NADIE COMO TÚ romance Capítulo 290

Valeria se durmió llorando y se despertó a la mañana siguiente para encontrarse bien debajo de las sábanas, presumiblemente porque Aitor había entrado y la había arropado.

Pero Valeria no vio a Aitor. Pero eso estaba bien, ella no quería verlo ahora.

Después de lavarse, Valeria bajó a desayunar. Pensó que Aitor había salido, pero en cambio lo vio sentando a la mesa.

De pie, Valeria dudaba si debía girar la cabeza e irse, o sentarse a desayunar.

—Valeria, te has levantado —Aitor también se percató de la llegada de Valeria y le dijo con un rubor poco natural— Ven a desayunar ya.

Como Aitor ya había hablado, Valeria no tuvo más remedio que dar un paso hacia la mesa. En lugar de sentarse al lado o enfrente de Aitor, como era habitual, Valeria eligió el asiento más alejado de él.

Aitor sabía que Valeria estaba enfadada consigo mismo. Anoche cuando volvió al dormitorio encontró a Valeria dormida. Después de ajustar su posición y arroparla, Aitor había querido acostarse a su lado. Pero pensando en su anterior discusión, Aitor se dirigió a la habitación de invitados.

Durante toda la noche, Aitor había estado pensando en formas de convencer a Valeria, pero al final no se le ocurrió nunguna salida.

Si Valeria estaba convencida todo el tiempo de que llevaba a su propio bebé en su barriga, ¿cómo podía lograr que lo abortara?

Tras un momento de vacilar, Aitor miró a Valeria, que estaba sentada lejos de él y había estado comiendo con la cabeza gacha, y dijo:

—Valeria, sobre la discusión de anoche, es que...

Cuando escuchó que Aitor iba a mencionar la pelea, los dedos de Valeria se pusieron pálidos por haber agarrado con fuerza su tenedor.

«¿Está tan decidido a quitar al bebé de ella?»

Tras un momento de duda, Aitor continuó:

—Valeria, sé una buena chica y haz lo que te digo, no seas antojadiza, ¿vale? Realmente no podemos quedarnos con este bebé.

—¡¿Soy antojadiza?! —Valeria no pudo controlar más su ira y estalló—. Aitor, es nuestro hijo, aunque no lo fueras, sigue siendo una pequeña vida, ¡cómo puedes soportar renunciar a ella! Y ahora crees que estoy siendo antojadiza.

Al escuchar las palabras de Valeria, el rostro de Aitor, que seguía siendo templado, se enfrió de repente:

—¿Estás diciendo que aunque no sea nuestro bebé el que llevas, vas a seguir insistiendo en tenerlo?

—¿Qué quieres decir? —Valeria se quedó boquiabierta ante las palabras de Aitor— ¿Por qué el que se llevo conmigo es nuestro bebé, qué quieres decir con eso?

Aitor, sin embargo, se mantuvo en silencio, apretando los labios sin hablar, un aura gélida emanando de su cuerpo.

Valeria pensó que Aitor hablaba con rabia y no le dio importancia:

—Aitor, te digo que es mi bebé, y nunca permitiré que nadie le haga daño

Aitor no dijo nada en respuesta a las palabras de Valeria, y durante un rato un silencio incómodo se apoderó del comedor, una corriente de ira llenaba la habitación entre ellos, ninguno de los dos dispuesto a ceder primero.

—Este bebé debe ser abortado —un momento después, Aitor dijo esto antes de levantarse y salir del restaurante, cogiendo su maletín y dirigiéndose a la puerta.

«Temo que Valeria no me haga caso y no vaya al hospital a abortar el bebé. Seráa mejor dejar que ambos nos calmemos por un tiempo, y tengo que pensar en otras formas de hacerlo».

Valeria golpeó con fuerza el cuenco que tenía delante contra el suelo y estalló al instante en lágrimas.

Valeria sintió un escalofrío al pensar en las últimas palabras de Aitor.

«¿Acaso me forza tan cruelmente para que él y Sabela volvan a estar juntos?»

Tras descargar su ira, Valeria se sentó y se calmó lentamente.

«Si Aitor insista en que aborte al bebé, ¿puedo tenerlo sin problemas?»

Pensando en el poder de Aitor y en la forma en que había castigado a Diana en primer lugar, Valeria sintió una punzada de miedo en un instante. Tenía que encontrar una manera de desengañar a Aitor de esta idea rápidamente.

Valeria se devanó los sesos buscando a alguien que pudiera ayudarla, y sí, ¡el abuelo!

El abuelo, que siempre había querido tener un bisnieto, no lo aprobaría si supiera que Aitor iba a abandonar al bebé.

Con esto en mente, Valeria vio por fin un rayo de esperanza y, sin molestarse en limpiar los platos que se le habían caído al suelo, cogió su bolso y salió de la casa.

Cuando llegó a la villa de la familia Cabrera, Valeria vio que su abuelo acababa de terminar de desayunar y se paseaba por el jardín.

—Valeria, hace mucho tiempo que no vienes a ver al abuelo —al ver llegar a Valeria, el señor Julián soltó una sonora carcajada.

Pensando en lo que le había sucedido a Valeria tiempo atrás, el señor Julián volvió a mirarla con una mirada mimada. En todo caso, fue su familia Cabrera la que había agraviado a esta niña.

—Abuelo —Valeria se apresuró y tiró de la manga del señor Julián, con la voz teñida de sollozos—. Tengo algo que hablar con usted.

Al ver la mirada de urgencia de Valeria, el señor Julián también se puso serio:

—Vale, vamos dentro.

—Vale —Valeria siguió al señor Julián hasta su estudio.

—Valeria, ¿qué pasa? —preguntó el señor Julián, mirando a Valeria tras cerrar la puerta del estudio.

—Abuelo, estoy embarazada, pero ... —sollozó Valeria— pero Aitor él ... no acepta a este bebé.

—¡Estás embarazada! —ante esta noticia, el señor Julián también se puso nervioso.

—Sí —Valeria lloró y asintió, sin importarle la cara del señor Julián:

—Abuelo, ¿podría hablar con Aitor por mí? Quiero quedarme con el bebé.

—¿Cuántos meses tiene el bebé? —ignorando las palabras de Valeria, el señor Julián hizo con ansiedad la pregunta que más le preocupaba.

Al escuchar las palabras del señor Julián, Valeria se sintió un poco extraña, cómo fue que la primera pregunta que hicieron tanto Aitor como el abuelo cuando se enteraron de que estaban embarazados fue la edad del bebé.

Pero no le dio mucha importancia y resopló:

—El médico dijo que había pasado un mes.

¡Un mes!

Ante la respuesta de Valeria, la cara del señor Julián se puso fea.

«¿No fue hace un mes el día que secuestraron a Valeria? ¿Así que la chica está embarazada después de secuesro? No me extraña que Aitor no quiera quedarse con el bebé».

Al ver la mirada acomplejada del señor Julián, a Valeria le resultó familiar.

Aitor la había mirado con esa misma mirada ayer tras saber que estaba embarazada de un mes.

Un mal presentimiento surgió en su corazón;

«El abuelo no va a decir eso también, ¿verdad?»

—Valeria, no puedes quedarte con este bebé —la cara del señor Julián estaba llena de dificultad, aconsejando a Valeria que abortara a su bebé, algo que sí era un poco cruel—. Escucha a Aitor y vete al hospital para deshacerte de este bebé.

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