¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 208

Era muy extraño que hubiera tantas personas allí a esa hora, además, estaban discutiendo. Aunque se encontraban aún lejos, Mateo y Rosaría podían oír los ruidos que producían.

Sin embargo, esa voz era algo familiar.

Rosaría susurró -¿Por qué la voz me suena a ese gerente? -

-¿Qué gerente? ¿Mario de la Discoteca Paraíso? -

-Sí -

Rosaría tampoco podía asegurarse.

Estaba mareada. Podía que tampoco le funcionaran bien los oídos. Tenía miedo de haber escuchado mal.

Sin embargo, Mateo ya no quería pensar más, sino que directamente la llevó hasta allí.

Antes de que pudieran llegar, de repente, apareció una persona que le dio un gran asusto a Rosaría. La mirada de Mateo se volvió fría.

-¿Quién es? -

-Señorita Rosaría, Mario me pidió que los llevara de aquí -

La persona que habló era en realidad Jorge.

Rosaría se sorprendió un poco, pero todavía le dijo a Mateo sobre su identidad.

Mateo no se relajó mucho y lo siguió directamente hacia otro lado.

Allí estaba preparado un coche. Jorge le entregó la llave a Mateo diciéndole en voz baja -Pueden darse prisa para irse lo pronto posible tomando la oportunidad de que nadie los vigilan ahora -

-¿Te mandó aquí Mario? -

Preguntó Rosaría en voz baja.

-Sí -

Jorge asintió apresuradamente.

-¿De qué están discutiendo? -

-Mario dejó que acosaran a una cliente. Ahora están discutiendo para atraer las atenciones. Aprovechen la ocasión para irse -

Finalizadas las palabras, Jorge se dio la vuelta para marcharse.

Mateo tampoco se tardó en encender el motor para llevar a Rosaría hacia abajo.

La gente al pie de la montaña parecía haber sido echada, allí no estaba nadie.

Mateo no tuvo tiempo para eso y solo pisó el acelerador para irse rápido.

Después de subir al coche, Rosaría comenzó a tener fiebre.

Se sintió muy incómoda, pero, inconscientemente, agarró la camisa de Mateo con sus manos.

Mateo sabía que estaba insegura, así que la dejaba así.

Alejándose de todos, condujo directamente al sanatorio.

Cuando se estacionó, Rosaría ya se había desmayado.

En este momento, todo su cuerpo ardía intensamente.

Mateo no se atrevió a demorarse y la llevó directamente a la sala de emergencias.

El médico rápidamente comenzó a tratarla.

Cuando la señora Lorena los vio entrar en esa sala, se apresuró a seguirlos.

-¿Qué pasa? ¿Qué pasó? -

Mateo estaba extremadamente sucio. Incluso se podía ver algo de sangre en su camisa, así que la señora Lorenza se pudo pálida de preocupación.

-Está bien. La sangre es de Rosaría. Está en su periodo, pero está demasiado débil y tiene fiebre -

-¿Cómo puede ser? -

La señora se sintió un poco culpable.

Mateo dijo en voz baja -Mamá, hemos tenido un accidente hoy. A Rosaría la siguieron desde que salió de la Discoteca Paraíso, luego Mariano la llevó a la casa de Héctor y nos fuimos de su puerta trasera. Pero no sé desde cuándo, a Rosaría le instalaron un rastreador, y casi nos bloquearon en la montaña -

-¿Qué? -

La señora estaba realmente sorprendida.

-Aquellos que pudieron seguirla desde la Discoteca Paraíso no pueden ser gente común, mandaré investigarlos a Mario -

-Probablemente todavía está en la montaña -

Mateo le contó a su madre sobre la llegada de Mario.

La señora Lorena susurró -No hay necesidad de dudar de él. El anillo que le di a Rosaría tiene instalado un sistema de posicionamiento muy preciso. Si hay algún peligro, Mario lo sabrá de inmediato y se encargará del rescate. No es lo mismo que ese dispositivo de rastreo -

Al escuchar sus palabras, Mateo soltó un suspiro de alivio.

Estaba bien que no hubiera sido Mario.

-Que alguien lo investigue. ¿Dónde está Mariano? -

-Le dije que se quedara en la casa de Héctor y detuviera al enemigo. No esperaba que el enemigo no lo hiciera caso en absoluto -

En este momento, llamó Mariano.

-Señor Mateo, a los que me siguieron los vi conducir hasta la casa de la familia López -

Las palabras de Héctor hicieron que la mirada de Mateo se ensombreció.

-¡La familia López! ¡Son ellos! -

¡Realmente había subestimado a Carlos!

Siempre había creído que Carlos no era tan poderoso, sino que era solamente un comerciante rico. Pero ahora, podía ser que nadie la hubiera conocido de verdad.

La mirada de Mateo estaba terriblemente fría.

Ese hombre le molestaba cada vez más.

Al oír hablar de la familia López, la señora Lorena lo entendió todo.

Ella dijo en voz baja -Me quedaré y cuidaré de Rosaría. Los niños están todos dormidos. Deberías ir a descansar también. No has dormido lo suficiente en todo este tiempo. No está bien -

-No pasa nada. Mamá, puedo aguantarlo. Pero en cuanto a ti, ya no eres tan energética como eras, descansa bien -

Mateo no mencionó el asunto del informe de salud como si lo hubiera olvidado por completo.

La señora asintió y regresó a su habitación, con miedo de que preguntara más.

Viéndola alejarse, Mateo se conmovió.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!