NADIE COMO TÚ romance Capítulo 346

Valeria respiró con dificultad una vez que llegó a la cubierta, tratando de sacar el aliento de su boca. ¿Para qué la tomaba Aitor, para tirarla y recogerla cuando quería?

Ya se sentía incómoda estando aquí con Simón, y ahora con Aitor, Valeria pensó que sería mejor volver cuanto antes.

Mirando el agua infinita que tenía delante, Valeria cerró los ojos y sintió la brisa salada del mar. Su corazón se calmaba e inconscientemente ella mostraba una expresión de disfrute en su rostro.

—Valeria, tengo algo que decirte, ¿hablamos?

Al oír la voz familiar de detrás de ella, el corazón de Valeria se hundió y su rostro se enfrió. Se dio la vuelta y caminó directamente alrededor de Aitor, manteniendo los ojos bajos y sin mirarlo.

Pero Aitor tiró de ella:

—Valeria, hablemos.

—No tengo nada que hablar contigo —Valeria intentó quitarse de Aitor, pero la diferencia de fuerzas era demasiado grande. Cuando vio que Aitor la agarraba, la ira que acababa de reprimir volvió a surgir—. ¡Suéltame!

—¡Nunca te dejaré ir por el resto de mi vida! —Aitor, en cambio, se acercó y le apretó el otro brazo— Valeria, escúchame, la razón por la que accedí a firmar los papeles del divorcio en su día fue porque Sabela...

Aitor trató de explicarle ansiosamente, pero Valeria no quería escucharlo ahora.

—Lo que hagáis Sabela y tú es cosa vuestra, ¡no tiene nada que ver conmigo! Todo lo que sé es que estamos divorciados. ¡Déjame ir!

Valeria empezó a forcejear con fuerza, pero Aitor no la soltó.

Apretando las manos de Valeria en la espalda, Aitor la abrazó con fuerza y le dijo en voz alta:

—Valeria, créeme, no tengo nada que ver con Sabela, ¡eres tú a quien he amado todos estos años!

—No me disgustes con estas palabras. Te he conocido bien. Tú y Sabela estáis hechos el uno para el otro y tenéis la misma forma de tratar a la gente. Aitor, cabrón, te odio, ¡suéltame!

Valeria rara vez maldecía así, pero hoy se dio cuenta de que, cuando estaba tan enfadada, esas cosas se podían cambiar.

Aitor estaba tan agotado que no le importaba lo que ella dijera, sino que simplemente suponía que estaba enfadada.

Incapaz de controlar a Valeria, Aitor se arremolinó alrededor de ella por un momento, y luego dio dos pasos bruscos hacia adelante, atrapándola firmemente entre él y la barandilla de la cubierta.

—La pierna de Sabela estaba lisiada por mi culpa en aquel entonces, sólo estuve con ella todos esos años para cuidarla, no tuve ninguna relación con ella más allá de ser amigos —Aitor le explicó con ansiedad a Valeria mientras se inclinaba para evitar que se escapara.

Ante las palabras de Aitor, Valeria dejó de moverse un momento y le miró con confusión,

«¿qué tenía que ver él con las piernas inutilizadas de Sabela?»

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