Niñera del italiano romance Capítulo 2

Ava caminó a paso apresurado hacia la cocina, prácticamente estaba corriendo. Había escuchado la puerta de la oficina cerrarse al salir, pero no escuchaba los pasos de Alessandro tras de ella. Esperaba que se hubiera quedado en su despacho.

Necesitaba un poco de tiempo para recuperarse del primer encuentro con su jefe y de todas las emociones que bullían en su interior. Su corazón aún latía sin control y sus pensamientos eran un desastre.

Le costó mucho esfuerzo poner sus hormonas en orden, pero cuando llegó a la cocina ya estaba un poco más tranquila. Solo tenía que prepararse mejor para el siguiente encuentro. Ava no podía volver a comportarse como una muchachita tímida y callada, como lo había hecho.

Alessandro pensaría que había cometido un error al contratar a una mujer impresionable para cuidar de sus hijos. Perder su trabajo, no era una opción. Necesitaba el dinero, sus ahorros no se estaban haciendo más grandes, todo lo contrario, estaban desapareciendo a una velocidad sorprendente.

Beatrice no estaba por ningún lado cuando llegó a la cocina, así que dio media vuelta rumbo a su habitación. Necesitaba refrescarse un poco para terminar de volver a la realidad. Además la soledad también sería de gran ayuda.

Cuando entró a su habitación, no pudo evitar sorprenderse de nuevo por lo asombrosa que era.

Caminó directo al baño y allí abrió el caño. Salpicó un poco de agua a su rostro.

—¿Qué fue eso? —se preguntó mirándose al espejo.

Había un brillo en los ojos de la mujer que le devolvía la mirada a través del espejo.

Se sentía diferente.

Ava se espabiló y miró el reloj en su muñeca. Faltaba poco para que los niños llegaran.

Sacudió la cabeza para poder alejar de su cabeza cualquier pensamiento que no fuera adecuado y salió.

Escuchó un carro a la distancia justo cuando estaba por llegar a la puerta principal. Apresuró el paso y abrió la puerta en el preciso momento en que un auto se detenía. Bajó por las escaleras y esperó pacientemente a que los niños salieran del vehículo.

Dos hombres, asumió que eran los guardaespaldas, estaban parados a ambos lados de la puerta.

Fabrizio y Piero no tardaron mucho en notar su presencia. La observaron con mucha curiosidad, pero con recelo.

Ella estaba justo por presentarse cuando Alessandro apareció haciéndose cargo de la situación.

No pudo evitar comparar al recién llegado con los otros dos hombres, que sin dudar también eran atractivos. Pero había algo en Alessandro que atraía su mirada hacía él.

—I miei figli —saludó él, en italiano, a sus hijos.

Si creyó que su voz sonaba seductora antes, pues en italiano la cosa era peor… peor para ella que sintió un escalofrío recorrer su columna.

El italiano de Ava era bueno, pero no tenía esa cadencia seductora que poseía el de Alessandro.

—Papá

Los dos niños corrieron a abrazar a su padre. Él no dudó en depositar un beso en la cabeza de sus dos hijos.

—Ella es la señorita Ava será su nueva niñera —les informó Alessandro, después.

Ellos se dieron la vuelta sin soltar las piernas de su papá y la analizaron con la mirada. Pasaron unos pocos segundos antes de que ambos le dieran un esbozo de una sonrisa. No era la recepción más entusiasta, pero lo tomó como algo bueno, teniendo en cuenta todo lo que habían pasado esos niños.

—Es un gusto conocerlos, caballeros —saludó ella con una sonrisa enorme en el rostro.

Ambos chicos rieron ante el apodo que ella les dio.

Ava se acercó al par. Primero le extendió la mano al mayor quién miró a su padre, quien, luego de un asentimiento por parte este, tomó su mano. Después de sacudir la mano de Fabrizio, pasó a Piero quién la sujetó más rápido.

—¿Qué les parece si pasamos a comer? —Ella se puso en cuclillas para estar a la altura de los niños y bajó la voz antes de continuar—. Solo los estábamos esperando a ustedes. Estuve en la cocina cuando Beatrice preparaba esa deliciosa comida y tenía ganas de comermelo todo antes de vuestra llegada. Fueron afortunados de que decidiera esperarlos. —Extendió las dos manos, una para cada niño—. Vamos a dejar vuestras cosas y a lavarnos las manos.

El ambiente era más tranquilo y los niños cogieron sus manos con confianza antes de encaminarse.

La voz de Alessandro llamándola por su nombre los detuvo a mitad de las escaleras.

Ava volvió la cabeza y él le dio un asentimiento que ella tomó como agradecimiento. Respondió con una sonrisa y continuó caminando.

La presencia de los niños la habían ayudado a controlar mejor sus emociones, por un rato incluso había podido concentrarse en algo más que en lo nerviosa que la ponía Alessandro.

—Necesitaré que ustedes me guíen a vuestra habitación. ¿No les gustaría que me perdiera en esta enorme casa? ¿Verdad?

—No —respondieron al unísono los dos sacudiendo la cabeza de lado a lado.

—Eso pensé. Así que, ahora que estoy a salvo podemos continuar con nuestra travesía.

Los niños hincharon el pecho y la dirigieron al segundo piso. Podía ver que sentía como si una misión de suma importancia se les hubiera sido encomendada. Caminaron con paso seguro. Eran una versión en pequeño de su padre.

Se detuvieron frente a una de las tantas puertas. La casa era realmente grande y, aunque antes había bromeado sobre perderse, había una gran probabilidad de que eso fuera a sucederle en algún momento mientras se acostumbraba.

En la habitación les indicó que guardaran su mochila y los llevó a lavarse las manos. Se encargó de supervisarlos mientras ellos se lavaban minuciosamente y luego les entregó toallas a cada uno.

—¿Listos para comer?

—¡Sí! —gritaron en medio de brincos.

Fabrizio y su hermano corrieron hacia afuera. Pasaron por un costado de su padre que estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados en el pecho.

Ava no estaba segura desde cuando estaba allí y el nerviosismo comenzó a apoderarse de ella otra vez.

—Les agradas.

—Eso parece. —Ava trató de sonreír. Sin los niños volvía a sentirse indefensa ante su presencia.

Se acercó a la puerta para poder salir de la habitación. Lo admitía estaba tratando de escapar.

Alessandro se paró en medio de la salida y ella no tuvo más opción que detenerse. Maldito fuera su corazón que no podía controlarse ante su presencia. En sus cinco años de relación con Marc él nunca había tenido ese efecto en ella.

—¿Hay algo más con lo que pueda ayudarle? —preguntó con cortesía.

—¿Quién eres?

Su pregunta la dejó confundida. Antes de que pudiera cuestionarlo, él se hizo a un costado.

Capítulo 2 1

Capítulo 2 2

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