NADIE COMO TÚ romance Capítulo 424

Valeria gritó.

Aitor fue despertado por un grito, inconscientemente frunció el ceño, abrió los ojos y vio a Valeria mirándose con expresión de pánico.

—Valeria, buenos días— Aitor saludó sin poder evitar curvar las comisuras de la boca, y la mano en su cintura se tensó un poco inconscientemente.

Al sentir la fuerza que provenía de su cintura, Valeria sólo entonces se dio cuenta de lo ambigua que era la posición entre ellos.

El sofá era suficiente para ella sola, pero al añadir a Aitor se abarrotaba, por lo que los cuerpos de ambos estaban casi apretados.

En ese momento, Valeria pudo ver claramente que los ojos sonrientes de Aitor se magnificaban frente a los suyos, y los dos estaban nariz con nariz, incluso podía sentir el aliento de Aitor rociando sus labios, enviando un extraño calor que hacía que todo su cuerpo sintiera cosquillas.

Empujando a Aitor con las manos y las rodillas, Valeria se apresuró a levantarse del sofá.

—¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres?

De pie, descalzo en el suelo, Aitor sintió un escalofrío en las plantas de los pies.

—Valeria, estoy un poco inquieto porque duermes en el sofá sola, quería llevarte a la cama, pero probablemente porque tengo fiebre, así que todo mi cuerpo no tiene fuerzas y soy un poco ... incapaz de llevarte.

Habiendo dicho esto, Aitor sonrió y recordó que cuando trató de recogerla anoche, Valeria hizo un zumbido, como una niña al que se le perturbó el sueño, dejó que su corazón se ablandara en un instante. Temeroso de despertarla, tuvo que dejarla rápidamente.

—Así que ven y duerme contigo en el sofá— Aitor continuó.

—¡Quién te ha dejado venir a dormir al sofá!— Valeria se sonrojó de vergüenza, así que anoche Aitor la abrazó y durmió toda la noche, su estado de alerta era demasiado bajo, ¡ni siquiera se dio cuenta así!

—Tú también te mojaste ayer, temía que si dormías en el sofá, sería malo que cogieras resfriado por la noche y te resfriaras como yo, así que ...— temiendo que Valeria malinterpretara que se había aprovechado deliberadamente de ella, Aitor se apresuró a explicar sus razones.

—¡No es necesario que te ocupes de esto!— Tras gritar con vergüenza y rabia, Valeria se dio la vuelta y corrió hacia el baño.

Aitor quiso alcanzarla y tirar de ella para seguir explicando, pero cuando se movió sintió que una ola de mareo le invadía la cabeza y sus pies se hundían en el suelo.

Cerrando los ojos, Aitor puso su mano en su frente, frunciendo el ceño y esperando que el mareo se disipara. Cuando volvió a abrir los ojos, Valeria ya no estaba en la sala de estar.

Mirando la puerta cerrada del baño, Aitor sintió un ligero dolor de cabeza y sólo pudo esperar a que ella saliera antes de explicarle.

Sentada en la tapa del váter, Valeria sintió que su corazón latía con tanta fuerza que casi se le salía de la garganta y su cara ardía.

Sujetando su cara con las manos, Valeria se preguntó un poco si realmente estaba resfriada y tenía fiebre, si no, por qué sentía calor por todo el cuerpo.

Pero no se sintió incómoda.

Poniendo la mano en su corazón, Valeria sintió los violentos latidos de su corazón, una sensación que le resultaba inesperadamente familiar.

Recordó que cuando conoció a Aitor por primera vez, en cuanto se acercaba un poco, tenía esta sensación... ¿Sería que, una vez más, estaba enamorada de él?

Al darse cuenta de lo que tenía en mente, Valeria se sorprendió un poco y sacudió la cabeza apresuradamente. No, no podía. No se podía volver a sentir atracción por él, ya era pasado entre ellos, no era posible.

—Valeria, recuerda, ahora eres Valeria, ¿no es suficiente la lección de hace cinco años? No puedes volver a enamorarte de ella, nunca, nunca ...

Mientras Valeria se hipnotizaba, sonó un teléfono móvil que la interrumpió. Al sacar el teléfono, una sonrisa apareció en la cara de Valeria y se apresuró a coger el teléfono, era Samuel el que llamaba.

—¡Oye, mamá, soy yo!— La voz de Samuel, ligeramente excitada, sonó.

—Está bien si estás feliz, el tío dice que sueles estar muy cansada y necesitas relajarte— Samuel dijo con una voz de adulto.

—Mami, diviértete, no hace falta que te apures tanto, me cuidaré yo mismo bien y también cuidaré bien al tío.

—Gracias, cariño— Sintiéndose divertida, al mismo tiempo, Valeria también se sintió conmovida por su hijo, tener un hijo tan considerado era un regalo de Dios para ella.

—Entonces, mamá, pásalo bien, te dejaré en paz— Samuel dijo juguetonamente.

—Te llamo sólo para decirte que el tío y yo estamos bien y no tienes que preocuparte por nosotros.

—Bien, sé que eres el que mejor se comporta— Los ojos de Valeria estaban un poco húmedos.

—Voy a colgar, ¡adiós mami!

—Adiós.

Después de colgar el teléfono, Valeria lo miró y reveló una sonrisa, tener un bebé así era la mejor compensación de Dios para ella. No se atrevía a imaginar cómo tendría que vivir si perdía a Samuel.

Cuando pensó en esto, Valeria recordó la imagen de Aitor obligándose a abortar hace cinco años, lo cual fue una pesadilla para toda su vida y no pudo olvidarlo pase lo que pase, y también fue el punto en el que más no pudo perdonar a Aitor.

Ella misma se había emocionado tanto con sus acciones que había olvidado el dolor. Cómo había olvidado lo cruel que era.

Acariciando su rostro, Valeria se tranquilizó, ahora sólo eran subordinados de trabajo, no debía tener ningún otro pensamiento sobre él.

La desesperación que había probado una vez hace cinco años era suficiente, y no se permitiría ser tonta y salir herida aquí en Aitor de nuevo.

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