solo... me mudaré a otro lugar, no viviré con él.
Ismael obviamente no la creyó mucho.
Doria tosió para disimular y siguió diciendo,
—Te lo digo especialmente para que no vayas allí, que no vas a ver a nadie.
—Entendido —Ismael dijo de nuevo—. Entonces, ¿cuál es tu nueva dirección?
Doria engañó con una cara seria,
—Todavía no estoy segura, te lo diré después de que me mude.
—¿Cuándo te mudarás?
—Quizá... en unos días. No te preocupes, céntrate en tus estudios y me buscaré una empresa de mudanzas —Doria añadió para que fuera más fiable—. Además, está Édgar.
—Bueno, cuando te mudes dime... Nada, creo que no iré.
Los labios de Doria se crisparon, porque sabía lo que estaba pensando Ismael. Pero la venía bien, así evitaba el caso de que la viniera a buscar repentinamente y ella no tendría excusas para mentirle.
Ismael parecía tener algo pendiente y se fue al cabo de un rato.
Cuando Doria estaba a punto de dibujar el diseño, el teléfono del escritorio vibró.
Era un mensaje de Leila Alguacil, preguntándole si estaba ocupada y si tenía tiempo para cenar juntas.
Doria sintió que últimamente Édgar era demasiado engorroso, ni siquiera iba a la empresa y ella estaba pensando en cómo deshacerse de él, por lo que aceptó de inmediato.
Doria le envió rápidamente otro mensaje a Édgar, diciéndole que tenía una cita esta noche y que no viniera a recogerla.
Édgar respondió: Estás bastante ocupada.
Al ver que el gilipollas estaba disgustado, Doria no aguantó su risa, colgó el teléfono y empezó a trabajar.
Por la noche, Doria se levantó para relajarse un poco, guardó el móvil en el bolsillo y salió de la oficina.
Leila ya había venido a la tienda y estaba sentada en el sofá leyendo una revista.
Doria se acercó y preguntó,
—¿Has estado mucho tiempo esperando?
Al escuchar su voz, Leila dejó la revista y dijo,
—No, acabo de llegar. Como se ha terminado el rodaje con antelación y no tenía nada que hacer, me he venido primero.
Luego, Leila susurró,
—Acabo de oír a las chicas de la tienda decían que el señor Édgar viene a recogerte todos los días. Si sabe que te he secuestrado hoy, ¿se enfadaría conmigo?
Doria sonrió y dijo,
—¿Qué estás pensando? Le he avisado que ya he quedado y que no me venga a buscar.
—Creo que el señor Édgar no es el tipo de persona que te haría...
Efectivamente, la figura de Édgar apareció en la puerta cuando Leila terminó de hablar y éste dijo con indiferencia,
—¿Qué tipo de persona?
Leila entró de inmediato en el estado comercial y dijo con seriedad,
—Señor Édgar, por supuesto no es una persona... deshonesta, si ha dicho que vendría a recogerte, cumplirá con sus palabras.
Doria y Édgar guardaron silencio ante su explicación.
Leila preguntó tentativamente,
—Entonces... Me marcho primero y no os molesto, ¿vale?
Leila iba a salir pitando cuando Édgar la detuvo,
—Quieta.
Ella se quedó quieta de inmediato.
Édgar se dio la vuelta, miró a Doria y dijo lentamente,
—Algo ha pasado en la empresa y tengo que ir ahora. Puede que no vuelva por la noche, así que no me esperes.
Doria admitió indiferentemente, pero en su interior se moría de alegría, porque su cuerpo ya estaba más que destrozada en estos días.
Édgar la abrazó de la cintura y tan pronto como iba a besarla, vio que Leila los estaba mirando sigilosamente.
Doria lo apartó directamente y tosió disimuladamente,
—Vale, vale, ya entiendo.
«Mira lo que dice este gilipollas, realmente lo trata como si fuera su casa».
—No lo sé, lo tiene que decidir él mismo.
Leila asintió con la cabeza,
—Le preguntaré en estos dos días cuando tenga un rato.
Al escuchar esto, Doria captó repentinamente la información clave y preguntó tentativamente,
—Últimamente, ¿Ismael y tú os veis a menudo?
—Sí, además de las figuraciones, nos visita de vez en cuando en el rodaje y nos vemos casi todos los días.
Doria se tocó las cejas y una idea comenzó a brotar en su mente.
Leila tomó un sorbo de bebida y exclamó,
—Hay muchas chicas que están por él, si yo tuviera unos años menos, también me gustaría.
Doria tosió y no aguantó la pregunta,
—Ahora... ¿no te gusta?
Al escuchar lo que dijo, Leila se ahogó y dijo tras una pausa,
—¿Ahora? Ya tengo veintiséis y tu hermano sólo tiene dieciocho años, sería demasiado sinvergüenza que estuviera por alguien de su edad.
Doria agregó sigilosamente,
—Diecinueve.
Ella volvió a aumentar por adelantado su edad,
—Tiene casi veinte años.
Después de una pausa, Doria continuó,
—Parece muy popular hoy en día tener un novio más joven y tierno, que te adora con la mirada de un perrito.
Leila pensó por un momento y sonrió diciendo,
—Tu hermano debería ser un lobo.
Pronto, las dos fueron charlando de otros temas.
Obviamente, Leila no se tomó este asunto en serio, sino que lo contó como un chiste a Doria.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...