Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 385

Claudia permaneció sentada sin moverse del sofá durante un largo rato.

Daniel se puso delante de ella y por un momento se preguntó si se había quedada dormida.

—¿Por qué no dejas lo que tienes agarrado en la mano? Da bastante miedo —dijo Daniel.

Ante sus palabras, Claudia agarró el bate de béisbol con más fuerza.

Daniel tosió ligeramente y retrocedió de nuevo.

Pasó un tiempo de silencio, y Claudia dijo:

—¿Te refieres a Rivera cuando dijiste enemigo común?

Daniel asintió.

—Y la relación entre tú y Briana... —preguntó Claudia.

—Es falso, tengo mis intenciones de acercarme a ella, y ella lo sabe todo, pero también me está utilizando —dijo Daniel con ligereza.

Después de un momento, Claudia añadió:

—¿Es falso?, ¿cómo la de nosotros?

—No —Daniel dijo—. Lo hacemos por ser justos, no es igual.

Claudia asintió.

Tras esperar unos minutos más, Daniel preguntó:

—¿Cómo piensas?

—¿Estás seguro de que no le harán daño a Doria si colaboro contigo? —dijo Claudia.

—Al menos no pueden sacar nada de mí para chantajearla, si van por otras vías, encontraré la manera de solucionarlo.

Claudia frunció el ceño.

—¿Quién demonios eres tú?, o debería decir, ¿cuál es exactamente tu motivo de estar aquí?

Daniel se rio.

—Te lo diré cuando termine todo.

***

Doria notó algo raro y deprimente cuando regresó a la familia Collazo, todos los sirvientes rehuían de ella, como lo que pasó el primer día que vino aquí ella.

Cuando llegó al salón, un sirviente se acercó y le dijo:

—Señora Doria, el presidente Rivera quiere que vayas a su despacho cuando regreses.

Al terminar de decir esto, se fue rápidamente sin importar lo que Doria respondía.

Doria se quedó parada unos segundos y se dirigió al despacho de Rivera.

Llamó a la puerta y dijo ligeramente:

—Presidente Rivera, ¿me llamó para algo?

Rivera levantó la vista de los documentos que tenía delante:

—Siéntate.

Doria se acercó y se sentó delante suyo.

Rivera le pasó un documento, Doria vio que era una acusación contra Briana Collazo.

Ella sonrió.

—¿Qué es?

Rivera no contestó a la pregunta, sino que se limitó a decir:

—Sé que tú y Briana no os lleváis bien por el asunto de Édgar, pero es un asunto interno de la familia Collazo, no hace falta sacarlo al público.

—No entiendo lo que me quieres transmitir, presidente Rivera, yo no soy el demandante de esta acusación, ¿qué tiene que ver conmigo?

—Pero el origen de este asunto eres tú. Sólo cuando llegue el momento que tienes que presentarte, y aclaras que no es cierto, entonces esta acusación no significará nada.

Doria entendió lo que quería decir. Rivera podía resolver lo de Selena Berganza fácilmente, pero ahora Briana estaba involucrada en este caso.

Rivera sabía cuántos ojos los estaban observando, no se atrevió a correr el riesgo, por eso, pidió a Doria que negase públicamente lo que Selena había dicho en la acusación.

Y una vez que Doria lo negase, significaría que lo que dijo Selena era falso, y con un poco de trampa, Rivera podría convertirlo en un chantaje autodirigido por Selena.

Rivera tenía un truco bastante bueno.

—Antes ya te pregunté si todo lo que hizo la señorita Briana era algo que podía ser expuesto al público. Además, siempre pensé que yo era víctima de este incidente y nunca obtuve una disculpa que merecía, y ahora, ¿por qué debería defenderle? —dijo Doria.

—Podemos arreglar todo en privado, y como ahora eres parte de la familia Collazo, tienes la responsabilidad de mantener la reputación de la familia —dijo Rivera.

—Presidente Rivera, esto es exagerar el caso, aunque ahora estoy viviendo en la familia Collazo, nunca he disfrutado de alguna bonificación, y por tanto, ¿qué responsabilidad tendré?

Al ver que no podía convencerla, Rivera entrecerró los ojos y su cara se volvió sombría lentamente.

Finalmente, Rivera dijo:

—Dime tus condiciones.

Ante esto, Doria sonrió.

—Eres muy generoso, presidente Rivera.

Doria sacó un contrato de traspaso de acciones que llevaba consigo y lo puso delante de Rivera.

Rivera lo vio y dijo:

—Esto es lo que te prometí, si esto es tu condición, puedo firmarlo ahora.

—No —Doria dijo—. Quería decirte que, en lugar de tomar las acciones del Grupo Collazo, prefería tener algo tangible.

Un mal presentimiento le surgió a Rivera.

—¿Qué quieres decir?

Doria nombró algunos lugares.

—Quiero estos terrenos.

—¡De ninguna manera!

Estos lugares eran valiosos e incluían proyectos en los que el Grupo Collazo estaba desarrollando, si diese estos terrenos a Doria, significaría que tendría la mayor parte del control de todo el proyecto.

—No importa si no estás de acuerdo, sólo estoy mostrando lo que quiero, he hecho las cuentas, estos terrenos son sólo un tercio del negocio del Grupo Collazo, y siento que me los merezco —dijo Doria con una sonrisa en la cara.

—Eres una leona, si realmente te lo diera, serías absolutamente imposible dirigirlo por tu cuenta, y a largo plazo, ¡el grupo Collazo perderá más!

—Presidente Rivera, no se preocupe, yo también sé que no sé nada de los negocios, así que sólo quiero los terrenos, no voy a interferir en ningún proyecto de la empresa, yo sólo quiero el dinero.

La cara de Rivera estaba pálida y se quedó en silencio.

Si sólo se tratase de tomar las acciones, aún podría hacer algo, pero el terreno era algo más importante, y una vez que se le transfiriera, estaría a su nombre, y si algo malo ocurriera en el Grupo Collazo, y tuviese que vender los terrenos o algún proyecto, tendría que firmar Doria primero.

Cómo era posible que Rivera estuviese de acuerdo con ella.

Doria no tenía prisa, y dijo lentamente:

—Si es así, no voy a molestarle más, tómese su tiempo para pensarlo, no tengo prisa.

El que realmente tenía prisa era la acusada.

Al terminar de hablar, se levantó y salió del despacho.

Rivera miró el contrato de traspaso de acciones que tenía delante y su rostro se endureció.

Cuando Doria estaba a punto de entrar a la habitación, la voz de Briana se oyó desde atrás.

Doria se giró la cabeza.

—Señorita Briana, ¿pasa algo?

—Tú eres el que está detrás de todo esto, ¿verdad? —dijo Briana fríamente.

Al oír estas palabras, Doria se rio.

—Si la señorita Briana cree que eso le hará sentir mejor, por mí está bien. Pero...

—Pero ¿qué?

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