NADIE COMO TÚ romance Capítulo 126

No cabía duda de que la apariencia de Nicolás daba un aire de poco serio. Sin embargo, cuando se ponía a hacer cosas, era todo un eficiente.

Al día siguiente de su encuentro con Aitor, Nicolás quedó con Liam Hernández en la Cafetería Océano.

Nicolás fue el primero en llegar, pidió una taza de café con leche y dos postres, miró el entorno y la gente que lo rodeaba, buscando si había bellezas a sus alrededores.

Después de un rato, Liam llegó como acordaron.

La aparición de Liam inmediatamente provocó un gran alboroto en la cafetería. ¡Porque era demasiado guapo! ¡Demasiado atractivo! ¡Tenía una cara perfecta que podía fascinar a todo el mundo!

Todos los que vieron a Liam pensaban que los hombres guapos del mundo deberían tener esa cara linda y delicada, no sería una exageración describir a este hombre que acababa de entrar como la encarnación de la divinidad.

¡Todos estaban asombrados por ese hombre guapo!

La camarera querían acercarse a él para entablar una conversación, pero como era demasiado hermoso, no se atrevió a acercarse por timidez.

La apariencia de Liam era extremadamente delicada, tenía la nariz alta, ojos grandes, y labios muy sexy. Llevaba una vestimenta al estilo británico que lucía muy decente, muy ajustada a su figura y apariencia. En resumen, hizo que todas las mujeres presentes se quedaran atraídas sintieran por él.

Liam Hernández era el señorito de la familia Hernández, que era una familia erudita. Era el hermano de Sabela. Los padres de Liam y Sabela habían fallecido hacía mucho tiempo, ahora solo quedaba Liam en la familia, era el único que sustentaba los negocios de la familia Hernández. Se decía que la familia Hernández estaba decayendo.

Después de que Liam se sentara con gracia, tomó el menú para pedir un café. Todavía había mujeres que no le quitaban los ojos de encima.

Nicolás lo vio y dijo en broma:

—Al parecer tu encanto no ha disminuido nada, y sigues atrayendo tanta atención.

Liam pidió una taza de café negro, luego le dijo a Nicolás:

—Tú sigues igual, no te has cambiado nada. A tu lado nunca faltan bellezas.

Nicolás sonrió, asintió con la cabeza y le dijo:

—Ja, ja. Teniendo en cuenta nuestra relación, creo que no es necesario tanta formalidad.

Liam preguntó:

—Pues dime, ¿para qué me has hecho salir?

—¿Eh? ¿Solo puedo quedar contigo por algún asunto?

«Este Liam realmente es astuto»

Nicolás pensó para sí mismo.

Liam le dijo:

—Vale que otros no te conozcan, pero yo te conozco mejor que nadie.

Nicolás pensó:

«¿Por qué no se lo pregunto directamente? No, ¿qué pasará si es Liam de verdad y no lo admite? Tengo que recurrir a tácticas indirectas».

Le preguntó:

—Liam, ¿te has enterado del cierre de mi fábrica de pañuelos de seda?

Liam asintió, extendiendo las manos dijo:

—Me han dicho que se cerró en un muy poco tiempo. Fue increíble. Parece que no le has dado ninguna importancia a tu fábrica, ¡qué lástima!

—¡¿A que sí?! ¡Es toda una lástima!

Nicolás maldijo en su corazón:

«Me cago en todo, si no fuera por el quisquilloso Aitor no se habría cerrado, ¡tenía unas ventas geniales! ¡Qué pena me da pensando en esto!»

Nicolás pensó y le preguntó a Liam:

—Recuerdo que hace dos años, te di varios pañuelos de seda, ¿no? ¿Has perdido los pañuelos?

Liam no podía deducir lo que Nicolás le quería decir, pero era obvio que había algo entrelínea. Así que dijo deliberadamente:

—¿Cómo me voy a acordar de los asuntos de hace dos años?

Nicolás pensaba que era mejor preguntar sin rodeos. Bajó la cabeza, suspiró y preguntó:

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