Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 465

Después de que comenzó la reunión, Doria esperó en el salón que estaba al lado, mirando el móvil en su regazo.

Ella nunca había tenido la intención de chequear el móvil de Édgar, sólo quería que él no tuviera la oportunidad de comunicarse con la gente en la Ciudad Sur.

Respiró profundamente, sacó su propio móvil, y llamó a Claudia para decirle que fuera.

Claudia estaba preparada, después de recibir su llamada, salió de su casa de inmediato.

Doria se sentaba en el salón de descanso, mirando que el tiempo estaba pasando poco a poco, esperando.

Durante todo el tiempo, nunca vibró el móvil de Édgar.

Aproximadamente una hora después, el móvil de Doria sonó, fue Claudia quien la estaba llamando.

Ella sintió un poco falta de oxigeno, conectó la llamada apresuradamente, —¿Cómo ha ido todo, Claudia?

Claudia dijo, —He ido a investigar estas casas, en una de ellas, viven una paraje de edad mediana. En otra de ellas, vive un hombre soltero. Y en las otras dos casas, nadie estaba. Sin embargo, pregunté a esa pareja, me dijeron que en una de esas dos casas, vivían una pareja de jóvenes, y las personas que vivían en la otra casa se habían ido por un viaje de negocio, no habían vuelto desde hacía dos meses.

Ella continuó, —También me encontré con los guardias de seguridad que estaban patrullando. Ninguno de ellos tenía impresión de esa persona que has dicho tú. Además, me dijeron que no había escuchado llanto de niños.

Doria frunció los labios, sin saber si debería sentirse feliz o decepcionada.

Entonces, ¿fue realmente otra coincidencia?

La tarjeta de piso que había encontrado podía no pertenecer a Julieta Nores.

Pero realmente ella...

Claudia dijo, —Doria, si sigues siendo preocupada, me quedo aquí hasta la noche para asegurar. O puedo ir a chequear el monitoreo.

Doria dijo, —Gracias, no hace falta. Que vuelvas a casa.

Después de colgar la llamada, ella se apoyó en el sofá, de repente, se sentía muy cansada, levantó su mano para masajear sus cejas.

Si continuaba así, ella sentía que tenía mucho estrés, y estaba demasiado sensible, había pensado demasiado, ahora tenía problemas mentales.

Siempre había sido así. Cada vez, parecía que ella estaba muy cerca a la verdad, pero no importaba si ella fuera a interrogar a Édgar, o fuera a investigar en secreto, el resultado final siempre había sido muy distinto de lo que pensaba.

Sin ninguna excepción

Ella miró por la ventana sin que su mirada se posara en ningún objeto, aturdida.

No se sabía cuánto tiempo pasó, la puerta de la sala de reunión se abrió, Édgar vino a su frente, dijo, —¿Te ha pasado algo?

Doria se retractó de sus pensamientos, —No es nada, solo tengo un poco de mareo.

Édgar extendió la mano para cubrir su frente, frunció el ceño, —Tienes fiebre, vamos a hospital.

Ella negó con la cabeza y sacó la mano que estaba en su frente, —No hace falta, puede ser que debido a la lluvia, se haya enfriado en los últimos dos días. Cuando regresemos a la habitación, tomaré un medicamento para el resfriado, y esteré bien.

Él curvó sus labios delgados, se quitó el abrigo y se la puso sobre sus hombros, —Vámonos, regresemos a la habitación.

—¿Tu reunión terminó?

—Sí —le contestó en voz baja.

Ella se puso de pie, y se lo entregó el móvil, —No te han llamado, pero recibiste unos mensajes, puede que estén relacionados con tu trabajo, no los leí.

Édgar arqueó las cejas cuando escuchó las palabras y dijo, —¿Por qué no los leíste? ¿No te dije la contraseña?

—Me temía que no podría mantener sonriendo hasta el final, así que es mejor que no busque problemas.

Édgar se quedó sin palabras.

Doria tomó la iniciativa de tomar su mano, —Volvemos, tengo un poco de sueño.

—De acuerdo.

Ella continuó, —Quiero decir, si no tienes nada que hacer, regresemos a la Ciudad Sur. No quiero quedarme aquí más.

Él dijo, —¿Está bien si regresamos mañana por la mañana? Si la lluvia no para esta noche, se debe volver a determinar el tiempo de construcción.

Doria asintió con su cabeza, —Por supuesto.

Édgar frotó la cabeza de ella y se rió suavemente, —¿Por qué te comportas tan obedientemente hoy?

Él no la entendió.

La tomó del hombro con la mano, —Apúrate, ahora estás muy enferma y has perdido la consciencia.

Doria no dijo nada.

Abrió los ojos con gran esfuerzo y tomó el medicamento que le entregó Édgar y se la puso en la boca.

Édgar se volvió de nuevo y fue a buscar agua. Después de ayudarla a tomar el medicamento, la puso en la cama.

Al ver que parecía que él se iba, Doria lo detuvo, —¿A dónde vas?

Él dijo, —A ordenar el sofá.

No se sabía qué imagen le ocurrió a ella, se dio la vuelta en la cama, dijo, —Adiós.

Él curvó sus labios, la ayudó a cubrir una colcha, se levantó y fue a la sala de estar.

El sofá estaba muy desordenado.

Veinte minutos después, cuando Édgar regresó al dormitorio, ella ya estaba dormida.

Se arrodilló junto a ella, le apretó las orejas suavemente y dijo en voz muy baja, —Doria, ¿quieres comer?

Lo que le dio ella fueron suspiros de una manera uniforme.

Édgar le ayudó a arreglar el cabello y luego salió de la habitación, sosteniendo su móvil, fue al balcón.

Después de que marcó la llamada, fue conectada rápidamente, —Sr. Édgar.

Él dijo a la ligera, —¿Qué ha pasado hoy?

Jerónimo Morillo le informó, —Vino la amiga de la Sra. Doria. Pero usted quédese tranquilo. Resolvemos de acuerdo de sus instrucciones. No ha habido ningún error. La señora Roxana y el señorito han sido trasladados a otro edificio.

Édgar se apoyó en la barandilla del balcón y encendió un cigarrillo, su voz no llevaba ninguna emoción, —Vale, ya lo sé.

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