Mi única en millón romance Capítulo 60

La expresión del director Kenzo se iluminó y estaba a punto de hablar cuando escuchó un fuerte golpe y la mujer en el escenario cayó al suelo que atajo la intención de todos.

Los que estaban cerca se habían reunido alrededor de ella enseguida.

«¿Cómo pueden ocurrir tantas cosas en una mañana?»

«No es un casting, sino están actuando en vivo.»

El subdirector odiaba a esta mujer en el escenario, pero no podía demostrarlo. Se apresuró a llamar al número de emergencias.

—¿Qué pasa?

—No lo sé. ¿Está fingiendo para conseguir la simpatía de todos?

—A mí no me lo parece. Su cara está tan pálida que parece que se ha desmayado de verdad por comer poco todos los días para perder peso.

—Este vestido muestra su figura, y ella debería hacer pagado el precio.

—Si yo fuera ella, me daría vergüenza vivir en el mundo. La sonrisa de esa chica es mejor que su actuación.

Hubo mucha discusión, y atrajo mucha atención de las personas que pasaron por aquí.

A Isabel no le importaba la situación de la mujer de vestido rojo. Miró por la ventana y, de repente, vio una espalda familiar y se levantó inmediatamente.

—¿Qué pasa? —Felicia pensó que Isabel estaba preocupada por la salud de la mujer y quería ver su situación.

«Pero ella nunca se ha preocupado por este asunto.»

Era normal que muchas actrices perdían peso hasta desmayarse solo para quedar bien ante las cámaras

Antes se rumoreaba que había actrices que no comían nada durante un día.

Ellas mismas eran el culpable, que eligieron una forma tan extrema para perder peso.

—Volveré más tarde —Sin dar muchas explicaciones, Isabel se fue.

Isabel se acercó, pero la mujer no dio cuenta de ella. Pero el hombre vio a Isabel y dejó de hablar.

—¿Por qué has parado?

Lidia estaba rellenando el informe de investigación, y al darse cuenta de que la persona que estaba a su lado dejó de hablar, levantó la cabeza y vio a Isabel.

El aura de Isabel era tan fuerte que Lidia dio un paso atrás.

Sin embargo, cuando pensó en la última vez que se encontraron en la empresa, Isabel había hecho que Vicente le diera un castigo, no pudo evitar apretar los dientes.

Nunca había sido tan embarazosa desde que comenzó a trabajar en la empresa Sánchez.

Pero no podía hacer nada por la identidad de Isabel, tampoco podía fingir que no conocía a Isabel ahora.

Lidia se rio de mala gana:

—Señorita Vargas, ¿por qué está aquí también?

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