Después de rodar el anuncio, todavía tenían que hacer fotos de promoción.
Durante todo el día, no habían terminado de rodar a las 22:30 horas.
Viendo que se hacía tarde, Doria se acercó a Claudia y le preguntó:
—¿Ismael todavía tiene que disparar?
Claudia hojeó el programa de rodaje:
—Creo que eso es todo. Ya casi ha terminado con sus tiros.
Dijo Doria:
—Entonces le dejaré volver primero. Tiene clase mañana.
—Muy bien, que vuelva —Con eso, Claudia agitó su mano hacia Ismael y dijo:
—Adiós, guapito.
Después de entrar en el vestuario, Ismael se cambió de ropa y la colgó en la percha de al lado.
Acababa de salir del vestuario cuando vio a Doria de pie en la puerta.
preguntó Doria:
—¿Qué pasó contigo y con Leila?
Respondió Ismael:
—¿Qué?
Dijo Doria:
—Ustedes dos se veían raros durante el rodaje. Había algo mal en el ambiente.
Ismael desvió la mirada hacia un lado y miró hacia otro lado:
—Nada.
—¿Le confesaste tu amor y te rechazó?
Ismael permaneció en silencio.
Al ver que evitaba responder, Doria supuso que así debía ser.
Dijo Ismael:
—No he confesado.
—Entonces, ¿qué está pasando?
Mientras avanzaba, Ismael dijo:
—Ella lo sabe.
Doria salió a su lado y permaneció un momento en silencio antes de continuar:
—Tampoco parecías no querer que lo supiera.
Ismael no dijo nada y admitió tácitamente.
Doria suspiró, sí, la gente que se enamoraba de alguien no podía ocultar su afecto a los ojos, pero tampoco podía evitar querer estar más cerca de esa persona.
Especialmente para el caso de Andrés, no había manera de que Ismael lo dejara pasar sólo porque Leila pudiera enterarse.
Leila se enteraría de esto tarde o temprano.
Tras dirigirse a la puerta, Doria añadió:
—¿Y cómo lo hablaron?
La lluvia seguía golpeando en el exterior y, a diferencia de antes, hacía un poco de frío.
Parecía que el otoño estaba a la vuelta de la esquina.
Respondió Ismael:
—No dijimos nada, discutamos esto en otro momento.
Ni él mismo sabía cómo sería el futuro.
Doria guardó silencio durante unos segundos y se limitó a decir:
—Tomemos un taxi.
Sin embargo, probablemente porque estaba lloviendo y el lugar de rodaje estaba un poco alejado, no vino ningún conductor.
Ismael guardó su teléfono:
—Hay una estación de metro más adelante, caminaré hasta allí.
Doria lo detuvo. —Esa estación de metro está a casi dos kilómetros. Está lloviendo tanto que si vas andando te vas a resfriar mañana. Esperemos un poco más. Si todavía no hay ningún conductor que responda, te enviaré de vuelta más tarde.
Ismael echó un vistazo a la lluvia nocturna, no pudo evitar pensar en algo.
En ese momento, una voz masculina relajada llegó desde un lado:
—¿No puedes conseguir un taxi?
Doria volvió la cabeza, y sólo entonces se dio cuenta de que Édgar había llegado en algún momento. Su Rolls Royce estaba aparcado no muy lejos de ellos.
Por alguna razón, le pareció que sonaba bastante travieso.
Édgar se puso al lado de Doria y le dijo a Ismael de buen humor:
—Llámame cuñado y haré que el conductor te lleve de vuelta.
Ismael se quedó sin palabras.
También lo hizo Doria.
Ismael retiró su mirada y miró a Doria:
—Tengo que irme.
Con eso, estaba listo para correr hacia la lluvia.
Dijo Édgar:
—Para.
Ismael volvió a mirar a Édgar.
añadió Édgar:
—Si no me llamas cuñado, tampoco quieres que mi hijo te llame tío.
Respondió Ismael:
Dijo Claudia:
—No hay problema.
Añadió:
—Revelaré las fotos mañana y te daré una copia también.
Doria asintió suavemente:
—Muy bien.
Hablando de eso, Claudia le dijo a Leila:
—Ismael es guapo, ¿verdad? Seguro que no te avergonzará como compañero.
Tras dos segundos de silencio, Leila dejó escapar una risa seca.
Doria tosió y desvió el tema:
—¿Cuánto tiempo más se tardará en terminar el rodaje?
Dijo Claudia:
—Tomen un descanso de diez minutos y luego continúen filmando. Creo que deberíamos poder terminar a la una.
Doria asintió suavemente:
—Muy bien.
Claudia pensó un momento y dijo:
—Doria, ya puedes volver con el Sr. Santángel. No tenemos nada más que hacer aquí, volveremos directamente después del rodaje.
—Dejadme que os espere y nos vayamos juntos.
Claudia escupió la lengua y susurró:
—En realidad, quiero que te lleves al señor Santángel. Todos están bastante nerviosos con su presencia.
Doria giró la cabeza para mirar a Édgar y al instante captó su mensaje. Édgar era como un jefe que viene a inspeccionar a los empleados, sentado allí con un rostro indiferente e inexpresivo, haciendo que la gente se sintiera crispada.
Doria se rió:
—Bueno, me tengo que ir.
Tras despedirse de Claudia y Leila, Doria se fue con Édgar.
Dijo Édgar:
—¿No dijiste que querías quedarte más tiempo?
Dijo Doria en un tono perezoso:
—Gracias al Sr. Santángel, por supuesto.
Édgar levantó ligeramente las cejas. —En ese caso, ¿no deberías agradecérmelo como es debido?
Doria quería poner los ojos en blanco.
Este hombre no podía sentirse halagado, de lo contrario sería demasiado complaciente consigo mismo.
Poco después de subir al coche, el teléfono de Doria vibró varias veces y fue Claudia quien le envió las fotos.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...