En la habitación oscura no se veía nada de nada.
Calor…
Hacía mucho calor.
Mientras luchaba y gemía, Valeria sintió que su cuerpo se hundía y se pegó algo frío a su piel.
Valeria quiso abrazar esa frialdad con avidez, de repente notó el aliento agitado de un hombre.
¡No!
Valeria recobró un poco el conocimiento en aquel momento, se resistió a alejarse del hombre, pero ya fue demasiado tarde.
Un dolor desgarrador en su parte íntima la hizo gritar.
Inmediatamente después, le llegó la ofensiva cada vez más feroz y violenta, una tras otra.
Dolor, odio y vergüenza casi ahogaron a Valeria. Quería luchar, pero no tenía fuerza, no le quedó otro que soportarlo...
De la oscuridad y dolor interminables, le invadieron poco a poco los recuerdos tristes a Valeria.
En una noche de tormentas tronando sin parar.
Valeria arrastró su cuerpo magullado, se envolvió en su camisa rota y caminó tambaleándose bajo la lluvia torrencial. Sosteniendo su móvil en la mano marcó un número una y otra vez.
«Vicente,Vicente, ¿donde estás? Tengo miedo, sálvame... »
Pero no importaba cuántas veces marcó ese número, todo lo que escuchó fue una fría voz femenina.
—Lo siento, el número al que llama no está disponible por el momento. Vuelve a intentarlo más tarde.
Al final, Valeria no aguantó más, y cayó en la lluvia
***
Aitor no pudo evitar fruncir el ceño cuando vio que Valeria no paraba de sudar en la cama. Miró al médico que estaba al lado y preguntó ansioso, —¿De verdad que está bien?
—No se preocupe, señor Aitor. La señora Valeria tiene fiebre por el resfriado. Supongo que está teniendo una pesadilla.
Las cejas de Aitor se relajaron un poco después de escuchar la explicación.
Después de que el médico se fue, Aitor miró a Valeria quieriendo acariciar la frente. En ese momento, Valeria comenzó a temblar.
—¿Valeria? —Aitor frunció el ceño de nuevo— ¿Estás bien?
Valeria obviamente no estaba despierta y parecía estar murmurando.
Aitor arqueó más las cejas, se inclinó un poco y escuchó lo que estaba susurrando.
—Vicente, ayúdame, ¿dónde estás? Vicente, créeme.
¿Vicente?
Aitor se enderezó, cuyos ojos se hundieron levemente.
Obviamente era el nombre de un hombre.
Miró a Valeria, quien estaba mostrando una debilidad y dependencia que Aitor nunca había visto antes.
Pensándolo bien, desde que conoció a esta mujer, siempre había sido cautelosa y distante. Parecía que nunca había pensado en depender de él.
Pero en sus sueños, mostró nostalgia y dependencia hacia el otro hombre llamado “Vicente”.
Le había pedido a Jacobo que investigara el pasado de Valeria. Pero él siempre buscaba eficiencia, por lo que solo leyó el resumen sin prestar atención a los detalles.
Por ejemplo, sabía que tuvo un primer amor inolvidable. Pero hacía dos años, se separaron después de que ocurriera aquello. No preguntó por el nombre y la identidad de su primer amor. Seguro que sería este Vicente.
Pensando en esto, Aitor se sentía molesto sin ninguna razón.
En ese momento, Valeria abrió lentamente los ojos.
Aitor dejó a un lado sus pensamientos y le inquirió, —¿Estás bien?
Valeria descubrió que estaba en la habitación de la mansión con un goteo en la mano.
—¿Me trajiste de vuelta? —preguntó Valeria. Sentía como si su garganta estaba a punto de arder.
Al sentir la frialdad del ungüento en la barbilla, Valeria se dio cuenta de que Aitor era mucho más dominante y incompresible.
—Ya lo sé —sus manos estaban sudando inconscientemente.
—Descansa pronto —Aitor giró su silla—. Esta noche dormiré en la habitación de invitados.
Salió del cuarto sin esperar la respuesta de Valeria.
En la habitación, Valeria se rescostó sobre la cama pero no tenía nada de sueño.
Al día siguiente.
Valeria tenía un poco más de fuerza después del tratamiento del médico y decidió ir a trabajar. Cuando se levantó a coger sus cosas, descubrió que su bolso había desaparecido y en su lugar había un bolso de marca.
—Estela —en ese momento, vio a Estela subir para recoger las cosas y le preguntó—, ¿dónde está mi bolso?
—Señora Valeria, ayer la lluvia empapó su bolso. El señorito pidió que te comprara uno nuevo.
Valeria no sabía qué hacer.
Reconoció que el bolso nuevo era de Chanel, una marca que costaba mínimo miles de euros, algo que no podía permitírselo con su salario. Pero el suyo había sido tirado a la basura y no tenía otros, por lo que solo pudo coger ese.
Al bajar a desayunar, Valeria estaba a punto de llamar a un taxi cuando Aitor dijo, —Aún estás enferma. Hoy te llevaré yo.
—No te hace falta —Valeria se puso nerviosa—. Puedo sola...
Pero Aitor ya había salido por la puerta, sin darle tiempo para rechazarlo.
A Valeria no le quedó otro que seguirle hasta el coche.
Afortunadamente, Aitor entraba a trabajar antes que ella. Cuando el Bentley llegó a la revista, no había nadie en la planta baja. Después de decir adiós, rápidamente se bajó del auto.
Aitor miró su espalda fijamente.
¿Qué reacción era esa? ¿Tanto miedo tenía de que otros supieran su relación?
Valeria salió del auto demasiado rápido e ignoró las miradas provenientes de detrás.
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