Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 463

Claudia levantó la cabeza, sus ojos miraban hacia adelante sin posarse en ningún objeto y se veía tan exhausta.

No esperaba que Carmelo hubiera podido encontrar aquí.

Además, había sido como un loco.

Vio por primera vez lo aterrador que era el poder de un hombre.

Si no estuviera Daniel aquí esta noche, no podía imaginar cuáles serían las consecuencias.

No se sabía cuánto tiempo ella estuvo en cuclillas en el suelo, cuando se levantó, sus pies ya estaban entumecidos.

En el momento en que se puso de pie apoyando el panel de la puerta, se sintió muy aturdida.

Justo cuando estaba a punto de entrar en la habitación, alguien llamó a la puerta dos veces.

Ella se sobresaltó, estaba con alerta, ¿sería el hijo de puta Carmelo quien se había ido pero regresó?

Tan pronto como ella agarró el bate de béisbol colocado en el pasillo, sonó la voz de Daniel, —Vi una herida en tu mano. Te compré un medicamento y te lo dejo a la puerta. No olvides de buscarlo más tarde.

Después de que Daniel terminó de hablar, no escuchó ningún ruido en la habitación.

Frunció el ceño, no podía evitar sentirse un poco preocupado, y se acercó a la puerta, —Claudia, ¿me escuchaste?

«¿Se desmayó por la tristeza?»

Daniel sacó el móvil y cuando estaba a punto de llamarla, ella abrió la puerta.

El cabello de Claudia estaba desordenado, sus ojos y nariz estaban rojos, su ropa estaba escarolada y además tenía un bate de béisbol en la mano.

Daniel inconscientemente dio un paso atrás y levantó las manos, —No tengo otra intención. Vine a traerte medicamento.

Probablemente ella hubiera llorado hacía un momento, tenía su voz que llevaba un sonido nasal pesado, —¿Dónde está el medicamento?

Él lo recogió del suelo y se lo entregó.

Ella extendió la mano para tomarlo, bajó la cabeza y dijo después de un largo rato, —Gracias.

—No hay de qué, ha sido un mínimo que puedo hacer.

Claudia lo miró, —¿No te vas todavía?

—Sí, ahora me voy.

Después de quedarse en silencio unos segundos, ella dijo, —¿Quieres entrar?

Daniel la miró y su mirada se posó abajo, —¿Por qué no dejas primero la cosa que tienes en las manos?

Solo fue entonces en que ella se dio cuenta de que todavía sostenía un bate de béisbol, lo dejó a un lado, se dio la vuelta y entró en la habitación con el medicamento.

Daniel se lamió los labios, la siguió y cerró la puerta.

Ella se sentó en el sofá, cuando levantó su brazo, notó que además de su piel herida, aún tenía unos moretones porque ella fue estrangulada por Carmelo vigorosamente.

Esos moretones estaban en sus ambos brazos.

Y le dolían mucho.

Cuando ella estaba aplicando el medicamento, Daniel mantenía sentarse en el sofá individual al lado, le preguntó, —¿Últimamente te ha estado molestando?

—Sí —le respondió y dijo—, antes sólo había ido al estudio para buscarme, no sé cómo encontró este lugar.

—¿Llevaban muchos años juntos?

Ella levantó su cabeza y lo miró, —¿Para qué me preguntas eso?

Él levantó su mano, mostrándole que él no tenía otra intención, dijo, —Lo siento, sólo te pregunto.

Ella le contestó, —Fuimos novios cuando estábamos en la universidad, durante cuatro o cinco años. Habíamos planeado casarnos el año pasado, sin embargo, descubrí que él me traicionó.

—¿Habían planeado casarse?

Claudia dijo lentamente, —¿Por qué estás tan sorprendido? Me has hecho pensar que casarme con alguien es algo ilegal.

Los labios de Daniel movieron inconscientemente, —No, solo a mí me parece...

Ella le interrumpió, dijo a la ligera lo que él iba a decir, —Para ti, casarte ha sido una cosa que jamás has pensado en tu vida, es un tema tan desconocido para ti, ¿no?

Daniel no lo negó.

De hecho, desde la primera mirada que Claudia lo vio, supo que este hombre nunca se casaría. Su apariencia era demasiado atractiva para las chicas, ella podía saber fácilmente que él era un mujeriego.

—Tú...

Apenas Daniel habló, Claudia ya estaba encima de él, sosteniendo su rostro y besándolo.

Sus alientos que llevaban las hormonas tanto masculinas como femeninas se mezclaron, fermentaron rápidamente en el aire, y hirvieron.

Después de un largo beso, las respiraciones de los dos estaban desiguales.

La mano de Daniel en la cintura de Claudia apretó, su voz se volvió aún más profunda, —¿Estás segura?

Claudia enganchó el cuello, el color de sus labios se volvió cada vez más rojo bajo la luz, y se podía ver un toque de encanto provocativo en sus ojos, —Ya somos adultos, además no es nuestra primera vez, no quiero que seas responsable por nada, ¿por qué estás demorando tanto?

La mirada de Daniel se oscureció y volvió a besarla.

La temperatura en la sala de estar comenzó a subir instantáneamente, y después de un breve tiempo, solo quedó un gemido de diferentes tonos.

Con el sonido de un trueno amortiguado, la lluvia continuó hasta la más profunda noche.

***

A la mañana siguiente, antes de que Claudia se despertara, el móvil que lo dejó junto a la cama vibró.

Conectó la llamada con sus ojos cerrados, fue Doria quien la llamó, —Claudia, voy a la Cuidad A hoy, lo más pronto posible regreso esta noche, y como muy tarde mañana.

—Vale —ella respondió, pero tenía tanto sueño que sólo podía hablar dependiendo de su subconsciencia—, ¿voy a ir a ese lugar hoy?

Doria se quedó en silencio unos segundos, y dijo, —Sí. Pero no tengas prisa, te mandaré un mensaje después de que me baje del avión.

—De acuerdo.

Doria dijo, —Que vuelvas a dormir. Ya viene Édgar, te tengo que dejar.

Al escuchar que el otro lado se colgó, Claudia guardó su móvil, lo metió abajo de su almohada.

Fue en este momento en que sintió que alguien dejó su mano en la cintura de ella.

Dos segundos más tarde, Claudia abrió repentinamente los ojos y perdió todos sus sueños.

Se sentó abruptamente, abrió la colcha y miró al hombre desnudo a su lado, se sintió como si se encendieran unos fuegos artificiales en su cabeza.

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