¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 124

Mateo miró a Eduardo, quien deliberadamente volvió la cabeza para ignorar su mirada.

¡Indudablemente!

¡Lo hizo a propósito!

Para el niño, Mateo era tan arrogante.

Aunque era más poderoso que su padrino, no lo admitía en este momento.

Pero Mateo no sabía nada de eso. Sólo miró a su hijo y pensaba que todavía tenía un largo camino por recorrer antes de que su hijo pudiera aceptarlo.

Rosaría se despertó desde hace tiempo. Escuchado la pelea entre el padre y el hijo, se divertía mucho.

Nunca había sabido que Mateo era tan inmaduro que luchaba con el niño, lo que dejaba a ella sorprendida.

Al ver que Mateo estaba tan enojado, Rosaría finalmente no pudo evitar estallar en carcajadas.

-Madre, ¿estás despierta? -

Al escuchar la risa de Rosaría, Eduardo se dio la vuelta apresuradamente y miró a Rosaría con preocupación.

-Sí -

Sólo entonces Rosaría se dio cuenta de que para cuidarla, Eduardo ponía la mano en la suya todo el tiempo.

-¿Está tu brazo entumecido? Mi hijo, ¿por qué no te quitas la mano? Déjame ver -

Rosaría se levantó apresuradamente y soltó la mano de Mateo.

Cuando dejó la mano de la mujer, Mateo sintió un poco de decepción. Cuando vio que Rosaría no le había dado ninguna mirada desde que se despertó, sino que había centrado toda la atención en Eduardo, Mateo estaba aún más descontento.

También era un paciente. ¿Por qué no se preocupaba por él?

El hombre empezó a toser.

Mateo fingió tos, con la esperanza de atraer la atención y la preocupación de Rosaría. Desafortunadamente, Eduardo lo entendió y dijo a su madre -Mamá, ya no puedo mover mi brazo -

-Está bien. Déjame frotarlo -

Cuando Rosaría escuchó la tos de Mateo, quería mirar hacia atrás, pero al escuchar las palabras de Eduardo, inmediatamente puso toda la atención al brazo de su hijo.

Para ella, Eduardo todavía era un niño. Acababa de experimentar algo tan terrible, y con el fin de cuidarla, sus brazos se habían entumecido. Como madre, no podía ignorarlo. En cuanto a Mateo, él era un adulto, y también podía llamar al médico, por lo que no debería tener ningún problema.

Por eso, Rosaría dejó de pensar en el hombre.

-¿Estás mejor? -

Rosaría le preguntó suavemente a Eduardo.

El pequeño asintió y dijo -Estoy mucho mejor, pero todavía me siento entumecido. Mamá, frota mi brazo un poco más -

-Vale -

Rosaría sonrió y dijo en voz baja -No seas tan tonto en el futuro. Si me quedo dormida, saca tu mano de mi cabeza. No voy a despertarme por esto -

Sabía que su hijo estaba cuidándola.

Decían que la hija era más fina que el hijo. Sin embargo, para Rosaría, Eduardo es el mejor de todo el mundo.

-Lo sé -

Eduardo rio felizmente y sacó la lengua a Mateo para ostentar el amor de su madre.

Mateo se sintió deprimido.

Fue despreciado por su hijo.

Además su esposa no se preocupaba nada por él.

-¡Me duele! -

Mateo frunció el ceño, se cubrió el pecho y resopló, mostrando una expresión de mucho dolor.

Rosaría se dio la vuelta apresuradamente y entró en pánico cuando vio la cara pálida de Mateo sudando.

-¿Qué te pasa? ¿La herida se abrió de nuevo? Iré a buscar a un médico. ¡No te muevas! -

Rosaría se puso muy nerviosa, se dio la vuelta y salió corriendo.

Su velocidad sorprendió mucho a Mateo.

Eduardo miró a Mateo con desdén y dijo -Eres un adulto. ¿Por qué usas una medida tan torpe para competir conmigo? ¿No te sientes sinvergüenza? -

Mateo dijo con indiferencia -No importa qué medida he tomado. Solo quiero mostrarte que tu madre se preocupa más por mí -

-¡Sinvergüenza! -

Eduardo cambió la opinión sobre Mateo.

Este hombre era tan inmaduro.

Incluso usó trucos para conseguir la atención de su madre. ¡Qué desvergonzado!

Sin embargo, Mateo no estaba avergonzado. En cambio, estaba tan orgulloso y alegre que tocó la herida de su pecho.

-¡Mereces el dolor! -

Dijo Eduardo sin ninguna simpatía. Luego, saltó de la cama con frialdad y le dijo al guardaespaldas que estaba afuera -Quiero salir a dar un paseo. Por favor, acompáñame -

Después de experimentar el secuestro, no se atrevió a salir solo. Sin embargo, Eduardo no quería quedarse con ese hombre sinvergüenza.

Entonces decidió salir para evitar verlo.

Mateo creía que su hijo era tan cruel.

-Eduardo, ¿realmente no te importo nada? -

Mateo gritó con ira.

Eduardo dijo sin volver la cabeza -No te preocupes, pues no vas a morir. Se dice que la vida de los malos es más larga -

-Pequeño, ¿qué dices? Ay -

Y ahora era verdad que su herida se abrió.

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