En el otro lado...
Después de limpiar la casa y ordenar sus cosas, Doria puso al bebé, que agitaba las manos,dentro de una cuna, por encima de las cobijas.
Tal vez porque el bebé había estado acostado durante mucho tiempo, de repente empezó a gatear en cuanto y comenzó a apartar los juguetes que le impedían el paso.
Doria se sentó cerca de la cuna, sonriendo mientras apreciaba esta escena.
Ismael volvió después de tirar la basura y preguntó:
—Ya casi es hora de cenar. ¿Te gustaría ir a comer a un restaurante?
Doria retiró la mirada y dijo:
—Ayúdame a cuidar de él, que yo prepararé la cena.
—Déjame hacerlo. —Ismael añadió—. Saldré a comprar algunos insumos y frutas.
—Espera. —lo detuvo Doria—. ¿cuándo vas a ir a la universidad?
—Hoy es sábado. —Ismael respondió
Doria se quedó sin palabras.
Después de todo, eso no era lo que quería preguntar.
—Me voy. —Ismael se fue de compras.
Poco después de la salida de Ismael, sonó el timbre de la puerta. Doria la abrió y vio a Claudia guiñándole el ojo con su cuerpo apoyado en el marco de la puerta. —Doria, ¿puedo cenar aquí?
Doria dijo con una sonrisa:
—Entra. Ismael salió hace un momento a comprar insumos para preparar la cena.
A Claudia se le iluminaron los ojos cuando escuchó esas palabras. —Hoy puedo probar platos deliciosos.
En el momento en que Claudia entró en la casa, Daniel apareció en la puerta con una olla de sopa que él acababa de preparar.
Daniel puso la sopa en la mesa y dijo:
—Sra. Doria, he terminado las tareas que me pidió.
Doria hizo una pausa y luego le dio las gracias:
—Gracias.
—De nada. —Después de que el Grupo Santángel realizó una conferencia de prensa, la opinión pública cambió, pero todavía había algunas personas que cuestionaban la situación, así que después de dejar las pruebas que me diste, esas voces desaparecieron por completo.
Claudia, que estaba comiendo algunos bocadillos en el sofá, intervino:
—No esperaba que Édgar fuera tan misericordioso en este asunto, conociendo su forma de ser normalmente.
Doria dijo con voz tranquila:
—Es porque no quiere avergonzar a Israel.
Si esto ocurriera en el pasado, probablemente elegiría no poner a Édgar en tal dilema por el bien de Israel.
Pero desde que se enteró de que había sido Agustina la que había dado instrucciones a la niñera para que asfixiara al bebé delante de todos, se volvió fría de corazón. No era de su incumbencia, y a ella no le importaba la carga mental que sufrieran los demás.
Ella solo quería buscar vengarse de aquellas personas que intentaron hacer daño a su bebé.
Daniel sirvió un vaso de agua para Claudia:
—Parece que Agustina ha planeado esto de antemano. Creo que probablemente esperaba morir.
Claudia dijo:
—Qué asco, sigue creando problemas aunque haya muerto. Es igual que el bastardo de Armando Aparicio. Espera... ¿ella realmente murió? ¿No nos estará engañando como lo hizo ése?
Doria negó con la cabeza.
—Mucha gente fue testigo de su muerte.
Claudia se dio unas palmaditas en el pecho:
—Qué bien. Temía que todo fuera una farsa como la falsa muerte de Armando.
Después de un rato, Doria miró hacia Daniel:
—¿Cuándo lo supiste?
Daniel se rió torpemente:
—Me enteré hace poco. Ya lo sospechaba, pero no tenía pruebas.
Doria preguntó:
—¿Te enteraste de eso cuando saliste de la sala privada junto con Ismael?
Daniel no lo negó y asintió suavemente con la cabeza.
Ismael hizo un trato con él en ese momento.
Claudia preguntó:
—Por cierto, Doria, tú y el Sr. Édgar...
La tos de Daniel la interrumpió antes de que pudiera terminar la pregunta.
Doria disolvió leche en polvo para el bebé mientras decía:
— Hablaremos de ello más tarde
Claudia pensó para sí misma. «¿Cómo puede retrasarse esto? ¿Y si luego rompen? No tengo claro qué hay en la mente de Édgar. ¿Por qué no ha venido en los últimos días? Quizá sea porque sabe que no puede remediarlo por mucho que lo intente».
Ismael volvió al poco tiempo.
Doria entró en la cocina:
—Déjame ocuparme de ello. Tú lava algunas frutas para ellos.
Ismael respondió:
—De acuerdo.
Claudia gritó en el salón:
—¡Doria!, Leila me ha dicho que va está rodando una película en los alrededores. ¿La invitamos a cenar juntas?
Doria dio una mirada a Ismael y respondió con una sonrisa.
—Emm...
—Por cierto, —Leila miró hacia Doria—. vi un informe hoy y decía que el señor Santángel estaba herido y hospitalizado. ¿Es cierto eso?
Doria respondió:
—Es falso.
Leila soltó un suspiro de alivio. «¿Cómo iba a resultar herido de gravedad ese malvado gilipollas?». Normalmente, mucha gente se podría delante de él para bloquear los ataques hacia su persona.
Doria pareció pensar en algo y se detuvo.
Claudia había estado tirando de la manga de Leila.
Leila estaba desconcertada:
—¿Qué pasa?
—Je, je, je... Nada. —Rió Claudia torpemente y dijo—. ¿Quieres una naranja? Ismael compró esto por la tarde y está deliciosa.
Leila declinó:
—No, gracias. He comido muchas naranjas durante el rodaje de la película esta tarde.
Leila vio de repente al bebé que jugaba alegremente con un juguete e inmediatamente abrió los ojos. Inconscientemente miró hacia el vientre de Claudia y dijo:
—Imposible, ¿Ya nació?
Leyendo su mente, Claudia le dio una palmadita en el hombro. Cuando Doria entró en la cocina para sacar los platos, Claudia dijo en voz baja y rápida:
—Es el hijo de Doria y del señor Édgar. Por cierto, ahora tienen un conflicto, así que no menciones al señor Édgar delante de ella.
Leila se calló inmediatamente.
«¡Oh, Dios! he dicho algo que se suponía que no debía mencionar ahora».
En ese momento, Ismael puso una caja de yogur delante de ella.
Claudia les echó una mirada cuando vio esto y preguntó:
—¿Por qué no me das una a mí también?
Ismael respondió sin ningún cambio de expresión:
—El yogur ayuda a mejorar el apetito. Pero viéndote creo que a ti no te hace falta.
Claudia se quedó sin palabras.
Leila también estaba aturdida, ya que había comido muchas naranjas esta tarde y las naranjas solían ayudar a mejorar la digestión y el apetito.
Sin embargo, cuando se preparó para decir algo, descubrió que Ismael se había ido.
Leila echó un vistazo al yogur que tenía delante. Era un yogur de melocotón y era el que más le gustaba a ella.
Leila introdujo la pajilla y empezó a tomarla. Pero cuando giró la cabeza, sus ojos se encontraron con los ojos chismosos de Claudia.
Varios segundos después, Claudia se inclinó repentinamente hacia ella:
— Ya empezaste a actuar, ¿verdad?
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...