Aturdidamente Rosaría parecía haber regresado al incendio. Sus gritos desesperados de socorro fueron completamente tapados por el fuego.
-¡No! ¡Por favor! ¡Socorro! -Rosaría gritó.
Estaba sudorosa y agitaba sus manos como una niña indefensa.
Lidia agarró sus manos apresuradamente y dijo preocupado -Rosaría, no te preocupes. Todo ya ha pasado. Estoy aquí contigo. Estoy. No tengas miedo -
Aunque no sabía lo que había pasado a Rosaría en los últimos cinco años, el incendio provocado hace cinco años se sabía todo el mundo de la Ciudad H. Nadie pudo superar una pesadilla como esa.
Dijeron que todo fue quemado por el incendio. Y duró varias horas quemando.
-¡Me duele! ¡Me duele mucho! ¡Por favor, sálvame, estoy muriendo del dolor! -Rosaría siguió gritando.
Rosaría agarró al azar la mano de Lidia. Parecía que se le apareció su ángel. Usó toda su fuerza para agarrarse. Sus uñas estaban metiendo a la piel de Lidia por la fuerza. A Lidia le dolía mucho, pero le dolía su corazón mucho más por ver el sufrimiento de Rosaría.
-¿Qué te ha pasado? ¿Por qué te hiciste un tatuaje? Rosaría, tienes demasiados secretos para llevar por ti mismo. ¿Cómo puedo ayudarte? -habló solo Lidia.
Los ojos de Lidia estaban llenos de lágrima.
Quería vengarse por Rosaría, pero ¿quién fue?
¡Fue Mateo!
Fue como el rey y el líder de la Ciudad H.
Tenía muchos poderes en todas partes de la Ciudad H. Lidia sólo era un ciudadano normal. ¿Qué pudo hacer solo ella?
Lo único que podía hacer por Rosaría era ofrecerle un lugar para quedarse e intentar ayudarla con algunos asuntos pequeños tanto como fuera posible.
Podía sentir que Rosaría regresó con planes esta vez. Incluso pensó que tenía un plan grande. Rosaría no le había contado nada, así que era inconveniente de preguntarle. Ahora que vio a Rosaría con tanto dolor, Lidia estaba muy triste.
Por fin Rosaría se calmó, pero las lágrimas siguieron saliendo de sus rabillos del ojo sin parar. Susurraba constantemente y preguntaba por qué. Mientras tanto estaba repitiendo los nombres de Eduardo y Laura.
La noche pasó sin darse la cuenta.
Cuando el sol de la madrugada brilló a través de la ventana, Rosaría se despertó lentamente.
Vio el techo blanco y la cama blanca. Le costó mucho tiempo darse cuenta de dónde estaba.
Movió su brazo y despertó a Lidia inmediatamente.
-¿Estás despierta? Si te encuentras mal, llamaré al médico por ti -dijo Lidia.
Vio que Lidia estaba tan dudosa. Suspiró ligeramente y le dijo a Lidia todo.
-¿Estás loca? Sólo para evitar que Mateo descubra tu verdadera identidad. Te hiciste daño así por este cabrón. ¿Vale la pena? Si te pasa algo, ¿cómo vive Eduardo? ¿Lo has pensado? -dijo Lidia.
Estaba muy enojada.
Rosaría dijo en voz baja -Carlos me recomendó al tatuador. Seguro que se lo había contado. Si tatuador no hubiera diluido la medicina que usó, habría estado peor. No te preocupes. Estoy bien. Tomé un poco de medicina antiinflamatoria cuando volví, pero no esperaba asustar a vosotros también. Por cierto, ¿dónde está Eduardo? -
-Gracias por recordar a tu hijo -dijo Lidia con un tono de ironía.
Lidia todavía estaba muy enfadada, pero no pudo echarle una bronca. Rosaría había sufrido tanto y no era importante lo que quisiera hacerle a Mateo. Lidia estaría de acuerdo con ella siempre.
-Ya vale. ¿Dónde está Eduardo? -preguntó Rosaría.
Rosaría sacudió el brazo de Lidia como si fuera una niña mimada.
Lidia la empujó en su frente y dijo -Aquí es hospital. Las bacterias están por todas partes. ¿Cómo puedo dejarle estar aquí? Eduardo está en casa. Si ya te encuentras bien, voy a pedir al médico que demos de alta. Y volvemos ahora mismo. Ya estoy un poco preocupada por él -
-Vale -dijo Rosaría.
Ahora Rosaría también tenía muchas ganas de volver a casa. Eduardo sólo era un niño. Estuvo solo en casa toda la noche. ¿De verdad no hubo problema? No pudo evitar sentirse un poco preocupada.
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