Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 533

Cuando Édgar y Doria se marcharon, Claudia retiró su mirada, pero se encontró con la de Daniel.

Ella tosió y apartó su mano del agarre de Daniel:

—No estoy tan mal. Puedo caminar sola, no tienes que...

—Entonces, significa que puedo abrazarte.

Claudia se quedó sin palabras.

Luego, ella susurró:

—Mejor olvídalo.

Daniel no dijo nada, solo que la ayudó y salió del hospital.

Durante el trayecto de regreso a casa, Claudia miró por la ventana y sintió que no había nada que decirle.

Cuando llegó a su casa, Claudia se tumbó en la cama. Luego de un rato, tomó la medicina y bebió el vaso de agua que le entregó Daniel:

—Gracias por tu ayuda, ya me encuentro mejor, puedes irte.

Daniel la arropó:

—No me voy a ir.

Claudia se sentóbruscamente en la cama:

—¡¿Qué?!

Al ver esto, Daniel la agarró por los hombros y la empujó suavemente hacia atrás, susurrando: —El médico ha dicho que necesitas descansar por unos días. Yo me quedaré a cuidarte y dormiré en el sofá.

Claudia se apresuró a agitar la mano en señal de negación:

—No es necesario, en serio, que no es necesario que te quedes. Doria ya le pidió a su conocida que venga a cuidarme y su comida es deliciosa. Me parece tierno que quieras cuidarme, pero no es necesario.

—Aquella señora puede cocinar para ti durante el día, pero por la noche...

—¿En la noche...!

Daniel continuó:

—Si te cuido, no necesitas molestarla más.

Doria frunció el ceño y abrió la boca para decir algo pero Daniel se le adelantó:

—Esto es lo que tengo que hacer.

Al oír esto, Claudia se calmó de repente:

—Oh, ya veo. Es verdad.

La felicidad es para ambos, como también lo es las penurias, así que no puede permitirse sufrir sola.

Y era realmente embarazoso molestar siempre a Esmeralda, ya que ella no pagaba su salario.

Los labios de Daniel se curvaron y cogió el vaso de agua:

—Perfecto. Ahora voy a fuera, llámame si necesitas algo.

—Entendido.

Pronto, la luz del dormitorio se apagó, seguida del sonido de cerrar la puerta.

Claudia yacía de lado en la cama, mirando las farolas fuera de la ventana, con un semblante aturdido.

Fuera del dormitorio, Daniel colocó el vaso de agua en la mesa del comedor, apagó todas las luces de la casa y se dirigió al sofá para echarse.

El sofá no era grande y parecía estrecho al momento en el que éste se echo, sus largos brazos y piernas colgaban de él.

Daniel se dio la vuelta, flexionó sus largas piernas, se abrazó los hombros y cerró los ojos.

***

A primera hora de la mañana, en cuanto Doria llegó a la oficina, Gonzalo se acercó con una mirada ansiosa:

—Señorita Doria, ha ocurrido algo.

Doria preguntó:

—¿Qué ha ocurrido?

El rostro de Gonzalo parecía avergonzado, y solo después de unos segundos dijo:

—Anoche el señor Jairo salió a comer con algunos de la empresa, y bebió unas cuantas copas más, y luego...

Cuando escuchó las palabras «bebió unas cuantas copas más», Doria sintió que algo malo había pasado.

Gonzalo bajó la voz:

—El directivo Jairo agredió sexualmente a un miembro del personal de allí. Ella es una joven que acababa de graduarse, de poco más de veinte años, y estaba llorando y llamando a la policía...

—El Sr. Jairo se fue a casa a medianoche y no pude ponerme en contacto con él.

Doria habló con sarcasmo:

—Así que ahora está dispuesto a dejarme este asunto a mí, haciendo que yo me encargue de limpiar su nombre.

Como dijo Gonzalo, si un escándalo así se extendiera ahora, el prestigio que el Grupo Collazo que se había recuperado con dificultad se vería reducido a cenizas en un instante.

Así que Jairo esperaba que Doria se ocupara de este asunto, así que se fue a casa y se escondió como una tortuga.

Doria dijo:

—Ve a su casa y búscalo. Dile que si no se presenta ante mí antes de mediodía, iré a denunciarlo a la policía.

—Señorita Doria...

—El Grupo Collazo está en peligro de caer y ¿él se atreve a hacer algo así?, ¿quiere derribar a la empresa o a mí? ¿Por qué debería caer con él? Además, la víctima era una joven de poco más de 20 años. Si puede hacer una cosa tan descarada, ¿de qué tiene miedo ahora?, ¿Ya no es capaz de dar la cara? ¡Maldito cobarde!

Cada palabra de Doria era como un cuchillo afilado que quería arrancar el corazón de Jairo en el acto.

Al oír esto, Gonzalo asintió:

—Señorita Doria, iré a buscarlo de inmediato.

Cuando Gonzalo se marchó, Doria se frotó las sienes. Descansó unos minutos y llamó a Samuel para que viniera.

***

Doria contuvo su ira y abrió la puerta:

—¿Has oído lo de Jairo?

Samuel dijo:

—Acabo de enterarme.

—¿Cuál es tu opinión? También crees que se debe resolver con dinero.

Samuel pensó un momento antes de decir:

—Si me pusiera en la piel de la empresa, por la situación en la que se encuentra ahora, pienso que sí, esa es la mejor manera de resolver el problema.

Doria dijo:

—¿Y desde tu punto de vista personal?

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