¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 193

La señora Lorena salió de la habitación, y Rosaría acercó a la cama de Laura.

-Mamá, ¿por qué estás tan delgada? casi no pude conocerte. ¿Es porque estás demasiado cansada por cuidar de mi hermano enfermo? -

Laura extendió su pequeña mano con preocupación y tocó la cara de Rosaría suavemente.

Sus manos parecían muy frías, no estaban tan calientes como las de los niños normales.

Rosaría siempre había pensado que era su culpa, pero ahora sabía que su enfermedad era causada por muchas razones no innatas.

Se sentía muy culpable, arrepentida y preocupada. Cuando oyó estas palabras de Laura, no sabía cómo responderla, así que sólo podía abrazarla suavemente en sus brazos.

-Laura, ¿crees que me he vuelto fea? -

-No, mamá siempre es la más bella. ¡Y te extraño mucho! -

Laura se encogió en el abrazo de Rosaría y dijo.

Rosaría podía sentir el espasmo de Laura. Tal vez en este momento, Laura estaba tan dolorosa que casi no podía soportarlo más, pero siempre le sonreía a ella y a la vida.

Rosaría le preguntó con preocupación -Laura, ¿te duele? -

-No me duele -

Laura todavía estaba sonriendo, pero parecía que le costaba mucha fuerza.

Finalmente Rosaría no pudo contener las lágrimas.

-No necesitas aguantar el dolor delante de mí. Sé que estás sufriendo en este momento, ¿verdad? Estoy muy contenta que has sido muy fuerte, pero no quiero que sufras a solas. Dime, ¿te duele? -

-¡Sí! -

Laura dejó de sonreír, frunció su nariz y se acercó a Rosaría inconscientemente.

-Mamá, no sé por qué, pero mi cuerpo se ha vuelto muy doloroso desde que vine aquí. Pero la abuela y papá me tratan muy bien, Adriano también me ha consolado, me temo que, si digo que me duele, me odien -

-Tonta, nadie te odiará. A tu papá, la abuela, Adriano y yo nos gusta mucho Laura. Sé que te duele, también siento lo mismo. Igual que tú, también estoy enferma y necesito tratamiento, pero primero tenemos que vencer de nosotras mismas, ¿entiendes? -

Rosaría acarició el cabello de Laura con preocupación, sintiéndose muy angustiada.

Laura levantó la cabeza, miró a Rosaría con sus ojos hermosos y dijo en voz baja -Mamá, ¿a Carlos ya no le gusto? ¿Es porque mi enfermedad no se puede curar, así que me ha abandonado? -

-Tonterías. Eres tan linda, a todos les gustarás -

Rosaría tenía una sensación muy complicada.

Originalmente quería decirle a Laura lo que Carlos le había hecho, pero las palabras que la señora Lorena había dicho antes de irse la despertaron.

Su hija era inocente.

Durante estos cinco años, Carlos era como un padre para Laura. Ahora, si le decía la verdad, no se sabía si Laura podría soportarlo.

Sobre este asunto, La señora Lorena era claramente más considerada de lo que Rosaría había pensado.

Sin embargo, Laura no se sintió mejor al oír las palabras de Rosaría. Ella dijo en voz baja -Oí a la señora Lluvia indicando a las personas malas a buscarme y no poder dejarme vivir. Ella es la secretaria de Carlos, por eso pienso que a él ya no le gusto. Ahora siento tanto dolor, ya no puedo ser curada, ¿verdad? -

-No digas tonterías -

Rosaría no sabía que Laura había oído palabras tan crueles, y estaba aún más preocupada por ella ahora.

Laura sostuvo la mano de Rosaría y dijo -No pasa nada, mamá. Si de veras no puedo ser curada, entonces no necesitaré más tratamiento. ¿Puedes llevarme a casa, mamá? Extraño a mi hermano. Adriano dijo que me llevaría al parque de atracciones. Sé que la situación de mi cuerpo no me permite ir, pero podré ir sólo para contemplarlo. Si realmente no puedo ser curada, no puedes llorar. Mi hermano te acompañará, no vas a estar sola -

-¿Qué tonterías estás diciendo? -

Rosaría la abrazó, las lágrimas fluían por sus mejillas.

-Ambos de vosotros sois mis tesoros, ¡ninguno de vosotros puede reemplazar al otro! Quiero que vivas felizmente y sanamente. Puedes hacerlo. Laura, tu padre es el presidente del Grupo Nieto, es muy poderoso en la Ciudad H, sea como sea, él te curará. De lo contrario, ¿qué podría hacer yo si de veras no puedas ser curada? -

Rosaría ya tenía la voz ronca y sollozó silenciosamente.

El Dios la trataba demasiado mal. Ella ya sufrió tantas tribulaciones, ¿por qué no podía tratar a su hija mejor?

Al ver que Rosaría estaba llorando, Laura trató de secar sus lágrimas apresuradamente.

-Mamá, no llores, no me duele, de veras no me duele -

Su cara estaba súper pálida, y sus palmas estaban heridas por sus propias uñas. La sangre hizo que Rosaría se sintiera aún más dolorosa.

-No pasa nada, te acompañaré. De ahora en adelante, no importa dónde estés, te acompañaré -

Rosaría la abrazó fuertemente.

Laura finalmente no pudo aguantar más y dijo en voz baja -Mamá, quiero oírte cantar -

-Vale, ¿qué canción quieres oír? -

-Me gustan todas las canciones que me cantas -

Laura se acurrucó en los brazos de Rosaría, todo su cuerpo estaba temblando.

Las lágrimas ya aparecían en sus ojos, y el sudor cubrió por su frente. Sin embargo, ella insistía en no llorar.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!