Édgar guardó un largo silencio al oír sus palabras. Miró al suelo, pareciendo reflexionar sobre algo.
Doria dijo:
—¿No dijiste que estabas cansado? Apresúrate a dormir. No pienses demasiado y digas tonterías.
La voz de Édgar sonó al poco tiempo:
—Tú lo has dicho.
Doria se quedó aturdida durante varios segundos al escuchar las palabras, dudando de haber dicho algo que no debía decir.
Pero más tarde llegó a la conclusión de que lo que había dicho era apropiado.
¿Se enfadó por sus críticas?
Édgar la miró y repitió:
—Tú lo has dicho. Así que no busques ninguna excusa para dejarme en el futuro.
Doria finalmente se dio cuenta y replicó:
—Creo que son dos cosas diferentes.
—No lo creo.
—Bueno, como quieras. Ahora vete a la cama.
Édgar se levantó y cogió la bandeja de Doria :
—Yo la lavaré. Ve a bañarte.
—No...
Antes de que Doria pudiera decir algo para rechazarlo, Édgar había salido del dormitorio y se dirigía a la cocina.
Mirando su espalda, Doria soltó un suspiro emocionado y pensó para sí misma: Bueno, está bien mientras él esté contento.
Como era de esperar, dos minutos más tarde, llegaron unos ruidos de platos rompiéndose desde la cocina.
Tómalo como una forma de desahogar su depresión.
...
Cuando Doria salió del cuarto de baño, se encontró con que Édgar sostenía una tableta y se concentraba en su trabajo sobre la cama. Sus cejas estaban ligeramente fruncidas.
Preguntó:
—¿No estás cansado?
—Cuando me enteré de que no puedes dejarme, pensé que podría aguantar más tiempo.
Doria se quedó sin palabras.
Quiso replicarle.
Era tan bueno creando un sueño.
Doria se sentó en el borde de la cama, encendió su teléfono y echó un vistazo a la hora:
—¿Trabajarás hasta tarde?
Édgar respondió:
—No está relacionado con el trabajo.
Doria sintió de repente curiosidad:
—¿Por qué estás tan serio si no es por el trabajo?
Al ver su expresión, pensó que debía ser algún problema dedicado.
Édgard no respondió y se limitó a dirigir su tableta hacia Doria.
Doria dejó su teléfono y miró hacia allí.
En la pantalla había fotos de varios tipos de vestidos de novia.
Doria se congeló.
Édgar bajó la mirada y dijo con desparpajo:
—Todos estos son diseñadores de vestidos de novia famosos en el mundo y hay muchos estilos. He seleccionado varios vestidos que me parecen preciosos. Échales un vistazo después y elige el que más te guste. Le diré a Vicente que busque al diseñador y podrás decirle los detalles del vestido de novia que quieres.
Doria finalmente se recompuso después de un largo rato:
—Dime, ¿cómo puedes pasar tan rápido del estado de ánimo de decir tonterías y cambias de temas tan natural?
Édgar la corrigió:
—No te he pedido que no me molestes. Sólo he dicho que no te molestaré si estoy enfermo.
—¿Hay alguna diferencia?
—Para evitar que me maldigas a mis espaldas, creo que es necesario diferenciarlos.
Doria se sintió de repente un poco mareada y pensó que no entendía en absoluto lo que estaba pensando.
Édgar continuó:
—Ahora que has dejado claro que no puedes dejarme, será inapropiado si no te muestro mi sinceridad.
Doria extendió la mano para tocar su frente. La sentía caliente. Parecía que Édgar estaba inconsciente a causa de la fiebre.
Cuanto más pensaba Doria en ello, más se enfadaba. Doria no pudo evitar darle una patada.
Édgar movió ligeramente. Pensó que Doria había tenido una pesadilla y, subconscientemente, la atrajo hacia sus brazos y le dio unas palmaditas en la espalda, que fueron un consuelo silencioso.
Doria curvó los labios en una ligera sonrisa. No importaba. No quería seguir con este problema ahora.
...
En el otro lado...
Cuando Ning llegó a casa, encontró a su padre sentado en el sofá con una expresión sombría.
Recordó la bofetada en su cara e inconscientemente se encogió:
—Papá...
Rodrigo miró hacia ella:
—¿Se supone que debes arrodillarte en la sala ancestral? ¿Quién te ha permitido volver?
Ning bajó la cabeza y tartamudeó durante un buen rato, pero al final no desveló a Boris.
Rodrigo lanzó un largo suspiro:
—Ning, te lo he dicho varias veces, pero ¿por qué no escuchas mis palabras? ¿Cómo te atreves a contradecir a esos decanos del público? ¿Has mostrado algún respeto a tu abuelo?
Ning frunció el ceño:
—Pero creo que el matrimonio es asunto mío y no tiene nada que ver con ellos. ¿Por qué tengo que escuchar sus sugerencias?
—Boris es el patriarca de la familia Curbelo. ¿Hay alguna desventaja para que te cases con él? Además, yo te respaldaré y él no se atreverá a intimidarte.
—Pero todavía quiero encontrar una persona que me guste. Más... Además, es mi tío y me parece muy extraño.
Rodrigo se rió airadamente y dijo:
—¿Una persona que te gusta? ¿Édgar? ¿Sólo lo has visto varias veces y crees que te gusta?
Ning replicó tercamente:
—Me enamoré de él a primera vista.
—Bien. Entonces responde a mi pregunta. ¿Sabes quién es la dama arrodillada en la sala ancestral?
Ning se quedó atónita:
—Me enteré por Boris de que era su tía. Parece que estaba dispuesta a ser borrada del árbol genealógico con tal de dejar Curbelo. Así que supongo que alguna vez fue miembro de la familia Curbelo.
—Es cierto que fue miembro de la familia Curbelo, pero al mismo tiempo es la madre de Édgar. También deberías llamar a Édgar tío.
Ning se quedó sin palabras.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...