Aunque ella y Bárbara tuvieron un desacuerdo el día anterior, Valeria aún fue a recogerla al día siguiente y le dio el alta del hospital, su corazón nunca pudo ignorar a esta madre adoptiva suya.
Cuando llegó a la sala de Bárbara, Valeria descubrió que Sabela también estaba allí. El primer pensamiento que le vino a la mente fue darse la vuelta e irse, pero Bárbara ya la había visto, así que si realmente se fue directamente, temía que la situación fuera muy mala.
—¡Valeria, has llegado!— Al ver a Valeria de pie en la puerta, Sabela fingió parecer sorprendida.
—Pensé que no vendrías hoy.
Controlando la silla de ruedas para que se deslizara al lado de Valeria, Sabela la tomó del brazo y dijo cariñosamente.
—Siento lo que pasó ayer, te pido disculpas, lo siento. Tienes razón, tú y Aitor ya os habéis divorciado, es realmente difícil que vayas con él por mi culpa, no te haré peticiones tan poco razonables en el futuro, haz como si no supiera lo que estaba haciendo ayer, perdóname, ¿vale?
No tenía el corazón para acompañar a Sabela a actuar aquí, Valeria directamente retiró su brazo, como si no escuchara las palabras de Sabela, directamente caminó hacia Bárbara y dijo.
—Iré a hacer el procedimiento de alta primero, empacas tus cosas, regresaré más tarde y las trasladaré al auto.
Al ver que Valeria la ignoraba, Sabela apretó el puño con fuerza, una mirada feroz cruzó su rostro, pero al cabo de un instante volvió a convertirse en una mirada perlada y lastimera.
Seguía a Valeria, Sabela parecía tímida.
—Valeria, realmente sé que es mi culpa, perdóname, trataré de compensar mis errores en el futuro, sólo dame una oportunidad para corregirlo, ¿vale?
Al ver la mirada blanda de Sabela, el corazón de Valeria se llenó de fuego, en este momento sólo quería gritarle a Sabela y decirle que dejara de actuar.
Pero delante de Bárbara, sintió que era un poco inapropiado que lo hiciera. Dada la importancia que le daba a Sabela, temía que si se enfadaba directamente con ella, inevitablemente se culparía a sí misma.
Respirando profundamente dos veces, Valeria trató de suprimir el fuego en su corazón y continuó ignorando a Sabela mientras le decía a Bárbara.
—Entonces empacáis aquí primero, iré a hacer los procedimientos de alta pertinentes ahora.
—Valeria ...— Al ver que Valeria ni siquiera respondía a sus palabras, el corazón de Valeria picaba de odio, pero su rostro estaba lleno de agresividad y quería detener a Valeria.
Al ver que Sabela seguía queriendo acercarse a ella, Valeria la rodeó directamente y procedió a caminar en dirección a la puerta.
—¡Valeria, detén!— Al ver que su hija fue ignorada así, Bárbara se enojó al instante.
—Sabela ya sabe su culpa, ¿no puedes darle una oportunidad? Hoy te ha disculpado con tanta sinceridad, ¡qué es tu actitud!
Deteniéndose, al escuchar la reprimenda que venía de detrás de ella, los ojos de Valeria estaban rojos, sin volverse, Valeria trató de mantener la voz tranquila.
—¿Qué quiere que yo haga?
—Sabela no lo hizo a propósito en aquel entonces, y no tuviste accidente— Bárbara no se dio cuenta de la anormalidad en el estado de ánimo de Valeria y continuó reprendiendo.
—Han pasado muchos días, no sólo donó su médula ósea para salvarme la vida, también ha estado aquí para cuidarme, veo que realmente sabe que se equivocó. Aunque ayer te costara un poco ir a ver a Aitor, Sabela te ha pedido perdón hoy. ¡Cómo puedes actuar como si no la vieras!
Las lágrimas fluyeron en silencio, en este momento el corazón de Valeria estaba lleno de agravios, ¿qué no le pasó entonces? ¿Cómo se atrevió a decir que no le había pasado nada en ese momento?
—Bien.
—Iré a hacértelo ahora— Bárbara sonrió y entró en la cocina.
Al ver a Bárbara entrar en la cocina, la mente de Sabela se volvió y tocó la bolsa de medicinas que había preparado con ella en el bolsillo, sonriendo siniestramente en un ángulo donde nadie podía ver.
—Bárbara, déjame echarte una mano, acabas de recibir el alta del hospital, no puedes estar muy cansada— Al decir esto, Sabela deslizó su silla de ruedas hasta la cocina.
—Bien, entonces mamá ...— A mitad de su frase, Bárbara se detuvo apresuradamente y miró nerviosa a Sabela. Sabía que a Sabela no le gustaba que se llamara así.
Al ver que la cara de Sabela no cambiaba, Bárbara sonrió con alivio.
—Entonces te enseñaré hoy el truco de cómo hacer el más delicioso cerdo asado.
—Entonces haré una fortuna hoy, gracias Bárbara.
***
Al escuchar las risas que venían de la cocina, Valeria, sentada en el sofá del salón, tenía el corazón bloqueado, ahora ella era la forastera entre las tres, ¿no?
Y en la cocina, Sabela aprovechó la falta de atención de Bárbara para levantar secretamente la tapa de la olla y verter todos los paquetes de medicamentos en su bolsillo.
Mirando el polvo medicinal que se fundía rápidamente en la sopa, las comisuras de la boca de Sabela se curvaron en una sonrisa maliciosa. ¡Valeria, esta vez estaba acabada!
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