Cuando Doria estaba secando el pelo después de ducharse, vio el móvil estremeciendo en la cama. Rápidamente se tendió en ella y vio que resultó ser Édgar Santángel.
Al coger el teléfono, se oyó la voz baja del hombre:
—¿Estás despierta?
—Sí —respondió Doria.
Después de una pausa, dijo:
—No puedo dormir.
Era verdad lo que dijo, ya que después de tantas cosas, sería imposible dormirse para nadie.
—¿Es que me piensas tanto que no puedes dormirte?
Y esto la hizo sin palabras.
«¿No puede pensar las cosas decentes?»
—¿Cómo te va?
—Acaba de terminar la Junta, no te preocupes, no pueden hacerme nada —respondió Édgar tranquilo.
—Pero escandaliza tanto lo que ha pasado que la familia Santángel...
—Esto es lo que quieren hacer, y las cosas también fueron zaraguteados por ellos.
Escuchándolo, Doria se asombró y dijo:
—¿Lo hizo la familia Santángel? Pero la grabación deberá ser hecha por Alba Espina.
Al escuchar su respuesta, Édgar no se sorprendió:
—Entonces es inteligente, sabe encontrar a alguien y hacerlo un chivo expiatorio.
—¿Te refieres a que fue Alba la que grabó, pero tenía miedo de ofenderte, así que envió la grabación a la familia Santángel?
Todo el mundo sabía que Saúl Santángel y Édgar eran padre e hijo aparentemente, pero a hurtadillas eran enemigos que se trataban con muchos trucos, especialmente Saúl. Después de haber experimentado el fracaso tantas veces, ahora estaba tratando de encontrar la manera de hacer una falsa acusación contra Édgar.
Era verdad que Alba era muy inteligente, pero también muy valiente, incluso se atrevió a aprovecharse de Saúl.
Doria se quedó callada por un momento y luego dijo:
—¿Ya sabemos quién está detrás de todo esto, pues ¿cómo responderemos?
—Tranquila —respondió Édgar lentamente—. Podemos reaccionar dos días después.
—Bien.
Si ella no se había equivocado, Édgar quería aprovecharse de este asunto para hacer algo más.
—¿Te busca Rivera? —Édgar preguntó.
—No.
—A ver, a más tardar te buscará mañana por la mañana.
Doria asintió con la cabeza, también creyó que el caso sería más grave después de esta noche.
Si Rivera quería acabar el asunto y reducir el impacto al mínimo antes de que se zaraguteara, entonces a más tardar esperaría hasta la mañana por la mañana.
—¿Sigues en la compañía?
—Sí, hoy han quedado muchos trabajos por resolver —respondió Édgar.
—¿Pues tienes que transnochar para trabajar?
—¿Vienes a acompañarme?
—Ay, de repente me tengo sueño, adiós.
Después de colgar el teléfono, Doria se tumbó en la cama por un rato, luego entró en el baño y se secó el pelo.
—¿Por qué no puede ser yo, te he pedido que vinieras a buscarme al hotel, por qué no viniste? —dijo Lorenzo Coronil.
—¿Idiota, todo lo que debería darte ya te he dado, por qué debería venir?
—¿Cómo puedes decir algo así, cariño? ¿A qué se refiere lo que me deberías dar? Todavía no he conseguido lo que realmente quiero. Te daré otra oportunidad, ahora mismo ven a verme al hotel, de lo contrario no me culpes por exponer todo lo que has hecho.
Sosteniendo el teléfono apretadamente, Alba soportó la ira y preguntó:
—¿Qué he hecho?
Lorenzo dijo sin presa:
—Oye, acabamos de cooperar, ¿lo has olvidado tan pronto? Pero no importa si lo olvidas, puedo recordártelo.
—¡Basta ya! —Alba respiró profundamente— Dijiste que era solo una cooperación, entonces deberías callarte después de obtener dinero, ¿no?
—Sí, tienes razón, debería haberme callado con el dinero, pero acepté el dinero solo por haberte ayudado a falsificar. En cuanto a que sobornaste a esos dos jueces para ganar el concurso, no tomé ni un céntimo.
—No fui yo la que sobornó a los jueces, fue…
—Pero lo hizo por ti, ¿no? Además, el último ganador fuiste tú, ni yo ni señorita Mónica. ¿Estás de acuerdo?
—¿Ahora me estás amenazando con esto?
—¡Qué va! Ya te lo he dicho antes, somos de un tipo de persona, y entonces solo quería socializar con más profundidad contigo. He enviado el número de habitación a tu teléfono, si no apareces dentro de una hora…
Dicho esto, Lorenzo añadió murmurándose:
—Ahora están discutiendo acaloradamente sobre el concurso en Internet, debe haber muchos medios que disponen a pagar a un alto precio la información privilegiada exclusiva, parece que puedo sacar una nueva fortuna de esto.
Mordiendo los dientes, Alba colgó el teléfono pinchando la pantalla con el dedo fuertemente.
Después de quedarse allí unos minutos, marcó el número de José, pero todavía se mostró que estaba apagado el teléfono.
Alba apretó el puño, al ver el cuchillo de frutas en la mesa, lo guardó en la bolsa, se cambió de ropa y salió.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...