-No, solo es que me siento incómoda -
Rosaría no se lo ocultó a Mateo.
A decir verdad, Carlos le daba una sensación muy complicada.
Mateo no continuó preguntando, pero no pudo evitar ensombrecerse.
Rosaría sabía que a cualquier hombre le enfadaría tal respuesta. Por otra parte, lo que le había hecho Carlos a Laura fue demasiado excesivo.
Así que dejó de hablar, de repente, el ambiente se volvió opresivo.
Héctor tosió y dijo -Bueno, ¿qué tal si los acompaño a salir por la puerta trasera? -
-¿Hay una puerta trasera aquí? -
Mateo lo miró.
Héctor sonrió y dijo -En otras casas no, pero aquí sí. ¿Acaso no me entiendes? Siempre me dejo un camino de retirada -
Estas palabras eran ciertas.
Héctor casi perdió su vida en el campo de batalla, y desde entonces, solía dejarle a sí mismo un camino de retirada. Posiblemente, era porque la gente solo podía entender el miedo de la muerte después de haberse enfrentado a esa misma en sentido verdadero.
Mateo no se puso en contra, sino que dijo mirando a Rosaría -¿Estás bien? ¿Puedes caminar? -
-Claro -
En este momento, Rosaría solo quería regresar lo más pronto posible.
Ella no tenía ningún sentido de la seguridad aquí.
Mateo le dijo a Héctor -Déjale a Mariano afuera para atraerles la atención. Siempre que Mariano no se va, esas personas tampoco se marchan -
-Ya veo -
Los dos llegaron a un acuerdo tácito con facilidad.
Acompañada de Mateo, Rosaría se fue de la casa de Héctor.
La puerta trasera de la casa de Héctor conducía a una montaña. Las carreteras en ella eran escarpadas, pero afortunadamente, Héctor tenía preparado allí un jeep y le dejó la llave a Mateo.
-Conduce desde aquí hasta el fondo de la montaña. Entonces pueden irse -
-No hay problema, ¿verdad? ¿Alguien nos detendrá al pie de la montaña? -
Mateo todavía era muy cauteloso.
Héctor negó con la cabeza -Mira mi número de matrícula claramente. ¿Quién se atreverá a detener mi coche? ¡Imposible! -
Mateo se dio cuenta de que el jeep llevaba puesto un número de matrícula militar.
-Nos vamos -
-Tengáis cuidado -
Mateo llevó a Rosaría al auto y se fue.
Rosaría lo miró a escondidas. Mateo estaba conduciendo cuidadosamente con una expresión difícil de interpretar. Pero Rosaría no se podía quietar.
-¿Estás enojado? -
-No -
Mateo respondió rápidamente, lo que significaba que sí estaba enojado.
Rosaría suspiró y dijo -Después de todo, me salvó a mí y a los niños -
-¡También te encarceló! -
Al final, Mateo no se pudo contener el temperamento y habló con frialdad.
Al pensar en la Rosaría que vio en el sótano, a él se le ocurría matar a Carlos.
En cuanto a eso, Rosaría no tenía nada que decir, incluso ella no podía encontrar ninguna excusa.
Ella susurró -Hizo muchas cosas malas, pero eso no significa que no nos ayudó a mí y los niños. Si no hubiera sido por é, los niños y yo nos habríamos muerto en el incendio hace cinco años. Pero mira, ahora estamos todos vivos. Además, durante ese año entero, fue él la persona que nos cuidó -
-¿Estás explicando por él? ¿Crees que no debería tratar con él? ¿No debería tomar venganza contra su familia? -
Mateo de repente pisó los frenos.
La repentina parada del auto hizo que el cuerpo de Rosaría avanzara involuntariamente. Afortunadamente, utilizaba el cinturón de seguridad y no se hirió. Pero ella se dio cuenta de que Mateo ya estaba extremadamente enfadado.
-No estaba explicando para él, solo es que me siento complicada. Tampoco sé qué hacer. Si tomas la venganza contra él o la familia López, también sé que lo haces con razón. De todas formas, solo estoy contándote lo que siento en este momento -
Rosaría no sabía lo que le pasaba.
También lo odiaba por lo que había hecho a Laura, incluso por las locuras que había realizado por su obsesión en ella misma, pero no podía negar la verdad de que le había salvado hacía cinco años.
Estaba en un dilema.
No quería buscarle excusa a Carlos, pero no sabía cómo, había llegado a esa situación.
Quería explicar, pero más decía, menos persuasiva parecía. Al final, le empezaba a brotar el sudor.
Mateo bajó la ventanilla y quería fumar. Pero de repente se dio cuenta de que ya le había prometido a Rosaría que lo dejara y ni llevaba un cigarrillo. De modo que tuvo que voltearse la cabeza para tranquilizarse.
Sabía que Rosaría tenía su razón. Además, él sí se sentía incómodo porque ella hesitaba por ese hombre que le había salvado.
Su mujer estaba explicando por otro hombre que incluso les había hecho daño a ella y sus hijos. Eso le irritaba.
Los dos se quedaron sin palabras.
El viento frío entró por la ventanilla.
Rosaría no se abrigaba bien, así que sentía frío.
Sin embargo, ella también estaba terca. No quería hablar con Mateo, ya que él tampoco lo hacía con ella. De modo que se volvió la cabeza para contemplar los paisajes de afuera y seguía pensando en ese caos.
El viento le soplaba el largo cabello. Aunque lo llevaba enrollado, había unos pocos que estaban sueltos como unos niños caprichosos. Movían con el viento y le picaba a Rosaría en el cuello.
Se inquietaba y se irritaba, así que trató de enrollar los cabellos sueltos con los dedos, pero esos se enroscaron con el anillo.
-¡Vaya! -
Rosaría no pudo evitar gritar.
Mateo se apresuró a volverse la cabeza. Al verla así, extendió una mano para ayudarla, pero ella se alejó.
-No es asunto tuyo -
-¡Vete! -
-¡No! ¿Quién te conduce si me voy? -
-¡Lo haré yo misma! -
Los dos empezaron a empujarse en el coche.
Al ver que estaba ya llena de energía, Mateo la abrazó y dijo -¿Por qué no hacemos eso por aquí?
-¡Vete al diablo! -
La cara de Rosaría inmediatamente se puso roja.
¡Sinvergüenza!
Con lo que había hecho, ¿incluso se atrevía a pensar en eso?
¡Vaya!
Rosaría lo empujó y abrió la puerta para salir del coche.
El viento frío vino de nuevo, haciendo que temblara involuntariamente.
Mateo salió del auto y cubrió su abrigo con su cuerpo.
Rosará quería quitárselo, pero un estornudo se lo impidió.
El abrigo que olía a Mateo le hizo Rosaría un poco deprimida, pero poco a poco, se tranquilizaba.
-El paisaje aquí no está mal -
Sintió que se había comportado como si fuera una niña y eso le daba vergüenza. De modo que empezó a hablar primero.
Mateo solo frunció los labios y sonrió, susurrando -Sí, no está mal. Muy bueno para hacer el amor -
-¡Mateo! -
Rosaría sentía que se había vuelto muy molestoso.
En el pasado, él no era así. Incluso si sus demandas fueran un poco más fuertes, no era tan atrevido ni decía palabras como esas.
Sin embargo, Mateo sonrió maliciosamente y dijo -He has hecho que vivas como un monje durante cinco años, ahora solo estoy bromeándome, ¿eso tampoco no puede ser? -
-Pero yo también he vivido así -
Rosaría murmuró suavemente.
Mateo tenía muy buenos los oídos, así que la escuchó. Bajó la cabeza y le dijo -¿Estás quejándote? ¿Te lo satisfecho ahora mismo? -
-¡Vete! -
Rosaría se sonrojaba, ni el viento frío le quitaba el calor que sentía en las mejillas. Quería volver al coche para dejarse en paz. Pero justo en ese momento, se dio cuenta de un punto de luz roja en su abrigo.
¿Qué era esto?
¿Cuándo la pusieron allí?
Se quedó totalmente aturdida y se la quitó. Pero Mateo, al verla, de repente cambió de expresión.
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