El despacho se quedó totalmente en silencio.
Y a continuación, todo el mundo empezó a reírse.
—Jaja, Valeria, qué graciosa eres, ¡cómo puedes decir que eres la mujer de Aitor!
Valeria los miró y se rio también, pero se quedó más tranquila.
Sabía que en lugar de negarlo, era mejor admitirlo bromeando y saltar directamente del tema.
Pero tenía que fingir que no estaba contenta.
—Por qué os reís, ¿no me creéis? ¿Soy tan humilde que no me merezco ser mujer de Aitor?
—Valeria, claro que no eres humilde —Lola se rio tanto que le salieron las lágrimas—, solo que es Aitor, un personaje tan prestigioso, es imposible que tenga alguna relación con nosotros.
Valeria sacó una leve sonrisa.
Claro.
Lógicamente, ella y Aitor eran dos personas de diferente mundo, pero se habían casado por casualidad.
Era como ese anillo, no combinaba con Aitor.
«Sin embargo, él lo tiene puesto, ¿no?»
Pensándolo así, Valeria se sentía mejor, y dijo,
—Venga, a trabajar.
—Si ya hemos cambiado la portada, solo queda imprimirla y no hay nada que hacer.
De verdad que no había mucho trabajo que hacer hoy, entonces Valeria se puso a ver Facebook.
Abrió Facebook y vio un tópico en destacado que ponía “el anillo de matrimonio de Aitor”.
«Madre mía, ¿hasta eso puede estar destacado? Que lengua larga tiene la gente.»
Valeria tenía curiosidad, entró al tópico y vio a muchas chicas comentando.
«¡El presidente Aitor es el mejor hombre del mundo! ¡No amo a ningún hombre más, solo a él!»
«¿Quién coño es la mujer del presidente Aitor? Que salga a competir conmigo.»
«Solo quiero decir que ese modelo de anillo, ¡yo también tengo uno igual! Jajajaja, ¡el mismo que el presidente Aitor! ¡Este modelo seguro que se venderá muy bien!»
Valeria leyó esos comentarios que le parecían muy graciosos, pero cuando vio un comentario, se quedó perpleja.
«Qué enamorados están, pero solo veis la felicidad de ahora y no os importa la tristeza del pasado. Si la ex novia del presidente Aitor viera eso en el cielo, no sé qué sentiría.»
«¿Ex novia? ¿En el cielo?»
Valeria inmediatamente quería entrar al perfil de ese, pero esa persona borró este comentario al instante.
Valeria se sentía un poco extraña, pero aún no lo pensó bien, el móvil vibró.
Era el mensaje de Aitor.
Valeria se sorprendió por un segundo y lo leyó de prisa.
«Vuelvo hoy a las seis. Vamos a cenar juntos.»
Hasta Valeria no podía explicar por qué había sacado una gran sonrisa cuando vio el mensaje de Aitor.
Incluso se olvidó de lo que había pasado antes con Aitor, estaba pensando que por fin ya no estaba sola en la casa después de su marido regresara.
Finalmente terminó el trabajo, Valeria se fue nada más al terminar de la jornada.
Llegó al chalet, abrió la puerta, Valeria vio a esa persona familiarizada sentada en la silla de ruedas.
Valeria de repente sintió un sentimiento muy bueno.
—¡Aitor!
Ella se quitó los zapatos, entró al salón, lo llamó y este giró la cabeza.
Seguía siendo esa cara hermosa, que acababa de ver esta mañana en el ordenador, Valeria parecía estar soñando al ver Aitor enfrente de ella.
Y Aitor, en el momento que vio a Valeria, se quedó más relajado.
Pero ella no lo podía hacer. Y Aitor, finalmente se paró debido a su rechazo, por eso ella no debería enfadarse.
Al escuchar la disculpa de Valeria, Aitor sacó una sonrisa sin continuar el tema y le preguntó,
—Valeria, ¿no tienes algo que preguntarme?
Valeria se quedó un poco estupefacta, y recordó algo.
De hecho, aparte de discutir con Aitor, pasó algo más en esa noche.
Valeria miró al hombre y tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar, al final le preguntó,
—¿Tus piernas?
Esa noche, se puso de pie, aparentemente no estaba discapacitado.
—Es como lo has visto —Aitor parecía que no estaba sorprendido que Valeria le preguntara eso—. No soy un discapacitado.
—Y por qué estás…
—Por muchas razones —Aitor le respondió brevemente—. Recuerda que no se lo puedes decir a nadie.
Valeria se sorprendió pero asintió muy rápidamente.
Ella obviamente entendía que Aitor seguramente tendría su propia razón para finir ser discapacitado de piernas. Ella no sabía lo que había pasado, pero ya que Aitor no quería que ella preguntara más, por supuesto lo mantendría en secreto.
Aitor miró a Valeria, muy contento de su actitud, pero de repente se acordó de algo más, desapareció la alegría, dijo en voz baja,
—Aparte de esto, ¿tienes algo más que preguntarme?
Él paró un poco y añadió,
—O, ¿tienes algo que quieres contarme?
El cuerpo de Valeria tembló.
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