Temprano a la mañana siguiente.
Después de que René preparó el desayuno, montó en su ciclomotor eléctrico para ir al Grupo Gran Reino.
Aparcó el ciclomotor junto al aparcamiento del Grupo Gran Reino. Cuando acababa de cerrar el coche, un sedán negro de Bentley se aparcó lentamente en una plaza de aparcamiento de enfrente.
René levantó la cabeza por casualidad y vio a una pareja joven bajándose del auto.
El hombre vestía de un traje de alta gama, lucía mucho y se veía elegante, mientras que la mujer tenía una pinta coqueta. Aunque un poco vulgar, se la podía considerar una belleza no muy común.
Resultó ser la prima de Amelia, Zoé, y su prometido, Álvaro, el señorito de la familia Navarro.
René no sabía qué querían hacer Zoé y Álvaro en el Grupo Gran Reino, pero para evitar problemas, se dispuso a mantenerse alejado de ellos.
Inesperadamente, cuanto más quería esconderse de algo, ese algo pasaría con más probabilidad.
La aguda vista de Zoé lo vio de inmediato y gritó, -¡Ay, René!-
Zoé lo llamó con mucho afecto, pero René no pudo evitar sentir que estaba en problemas después de escucharlo.
Por cortesía, solo pudo detenerse. Cuando los dos se acercaron, sonrió y dijo, -Zoé, ¿por qué estás aquí?-
Zoé rio, -¡Álvaro y yo vamos a visitar la vicepresidenta Tara Ortiz del Grupo Gran Reino!-
Después de eso, miró a Álvaro con admiración y dijo, -La familia de Álvaro tiene mucha cooperación con el Grupo Gran Reino. En el futuro, no solo podrá ayudar a la familia Navarro, sino también a la familia Torrez.-
René no sabía que la familia Navarro tenía una cooperación con el Grupo Gran Reino. Después de todo, se había convertido en el jefe del Grupo Gran Reino hacía poco y no tuvo tiempo de enterarse de eso.
Pero no lo demostró, solo sonrió y dijo, -Señor Álvaro tiene un temperamento extraordinario y una buena competencia. ¡Realmente hacéis una buena pareja!-
Álvaro miró a René con desprecio, sintiéndose injusto en su interior.
Ayer ese plebeyo fue insultado por Carmen de esa forma humillante, pero hoy ya estaba sonriendo como si no hubiera pasado nada.
¿Por qué una belleza tan deslumbrante como Amelia se casaría con ese inútil?
Si no fuera por ese inútil, definitivamente conquistaría a Amelia desesperadamente, y no se habría comprometido con esa Zoé que era peor que su prima en todos los aspectos.
Al pensar en eso, Álvaro se enojó y preguntó deliberadamente, -¿Para qué has venido al Grupo Gran Reino, René?-
René dijo casualmente, -Vengo a buscar trabajo.-
-¿Buscar trabajo?- Se burló y dijo, -Eres un inútil que no sabe hacer nada bien, ¿cómo te atreves a venir al Grupo Gran Reino a buscar trabajo?-
René frunció el ceño, -¿Qué tiene que ver contigo que esté buscando trabajo?-
Zoé detuvo a René con la intención de mofarse de él. Así que al ver que Álvaro había empezado primero, de inmediato se burló, -¿Qué pasa? ¿Acaso Álvaro se equivoca?-
René resopló con frialdad, entró en el ascensor y le dijo, -Álvaro, ¿te crees genial? Créeme, ¡pronto pagarás por tu arrogancia!-
-Vete a la mierda...- Álvaro quiso correr hacia el ascensor.
Pero Zoé le tiró de la mano y le dijo en tono de desprecio, -Álvaro, no tomes el mismo ascensor con este inútil, que si no te contagiará su inutilidad.-
Álvaro asintió con la cabeza, sabiendo que no podía hacerle nada allí. Dijo con frialdad, -¡Te lo dejo pasar esta vez, pero te daré una buena lección la próxima vez!-
...
René tomó el ascensor directamente hasta el último piso donde se encontraba la oficina del presidente.
Dylan ya se lo había arreglado todo en el Grupo Gran Reino, y la encargada de informarle todo era una mujer llamada Tara Ortiz.
Tara era muy conocida en la Ciudad J. Era la mujer profesional más famosa de la Ciudad J. No solo era hermosa, también era muy capaz en el ámbito del trabajo. Por eso llegó al puesto de vicepresidenta del Grupo Gran Reino a una edad joven. Ella contribuyó mucho para que la empresa tuviera el éxito que tenía hoy en día.
El Grupo Gran Reino había sido adquirido por la familia Arango, el presidente original había abdicado y Tara se quedó para ayudar al nuevo presidente.
Tara se sorprendió al ver a René. ¡No esperaba que el señorito René que decía Dylan fuera tan joven y agradable!
Luego no se atrevió a demorar un minuto más, e inmediatamente dijo con mucho respeto, -Señor René, por favor, venga a mi oficina.-
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