Dijo Eduardo con orgullo.
Mario le dijo a Eduardo con pulgares arriba -Impresionante -
-¡Claro¡ ¡Por lo que soy el hijo de la señora Rosaría, del Imperio de la Noche! -
Eduardo se sentía muy orgulloso.
Anabel estaba muy enojada pero no podía liberarse. Con tantos hombres presentes, era imposible para ella quitarse los pantalones, ¿no?
Sin embargo, a Mario no le importaba eso. No podía llevar Anabel junto con el coche.
Al verlos venir, Anabel inconscientemente intentó arrancar el coche, pero fracasó encender el motor.
Eduardo suspiró y dijo -No sé por qué sois tan imbéciles, aun siendo adultos. ¿Creéis que voy a dejaros raptarme sin resistir? Yo no soy estúpido. El coche ya está sin gasolina. ¿No chequeas el medidor antes te conducir? -
Dijo Eduardo, sacudiendo la cabeza con desdén. Era obvio que consideraba Anabel como una idiota y eso le hizo a ella tan furiosa que se desmayó.
-Uy, ¡qué ira tan horrible! -
Dijo Eduardo con regocijo.
Mario no se atrevía a reír, aunque tenía mucha gana de hacerlo. Se rio ligeramente y dijo -¿Cómo vamos a llevarla? -
-Quitadle los pantalones y llevadla con nosotros. ¿Por qué os preocupáis si a una mujer como de tal edad no le da vergüenza? No hay más remedio -
Eduardo dijo suspirando. Y ahora Mario ya no pudo contenerse más e inmediatamente se echó a reír.
-Deja de reírte. Dile a tu gente que conduzca para enviarme a casa. De lo contrario, mi mamá estará preocupada -
Sólo entonces Eduardo recordó a Rosaría.
Pensaba, "¡Ay! Es seguro que mamá luego me va a regañar."
Eduardo subió al coche con suspiro.
Mario se apresuró a ordenar a su gente a enviar a Eduardo a casa. Y Anabel, fue despojada de los pantalones, llevada al coche con pantalones cortos rojos, y atada con fuerza.
Y ahora, Rosaría estaba preocupada por Eduardo mientras veía Mate esquivar los golpes continuamente. Finalmente, no podía soportar los ataques de Isaac y se cayó en el suelo.
-¡Mateo! -
Rosaría sintió como si su corazón estuviera a punto de romperse.
No podía soportar ver los daños que le hicieron a Mateo, pero tampoco no podía hacer nada.
Viendo el miserable estado de Mateo, Isaac casi no podía aguantar darle otro golpe.
Alana dijo fríamente -Isaac, piénsalo bien. Tu esposa e hijos aún te están esperando. Si lo quitas la vida, Anabel dejará reunir tu familia -
-¡Cállate! ¿Qué más remedio tienes además de amenazas? -
Rosaría corrió airadamente hacia Alana.
Sabía que no tenía tal fuerza para derrotar a Alana, pero ahora ya no le importaba.
Echado en el suelo y cubierto de herida, Mateo no podía moverse. Rosaría estaba preocupadísima. Viendo que Alana todavía estaba regodeándose. Lo único que quería hacer Rosaría era matarla, incluso eso significaba que ella tenía que sacrificarse su propia vida.
Alana no tenía ninguna precaución porque creía que una mujer tan débil y cobarde no la atacaría. Por lo tanto, cuando Rosaría se arrojó contra ella, casi perdió el equilibrio, y sin poder mantenerse firme, Rosaría se la arrojó de nuevo.
Alana dio un grito miserable.
Por falta de precaución, ella se cayó en el suelo. Fue una caída tan grave que un gran dolor en el culo la hizo empezar a maldecir
-¡Hija de puta! ¡Ándate a la mierda! -
Alana estaba de toda ira. Justo cuando se levantó para vengarse a Rosaría, Isaac le dio un gran golpe y ella se desmayó.
-Tú... -
Muy sorprendida, Alana se desmayó sin poder decir nada.
Isaac miró a Rosaría y luego a Mateo.
Mateo se levantó directamente del suelo y caminó hacia Rosaría como si no hubiera pasado nada.
-Tonta, ¿sabes lo que hiciste era muy peligroso? Con tu cuerpo tan débil, ¡era un suicidio! Y no valía la pena -
Su voz era suave. Al ver que estaba bien, Rosaría inmediatamente estalló en lágrimas y se sumergió en su abrazo.
-Me asustaste mucho. ¡Pensé que no podías sobrevivir! -
Rosaría nunca había estado tan asustada como ahora. Experimentó grandes altibajos en el corazón durante el último minuto.
Mateo le acariciaba la cabeza con cariño y dijo -Deja de llorar. Todavía hay otra persona aquí. ¿No te da vergüenza llorar así? -
A Rosaría ya no le importaba eso, dejó todos los mocos y lágrimas en Mateo. Viendo que ella actuaba como una niña, Mateo no sabía si quería reír o llorar.
Isaac tosió para recordarlos.
Sólo entonces Rosaría se retiró del abrazo de Mateo avergonzada, pero aún abrazaban con las manos fuertemente sus brazos.
-¿Qué pasa? -
Rosaría se sintió un poco confundida.
¿No era Isaac un traidor?
¿Por qué de repente la ayudó a ella y a Mateo?
Mateo miró a Isaac y dijo con voz baja -Tu esposa e hijo ya están en mi casa de la Ciudad H. Puedes volver y recogerlos más tarde -
-Gracias, Mateo. No esperaba que me ayudaras a salvar mi esposa e hijo después de lo mal que te trataste -
Isaac se sentía muy culpable.
Rosaría se dio vuelta la cabeza. Eduardo se puso deprimido.
-Mamá, ¿cómo puedes dejar a Mateo golpearme así? ¿Ya no me da importancia? ¿Ya no me amas más? -
Rosaría reprimió el deseo de darse la vuelta y escuchó a Mateo decir fríamente -No tienes sentido común, ¿verdad? ¿Cómo puedes tomar una decisión tan importante solo? Y además, ¿por qué no abrochas el cinturón de seguridad cuando estaba en el coche, y especialmente escogió el asiento delantero? ¿Quieres morir? ¡Estando de pie en el asiento y agitando la mano! ¡Solo dime si quieres morir joven¡ Además, ¿no sabías lo preocupados que estábamos tu mamá y yo por ti cuando te fuiste solo con Anabel? Ahora, ¿crees que eres suficientemente mayor para hacer cosas tan peligrosas e irresponsables? ¡Inténtalo de nuevo y te daré otra lección! Mamá ya está muy preocupada por la mala salud de tu hermana, y tus comportamientos son tan inmaturos e irresponsables, como un total alborotador. Quieres verme y a mamá preocupándose por ti, ¿verdad? -
Mateo regañó mientras lo golpeaba. Nunca había estado tan enojado.
En ese instante, sintió como si hubiera pasado junto a la Muerte.
Si no hubiera sido más preciso y ágil, si no hubiera recogido a Eduardo, las consecuencias habrían sido inimaginables.
El conductor estaba asustado por la manera imponente de Mateo.
A Rosaría le dolía el corazón, pero también sabía que no podía interrumpir cuando Mateo le daba una lección al hijo. Solo dio vuelta la cabeza y preguntó al conductor -¿Eres del Imperio de la Noche? -
-Sí, trabajo para el señor Mario -
El conductor respondió apresuradamente. Se veía especialmente respetuoso porque reconoció a la señora Rosaría.
-¿Qué está pasando exactamente? Dime -
El conductor no se atrevía a dudarse en responder, y apresuradamente le contó las acciones valientes diciendo -señora Rosaría, aunque señorito Eduardo era un poco imprudente, pero también bastante inteligente. Fue mi culpa lo que acababa de pasar. Yo me olvidé de recordar a señorito Eduardo a abrochar el cinturón de seguridad. Por favor, dígale al Señor Mateo que deje de golpear al señorito, que duele mucho -
Cuando Eduardo oyó esto, dio un gran llanto, que implicaba las quejas que tenía.
Rosaría ya estaba muy preocupada por su hijo, y ahora al oír su llanto, se sentía aún más dolorosa.
Miró a Mateo pidiéndole que pare.
Naturalmente, Mateo no podía seguir golpeando a su hijo.
Miró a Eduardo, que estaba acostado en su muslo, y sintió una mezcla de amor y odio.
Pensaba, "¿De quién heredó un carácter tan travieso?"
-¡Levántate! -
Dijo fríamente Mateo.
Sin embargo, Eduardo gritó pícaramente acostado en su muslo -¡No puedo levantarme, ¡me duele muchísimo el culo! -
-Eduardo, no me mientas. Ni siquiera te golpeé duro -
-Tonterías, me has golpeado muy duro. ¡Si no me crees, acuéstate y te golpearé! -
Las palabras de Eduardo le dieron a Mateo de nuevo el impulso de golpearlo.
-Creo que debo darte otra lección, ¿no? -
Mateo fingió levantar la mano para golpearlo. Eduardo se asustó tanto que se levantó inmediatamente y se escondió detrás de Rosaría. Dijo con la pequeña cabeza revelada -¡Mateo, qué odioso eres! ¡Quiero buscar un nuevo novio para mamá! ¡Quiero un nuevo papá!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!