NADIE COMO TÚ romance Capítulo 332

—¡Qué!

Aitor estaba muy agitado por dentro, nunca pensó que el niño seguiría sin nacer.

Mirando a Valeria, que tenía el ceño fruncido, Aitor pensó que estaba molesta. Había amado tanto a ese niño que incluso se había divorciado por él. Debía ser muy triste para ella perder al niño.

—Valeria, no te alteres demasiado, tal vez Dios no quiera quedarse con este niño.

Aitor tranquilizó suavemente a Valeria y al mismo tiempo dijo en secreto en su corazón.

«Valeria, no te preocupes, más adelante tendremos nuestro propio hijo.»

Sí, Aitor había tomado la decisión de reconquistar a Valeria y convertirla en su esposa una vez más. La boda que le debía la última vez, se la compensaría de nuevo esta vez, ¡y quería que llevara un vestido de novia blanco para él!

Hace cinco años, Sabela estuvo confinada a una silla de ruedas durante la mayor parte de su vida debido a un error que cometió y que le inhabilitó las piernas. Por culpa, se obligó a renunciar a Valeria, con la intención de cuidar bien de Sabela en el futuro y acompañarla desde la sombra de su discapacidad.

Pero a medida que pasaba el tiempo, le resultaba imposible desprenderse de Valeria, incluso temporalmente. Desde que se fue, parecía estar en todas partes a la vista. La vio cuando comía, cuando trabajaba, cuando se despiertó en medio de la noche, ella parecía estar ahí con una sonrisa en la cara.

Pero cada vez que intentaba aferrarse a ella con alegría, se decepcionaba al comprobar que lo que veía era sólo un espejismo. A la larga, Aitor sintió que lo estaban volviendo loco.

Tenía la intención de esperar hasta que Sabela pudiera aceptar el hecho de que era discapacitada y podía vivir de forma independiente, entonces iría a América y perseguiría a Valeria para explicarle adecuadamente la dificultad de aceptar el divorcio.

Pero entonces se dio cuenta de que Sabela era cada vez más pegajosa. A veces, cuando él estaba ocupado con el trabajo y no podía estar con ella, lo llamaba constantemente e incluso mandaba a todas las criadas de la casa a buscarlo hasta que llegaba a casa.

En los dos últimos años, Sabela había asumido el papel de esposa del presidente del Grupo Lustre y había interferido en el trabajo de su personal, que había sido sustituido por dos secretarias.

Cada vez que no lo soportaba y trataba de explicarle a Sabela que no sentía nada por ella, ella lo miraba con los ojos llorosos como si hubiera sido terriblemente agraviada. Le preguntaba si le caía mal porque sus piernas eran discapacitadas. A veces incluso rompía cosas de forma maniática.

Tras consultar al médico, éste le dijo que quizá Sabela no había aceptado del todo el hecho de ser discapacitada en ambas piernas y le pidió a Aitor que intentara seguirle la corriente y que no dijera cosas que no quisiera oír para provocarla, pues de lo contrario su situación sólo empeoraría.

Pensando que Sabela estaba en ese estado por su culpa, Aitor no podía sino aceptar de mala gana.

Pero últimamente se había dado cuenta de que, como no podía dejar de lado a Valeria en su corazón y no había manera de que estara con Sabela, no podía dejar que las cosas siguieran así, porque si no les dolería a los tres a la vez.

Además, como Valeria había vuelto, no la dejaría escapar nunca más, ¡debía recuperarla de nuevo!

Pero Valeria desconocía las actividades psicológicas de Aitor. Cuando escuchó las palabras de Aitor, quiso darle una bofetada en la cara. ¿Qué dijo sobre que Dios no quería quedarse con el bebé? ¡Él era el que no quería quedarse con el bebé!

—Aitor, ¿por qué sigues fingiendo estar confundido ahora? Si no hubieras intentado abortar a este bebé en primer lugar por cualquier medio, ¡cómo iba a abortar el bebé! —dijo Valeria con los dientes apretados.

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