En la otra habitación del hotel, Vicente abrió los ojos mientras estaba aturdido, sentía que le pesaba mucho la cabeza, pero los recuerdos de la noche anterior aparecieron poco a poco.
Recordó que todos se lo pasaron genial en el karaoke y bebieron mucho vino. Su tolerancia del alcohol estaba por debajo de su nivel habitual, además, se sentía muy extraño porque le ardía todo el cuerpo.
Anoche vio a Valeria salir de la habitación del karaoke tambaleándose. Tenía miedo de que estuviera en peligro, así que luchó por levantarse y salir. Después de eso, parecía que alguien lo sostuvo y Valeria desapareció de su vista.
Justo cuando Vicente estaba acostado en la cama pensando en lo de anoche, una mujer le acarició suavemente el cabello.
Se sobresaltó y vio a Diana a su lado, desnuda y mirándolo con ojos tímidos y amorosos.
Cuando Vicente vio a la desaliñada Diana acostada a su lado y el desarreglo en la habitación, de repente comprendió lo que había pasado anoche.
De repente le entró una desesperación.
«¿Cómo pude...? Ya no pensaba acostarme más con Diana, ¿cómo pudo pasar todo esto?»
Al mismo tiempo, Diana lo abrazó muy tierna, cuyos ojos se volvieron más encantadores.
Debía admitir que Diana tenía su encanto. ¡Sus apasionadas acaricias casi hicieron que Vicente perdiera el control!
Pero el último rastro de juicio le hizo apartar a Diana con fuerza, saltó de la cama, recogió la ropa del suelo y corrió al baño.
Por su lado, Diana fue arrojada a la cama. ¡Estaba atónita, e incapaz de reprimir el resentimiento que sentía por dentro!
¡Se había entregado a Vicente una y otra vez, pero aparte de que no la apreciaba, incluso se llevaba disgustos por ella! Si fuera Valeria, ¿la rechazaría?
Anoche, si no hubiera drogado la copa de Vicente con anticipación, ¡no se habría acostado con ella!
Diana todavía recordaba la apasionada escena que los dos tuvieron anoche. Pero lo que más recordaba era que Vicente no paraba llamar el nombre de Valeria mientras estaban haciendo el amor. Pensando en eso, apretó el puño con fuerza.
«En ese momento de alegría, ¡solo pensaba en esa maldita mujer! ¡Qué odioso! ¡Qué asco!»
Sin embargo, no iba a renunciar a la oportunidad que le costó tanto para conseguir, por lo que la soportó. ¡Le valía la pena hacer lo que fuera para conseguir a Vicente!
En el baño, Vicente abrió el grifo al máximo, cuando el agua fría se vertió en su rostro, calmó por completo sus emociones.
Las escenas que sucedieron anoche parecían normales, pero también parecían ser maquinadas por alguien.
«Diana apareció en la entrada del karaoke, su tolerancia de alcohol fuera de lo habitual, luego terminaron en la cama... Todo es raro»
Recordó la foto que Diana había puesto en el banquete de ese entonces y sintió que no era tan simple como aparentaba.
Empezó a sentir miedo por esta mujer.
«¿Acaso tengo que investigar más a Diana?»
Vicente terminó de asearse apresuradamente. Una vez fuera del baño, vio que Diana lo estaba mirando sonrientemente con la ropa cambiada, entonces desvió la mirada porque no tenía intención de hablar con ella.
Aunque las hermanas se parecían un poco, la cara sonriente de Valeria era insuperable.
Bajó la cabeza para tomar el reloj, el móvil y algunas otras cosas, luego le dijo débilmente: —Tengo mucho trabajo que hacer, pues hasta luego.
—¡Vicente!
Diana quería decir algo con ansiedad, pero Vicente no la quería dedicar ni una mirada más antes de cerrar la puerta con un portazo.
Estaba enojada, pero teniendo en cuenta su vínculo parentesco, solo le advirtió con voz fría: —¡Diana, deja claro lo que has hecho!
Diana miró a Valeria con más resentimiento. Frente a Valeria, siempre tenía que estar orgullosa como una reina, no podía perder en nada.
—¿Qué he hecho? Solo estoy diciendo la verdad. Sabes mejor que nadie lo que has hecho anoche. Viniste al hotel estando casada. Encima tienes relaciones escandalosas con otros hombres. ¿Cómo eres tan descarada de preguntármelo a mí?
Diana se emocionaba mucho insultándola, estaba desahogando todos los agravios que sufrió por Vicente en la mañana.
No obstante, una voz solemne le llegó al oído en este momento y le dejo de piedra.
—Diana, ¿sabes con quién estás hablando?
Diana volvió la cabeza y vio al hombre extremadamente guapo en una silla de ruedas, quien se les acercaba deslizando la silla de ruedas lentamente. Este hombre sobresaliente atrajo la atención de todos tan pronto como apareció en el vestíbulo del hotel.
Diana se sorprendió.
«¿Aitor? ¿Por qué está aquí?».
Pero no le tenía miedo, en cambio dibujó una sonrisa su rostro y dijo:
—Presidente Aitor, has llegado justo a tiempo, ¿sabes que Valeria y…?
Aitor la interrumpió de inmediato, mirándolo con severidad y frialdad, y dijo:
—¿Qué pasa? ¿Tanto te interesa saber lo que tu hermana y cuñado hemos hecho anoche?
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