Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 528

Doria se asomó a sus brazos, con ojos tiernos y brillantes, algo acuosos, pues las lágrimas ya se reusaban a abandonar su hogar.

Cuando ella pregunto con voz baja, ésta era más nasal, ya que su nariz estaba congestionada por haber llorado hace un momento:

—¿Qué ocurre?

Édgar al verla así, sintió que su corazón se derrumbaba por un instante, despertando algo en su interior.

Se humedeció los labios con calma, extendió la mano para limpiar las lágrimas que se negaban a abandonar sus pestañas y profirió una frase diferente a la que tenía en mente:

—Si tanto quieres tener un hijo, estaría bien adoptar uno.

Éste no era el mejor momento para contarle la verdad. A Doria le ha costado mucho poder perdonarlo, y Édgar está dispuesto a regresar a la Mansión Estrellada.

Si estando aquí le decía que su bebé no había muerto y que se lo había estado ocultando de todas las maneras posibles durante todo este tiempo. Probalemente ella podría coger el bebé y marcharse de inmediato, irse a un lugar donde él no pudiera encontrarlo, ya que no se lo perdonaría jamás el resto de su vida.

Al escuchar eso, Doria no dijo nada.

Édgar le pellizcó la oreja y continuó hablando:

—Bueno, solo por esta insignificante situación, creo que no es necesario. Además, ¿no ha dicho el médico que es solo una posibilidad, es decir que nada está asegurado, así que... voy a esforzarme más.

Doria susurró:

—No es que vaya a funcionar solo porque te esfuerces más.

—Ya veo. Entonces ¿tú tambien... te esforzarás más junto conmigo?

Doria se quedo sin palabras.

Édgar se rió entredientes y volvió a estrecharla entre sus brazos:

—No pienses tanto, deja que la naturaleza siga su curso. Si puedes concebir uno, está bien, y si no, no hay ningún problema.

Doria permaneció en sus brazos un momento antes de decir con anhelo:

—Édgar.

—¿Humm?

—Olvídalo, no es nada.

Édgar se rasco la cabeza.

Doria le empujó un poco y dijo:

—Bueno, se hace tarde. Regresemos y muda tus cosas para a quí cuando tengas tiempo.

Dicho esto, se dirigió a la planta baja.

Ëdgar la siguió y le preguntó:

—¿Qué querías preguntarme?

—Nada.

—¿De verdad?

—No querrás escucharlo.

—¿Cómo sabes que no quiero escucharlo si ni siquiera lo dices?

Doria se detuvo y lo miró con una expresión débil:

—Creo que tu actitud ha sido extraña estos dos días.

Édagr levantó ligeramente las cejas:

—¿En dónde está lo extraño?

—Anoche dijiste algo inexplicable y me pediste perdón porque sí, y luego esta noche hablaste en ese tono en que querías decirme algo. Realmente no quiero adivinar más en lo que estás pensandoo realmente pensaré que estoy enferma. Te lo he dejado muy claro entonces y te he dado muchas oportunidades.

—Si todo esto es porque lo pienso demasaido, entonces admitiré que tengo un problema. Pero, si es todo lo contrario, sentiré que siempre me has tratado como una tonta y simplemente estás jugando conmigo.

Ante lo que dijo Doria, Édgar se mostró inalterable. Con naturalidad y calama, cogió su mano y bajó las escaleras junto con ella:

—En este tipo de lugares no está permitido jugar, al volver te enseñaré.

Doria volvió a quedarse sin palabras.

Luego, Doria apretó los dientes con molestia y dijo:

—¿Puedes comportarte como una persona de verdad?

No hacía falta pensar mucho para saber en qué se había vuelto este maldito gilipollas.

Antes de salir, Doria volvió a mirar hacia dentro, como si no quisiera irse.

Édgar se sentó en el asiento del conductor:

Justo cuando Doria estaba perdida en sus pensamientos, la voz de Édgar resonó detrás de ella:

—¿En qué estás pensando?

Doria guardó su teléfono:

—No es nada, date prisa en comer que los fideos se van a deshacer.

Édgar se sentó junto a ella y le preguntó:

—¿Vas a ir mañana al Grupo Collazo?

Doria asintió:

—quiero ir.

—Si Eliseo no está haciendo nada, dímelo.

Doria sonrió:

—Lo estás maltratando, básicamente él se encarga de los asuntos del Grupo Collazo por mí, yo solo firmo los documentos. Hay muchos documentos que no puedo entender, si no fuera por él, realmente no sé qué haría, no he tenido tiempo de agradecérselo adecuadamente.

—No hay necesidad de ser tan cortés con él, es lo que debería hacer.

Doria dijo:

—Incluso si su relación de estudes es tan buena, esto es...

Édgar dijo lenta y deliberadamente:

—Yo le estoy pagando.

Doria se quedó sin palabras.

Por lo que ella sabía, la tarifa de consulta de Eliseo por diez minutos era bastante alta, así que ¿cuánto dinero tenía que gastar si se quedaba en el Grupo Collazo todos los días?

Después de una profunda consideración, Doria todavía dijo:

—¿Cuánto dinero has gastado?, te lo transferiré de la cuenta del Grupo Collazo, él es el asesor legal de la empresa después de todo, por lo que debería pagar el Grupo.

Édgar dijo un número, entonces Doria habló con una sonrisa juguetona:

—¿Es suficiente con los fideos?, Si no es, te iré añadire otro huevo para que comas.

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