Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 603

Alvaro pensó un rato y dijo con seriedad:

—Ahora no tiene más remedio que confiar en mí. Porque soy el único que puede curarlo.

Al oír las palabras, Doria se mordió los labios con suavidad y su mano sobre la cuna se apretó con fuerza.

—Sé que en este momento difícilmente puedes aceptar todo lo que ha sucedido recientemente. Pero ahora ya deberíais saber que todas estas cosas están manipuladas por alguien que está detrás de todo esto, incluidas las agujas de nutrición. Creemos que ellos son los responsables.

Alvaro continuó:

—Si queremos hacer daño a este niño, ¿por qué molestarse en llevarlo a la Ciudad Norte? Podemos dejarlo en la Ciudad Sur.

—Creo que la razón por la que nos traes aquí es que puedes amenazar a Édgar con su hijo en la mano, ¿tengo razón?

Alvaro se quedó desconcertado, y de repente se dio cuenta:

—¡Maldita sea, podríamos haber pensado en esta estrategia antes!

Doria se quedó sin palabras.

Alvaro levantó la mano:

—Sólo estaba bromeando, de broma, pero puedes pensar detenidamente en mis palabras y decidir si tiene sentido.

Doria le miró:

—Puedo confiar en ti, pero tengo un problema.

—Estoy escuchando...

—¿Tienes algo que ver con Édgar?

Alvaro se quedó sorprendido por un momento. Estaba un poco sorprendido, probablemente porque no esperaba que ella le preguntara de esa manera.

Doria dijo lentamente:

—Como dijo Boris, todo el asunto es una trampa de alguien contra ti. Entonces, ¿por qué te echan la culpa a ti? ¿Por qué eligen la Ciudad Norte, una ciudad que está a miles de kilómetros de Ciudad Sur?

—Bueno...

—Mientras puedas responder a esta pregunta por mí, puedo confiar en ti y mantener al niño aquí.

Alvaro tosió y contestó con rostro serio:

—Todavía no he resuelto esta cuestión. Tal vez soy tan bueno que algunas personas simplemente están celosas de mí.

Doria apartó la mirada sin decir nada:

—Tengo sueño, y ahora puedes salir.

Alvaro se apresuró a decir:

—Vamos, ahora sí que estáis creando muchos problemas. Si no estáis de acuerdo, me regañarán. Estaré de mal humor cuando me regañen. En ese caso, puede que no tenga energía para dar un tratamiento médico decente a los pequeños.

Doria no cambió de opinión.

Justo cuando Alvaro estaba pensando en qué más puede hacer, la puerta del salón se abrió de nuevo, y Boris entró.

Alvaro se levantó inmediatamente.

Boris le miró:

—¿Cómo puedes fallar en un trabajo tan fácil?

—No soy bueno tratando con mujeres. Además, tú eres el que me asignó aquí.

Tras decir esto, Alvaro se escabulló inmediatamente.

Boris dijo:

—La pregunta que acabas de hacer, puedo responderla. Sin embargo, también tengo una condición.

Doria le miró pero no habló por un momento. Realmente estaba considerando el trato.

Boris no le dio la oportunidad de reflexionar y continuó:

—Júrelo por su hijo, no puede decir ni una palabra de lo que le he dicho esta noche. De lo contrario, su enfermedad nunca se curará.

Doria frunció el ceño:

—Tú...

Boris la interrumpió:

—Esto es sólo la consecuencia de que no hayas cumplido tu promesa. Mantén el secreto y no pasará nada.

Doria dijo fríamente:

—¿Por qué habría de hacerte una promesa tan aburrida? No importa cuál sea el secreto, no voy a jurar por mi hijo para tal ganga.

Boris no esperaba que ella dijera eso, mirando sorprendido con las cejas levantadas.

Al cabo de un rato, dijo:

—Fue aquello que ocurrió hace veinte años. En cuanto a cuánta verdad puede averiguar Édgar, es asunto suyo y no tiene nada que ver conmigo.

Doria apoyó la cabeza en la cuna, aturdida...

Al cabo de un buen rato, relajó los ojos y se levantó para ver al simpático dormilón.

El sarpullido en su cuerpo ha desaparecido por completo, y ya había tomado la leche en la cantidad habitual sin vomitar.

Es mucho mejor que el estado de la Ciudad Sur.

Al cabo de un rato, Doria se inclinó, bajó la cabeza y le besó ligeramente la frente:

—Cariño, mamá vendrá a recogerte muy pronto.

El pequeño durmiente pareció percibir algo, y se movió un poco su boca.

Se le hizo un nudo en la garganta. Las lágrimas empaparon las esquinas de sus ojos.

Nunca ha sido una madre cualificada, ni antes ni ahora.

Pero su deseo también es muy simple, sólo espera que pueda sobrevivir y crecer sano y salvo.

Aunque esto le cueste todo lo que tiene, está dispuesta a hacerlo.

***

Al salir del salón, se encontró con que Alvaro la estaba esperando. Dijo sorprendido:

—Eh, ¿estás llorando?

Doria negó y apartó la mirada:

—¡No!

—Vamos, veo que tienes los ojos sonrojados... Oh, no te preocupes, definitivamente mejorará con mi tratamiento.

Doria se quedó callada antes de decir:

—Cuándo puedo volver a verlo.

—Bueno, no estoy seguro, deberías preguntarle a Boris. Pero tan pronto como el tratamiento progrese, ¡definitivamente te lo notificaré!

Doria dijo entumecida:

—¿Con un correo electrónico?

Alvaro le dio una palmadita en la cabeza:

—Ahora te llevaré a buscar tu teléfono. Está en mi coche.

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