NADIE COMO TÚ romance Capítulo 101

Aitor no esperaba que Valeria supiera el origen de este collar.

Pero en este momento, dejó de lado esa idea y agarró la muñeca de Valeria con una mano y su delgada cintura con la otra, en un instante la distancia entre los dos se hizo hermética.

—Valeria.

Agachando la cabeza, miró a Valeria, cuya voz aún contenía algo de enojo.

—Que te quede claro que, si este collar te puede poner en peligro, ¡preferiría romperlo que verte en peligro!

Valeria estaba buscando la mano de Aitor desesperadamente, cuando escuchó esto, de repente se quedó atónita.

«¿Qué quiere decir? ¿Ha roto el collar por mí? Imposible? ¿No es el collar que le dio la e xnovia que tanto le gustaba? ¿No es lo más importante para él? ¿Por qué lo ha roto por mí?»

Valeria sintió que alguien plantó unas semillas de amor en su corazón, ahora mismo estaban intentando brotar. Ese sentimiento estaba cada vez más claro, pero no se atrevía a enfrentarlo.

No tenía tiempo de pensar en ello, porque Aitor de repente se dio cuenta de algo y le agarró la barbilla, luego frunció el ceño y la miró.

—Valeria, ¿te ha pasado a los ojos?

Ni siquiera se había dado cuenta de eso antes porque estaba demasiado enojado. Los ojos de Valeria estaban anormalmente rojos, incluso un poco borrosos.

Enseguida entró en pánico y rápidamente llevó a Valeria a la cama para que se tumbara, luego agitó la mano delante de ella.

Valeria frunció el ceño rápidamente.

—No estoy ciega. Solo que veo las cosas borrosas.

—¿Borrosas?

La voz de Aitor era un poco baja.

—Maldita sea, ¿por qué no se lo has dicho al médico?

Con eso, ignoró la reacción de Valeria para llamar directamente al timbre del médico.

Valeria sintió que el Aitor de hoy parecía estar particularmente agitado, era tan diferente de lo habitual.

—Porque no me lo tomé en serio al principio, pero ahora me duele un poco.

La preocupación se hizo más fuerte en la mirada de Aitor, e incluso se olvidó de continuar el tema de antes. Se limitó a poner su mano grande sobre los párpados de Valeria y la obligó a cerrar los ojos.

—No mires más, espera a que venga el doctor.

Valeria estaba acostada en la cama obedientemente, sin intención de resistirse, solo pensando que podía portarse bien si Aitor no se enfadara más.

El médico llegó pronto. Después de una revisión rápida a Valeria, dijo que era debido a que el humo del incendio le entró en los ojos, que era curable con algunas gotas medicionales, pero que, debido a la falta de hidratación en los ojos, lo mejor era no usar los ojos mucho en estos días.

En el entendimiento de Valeria, no usar los ojos simplemente era no leer libros ni ver la televisión, pero Aitor era un tipo tan exagerado que le pidió al médico que le preparara un antifaz para dormir.

—Estás exagerando mucho.

Valeria no pudo evitar protestar.

—Tampoco es que tenga una enfermedad muy grave. Si tengo los ojos tapados, no puedo llevar una vida normal.

—No es necesario que lleves una vida normal.

En ese momento, Aitor parecía más directo y dominante que solía ser, sin dar explicaciones, le puso el antifaz a Valeria, su tono no dejaba ninguna réplica.

—Yo te cuidaré.

—Pero tienes que ir a trabajar...

Valeria se vio obligada a cubrirse los ojos. La oscuridad tapó toda su visión. No se sentía segura en absoluto. Quería quitárselo, pero Aitor le tomó las manos.

—Ya avisé a la empresa de que estaré trabajando aquí estos días.

—¿Qué?

Valeria se quedó atónita e incluso se olvidó de quitarse el antifaz.

—¿Vas a trabajar aquí?

Aitor apretó levemente su mano en el apoyabrazos, cuando volvió a hablar, su voz se volvió extremadamente fría.

—Que vengan Estela y Sebastián.

Media hora después, Aitor dispuso a varios guardias de seguridad en la sala de Valeria, luego se fue al almacén subterráneo del hospital por su cuenta.

En el almacén, había dos personas que estaban atadas al suelo, eran un hombre y una mujer.

La puerta del almacén se abrió y un hombre delgado en silla de ruedas se deslizó lentamente hacia el interior, finalmente se detuvo frente a los que estaban atados.

Al verlo, el cuerpo de la mujer tembló y exclamó:

—¡Señor! ¿Por qué nos ha atado aquí?

Estela nunca se habría imaginado que el señor Aitor, a quien había cuidado con todo su corazón, algún día la secuestraría a un lugar así.

Aitor la ignoró, solo dijo con indiferencia:

—Sebastián, Estela, al fin y al cabo, sois los veteranos de la familia Cabrera, no quiero ser cruel con vosotros, así que es mejor que me lo confeséis voluntariamente.

Estela tembló y pareció confundida.

—¿Qué quiere que confiese? Señor, ¿ha malentendido algo?

Aitor seguía sin responder a su pregunta, solo miraba a Sebastián.

—Sebastián, ¿no tienes nada que decir?

Sebastián había estado hosco desde que entró, mirando a Aitor, de repente se rio de manera peculiar.

Aitor no lo apresuró.

Después de que Sebastián se rio a carcajadas, miró a Aitor y dijo con frialdad:

—Es una lástima que un incendio tan grande no haya matado a esa mujer.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: NADIE COMO TÚ