La hipótesis de Doria era cierta, todas las damas de la Ciudad Sur que habían sido invitadas como jueces, incluida Briana y Mónica, dieron a Doria la puntuación más baja.
Los otros jueces profesionales se miraron mutuamente y no dijeron nada.
Después de todo, estas personas venían de familias poderosas y nadie les iba a causar problemas por este pequeño asunto.
Una vez que terminaron de puntuar, el personal hizo que se retirasen de manera ordenada.
Antes de irse, Mónica miró a los otros dos jueces, quienes asintieron sigilosamente.
Ella retrajo la mirada con satisfacción.
«Si esta zorra puede ganar el campeonato, ¡me llamo Pepita!».
A un lado, Briana observó sus pequeños movimientos y una sonrisa de desprecio apareció en su rostro, porque ya parecía obvia la campeona.
Después de salir de la sala de conferencias, Briana ya no quería quedarse más, así que se fue.
Tan pronto como se subió al coche, el asistente de Rivera la llamó y susurró:
—Señorita Briana, el señor Rivera quiere que venga a la empresa.
Briana estaba un poco impaciente y preguntó:
—¿Qué pasa?
El asistente no dijo mucho y colgó el teléfono precipitadamente.
Briana miró el teléfono con el ceño fruncido y le dijo al conductor:
—Vamos a la empresa.
—Sí.
Después de entrar a la empresa, Briana escuchó a muchos empleados discutir algo en privado. Pero después de verla, desviaron la mirada y se dispersaron en silencio.
Al ver esto, Briana frunció más el ceño, detuvo a un empleado casualmente y le preguntó disgustada:
—¿De qué están hablando?
El personal respondió dudando:
—Esto... esto... El señor Rivera no nos deja decirlo.
—¿Ni siquiera a mí?
—Yo... Señorita Briana, vaya a ver al señor Rivera y lo sabrá.
Briana contuvo su ira y subió por ascensor hasta la oficina de Rivera.
Después tocar la puerta afuera, Briana abrió la puerta directamente.
—Papá, ¿qué ha pasado? Yo...
Antes de que Briana terminara de hablar, vio la cara sonriente de un hombre.
No era una persona desconocida para ella.
Eliseo Mastache saludó a Briana con la mano:
—Hace mucho tiempo que no te veo, señorita Briana.
Briana se burló:
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Bueno, estoy aquí en nombre de mi cliente.
Dicho esto, él sacó una pila de archivos de datos de su maletín.
Briana habló fríamente:
—Habrás venido por Doria, ¿qué diablos quiere hacer?
—Señorita Briana, habrías tenido un malentendido, estoy aquí por una razón ajena a ella —Eliseo curvó los labios—. Pero sigo interesado sobre el problema entre la señorita Briana y ella, ¿podemos hablarlo en privado cuando sea la ocasión?
—Tú...
Rivera se acercó a él y se sentó enfrente suyo. Cogió la tetera, le sirvió café en la taza y dijo:
—Has estado tanto tiempo fuera, debes acompañar más tiempo a tus padres. Y sales a trabajar tan pronto, ¿tus padres están de acuerdo?
—Ya sabes que no puedo estar ocioso, cuando esté libre voy a beber y divertirme con la gente. En cambio, mis padres prefieren que trabaje duro.
Rivera tomó un sorbo del café frente a él y dijo:
—El trabajo es algo bueno, pero eres el único hijo de tus padres. Cuando ya has jugado lo suficiente, debería pensar en cómo administrar la empresa.
—No te preocupes por esto, mi padre todavía es fuerte y puedo jugar unos años más.
—Vi a tu papá el mes pasado, de hecho, está bien de salud. No obstante, hay algunas cosas que se necesita planificar con anticipación, de lo contrario, será demasiado tarde cuando se acabe el tiempo.
—Tienes razón, lo tendré en cuenta.
—Después de que te hagan cargo de la empresa, tu padre y yo tendremos más tiempo para salir a tomar el café. En el futuro, la empresa tendrá que depender de los jóvenes como vosotros y nosotros ya nos retiramos.
Eliseo vio que Rivera empezaba a persuadir por el punto sentimental, pero seguía manteniendo su sonrisa cortés y dijo:
—Exageras, aún eres muy joven para planificar todo esto.
—Sólo tengo una hija, Briana. Algunas cosas hay que tenerlas en cuenta de antemano, de lo contrario...
Eliseo dijo sorprendido:
—Hablando de esto, tengo mucha curiosidad por una cosa. Escuché a la gente decir que la señorita Doria también es tu hija. ¿Qué está pasando?
El rostro de Rivera se congeló, supo que se apartó del tema intencionalmente, dejó la taza de café y dijo:
—Es solo un accidente hace muchos años, no tiene importancia.
—¿Un accidente? ¡Qué suerte tiene por tener una hija tan grande en un abrir y cerrar de ojos! No solo eso, puede que en breve tengas a Édgar como yerno.
Cuando bajó la voz de Eliseo, la oficina volvió a quedarse en silencio y la atmósfera era extremadamente extraña.
Tanto Rivera como Briana mostraban mala cara.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...