-¡Feliz cumpleaños, mamá! -
Eduardo y Laura salieron a su encuentro vestidos con trajes blancos.
Con flores en la mano, miraban a Rosaría con una gran sonrisa en la cara.
Sólo entonces Rosaría recordó que ese día era su cumpleaños.
Al mismo tiempo, Mateo salió de la otra habitación vestido de frac negro y le dijo sonriendo -¡Feliz cumpleaños, cariño! -
Los ojos de Rosaría se llenaron de lágrimas al instante.
-¡Gracias! -
Nunca había anticipado que se daría tanta importancia a su cumpleaños.
En el pasado, solo sus padres recordaban su cumpleaños, le daban regalos y le preparaban una fiesta. Pero mientras se maduraba, le iba gustando más la tranquilidad.
Después de casarse con Mateo, tampoco lo celebraba, porque éste no recordaba cuándo era.
Poco a poco, se olvidó de su cumpleaños también.
Entonces en ese momento tenía una sensación muy complicada.
Mateo se le acercó, agarró su mano y le dijo -Cariño, por mi culpa, nunca he preparado una fiesta de cumpleaños para ti. De aquí en adelante, no olvidaré esta fecha tan importante nunca. Te lo prometo -
-¡Vale! -
Ella no quería llorar, pero casi no podía contener las lágrimas.
Porque no estaba dispuesta para tal sorpresa.
De hecho, las mujeres no requerían nada más que la atención de sus amantes.
Ante esa escena, Eduardo y Laura también se adelantaron y le dijeron -Mamá, también pasaremos este día importante contigo -
-¡Bien! -
Mirando a sus hijos, Rosaría dijo con mucha felicidad.
-¡Vamos a comer! Tengo muchas sorpresas para ti -
Las palabras de Mateo la hicieron muy emocionada.
Ya en el restaurante, Manuel y Nuria le dijeron sonriendo tan pronto como la vieron -¡Feliz cumpleaños, cariño! -
-¡Gracias! -
En este momento, Rosaría creía que era la mujer más feliz del mundo.
Después del desayuno, Mateo y Rosaría salieron con los hijos.
Para que pasaran más tiempo juntos, Manuel y Nuria no salieron con ellos.
Rosaría tenía mucha curiosidad por saber el lugar adonde Mateo la llevaría.
-¿Puedes decirme un poco sobre adónde vamos? -
-Lo vas a saber cuando lleguemos -
Al oír eso, Rosaría sonrió dichosamente.
Pronto, llegaron a la entrada de la iglesia.
Rosaría se quedó asombrada al descubrir donde estaban.
-¿Por qué me llevas aquí? -
-¿Te acuerdas? ¡Nos casamos en esta iglesia hace ocho años! -
Se apearon cogidos de mano, seguidos de los hijos.
Rosaría estaba muy emocionada.
Antes pensaba que no visitaría la iglesia después de tantos años, pero ahora ya estaba aquí.
Nada pero su amor seguía intacto.
Sin embargo, cuando entraron, ella se dio cuenta de que allí se encontraban muchas personas, y entre ellas había unas a las que conocía.
Quiso retirarse por timidez al instante, pero Mateo cogió su mano.
-No tengas miedo, estoy contigo -
-¿Por qué hay tanta gente? -
Rosaría sentía que todos la miraban. Al verlos entrar, todos se pusieron de pie y los aplaudieron dándoles felicitaciones.
Rosaría estaba muy nerviosa.
Percibiendo su nerviosismo, Mateo le dijo sujetando su mano -No te asustes. Tranquila -
-¡Estoy muy nerviosa! -
Murmuró Rosaría, lo cual lo hizo reír a Mateo.
-No les hagas caso entonces -
-Pero no es posible -
Llegaron al tablado hablando en voz baja.
Rosaría casi quería retirarse ante el estruendoso aplauso.
Antes de que pudiera decir algo, Mateo se puso de rodillas de pronto ante ella frente a todos.
-Querida Rosaría, quiero que seas mi mujer, y te acompañaré toda la vida pase lo que pase. ¿Quieres casarte conmigo? -
Diciendo eso, Mateo sacó las joyas de su bolsillo. Eran las que habían reservado en El Amor Eterno.
Rosaría estaba algo sorprendida y conmovida.
-¡Que sí! ¡Que sí! -
La muchedumbre comenzó a gritar.
-Tómala, es un regalo que he preparado para tu matrimonio y cumpleaños. Digan lo que digan los demás, de hoy en adelante, no solo eres mi nuera, ¡sino también mi hija! Te protegeré también si Mateo se atreve a tratarte mal -
Al oír las palabras de la señora Lorena, Rosaría se sintió muy feliz.
-Descuida, él nunca se atreverá -
Las palabras de Rosaría hicieron reír a todos los presentes.
Todos les dieron la enhorabuena.
Rosaría se sentía como si estuviera soñando.
Mateo agarró su mano y susurró
-Nos vamos -
-¿Qué? -
Rosaría estaba algo desconcertada y no entendía lo que él quería decir.
Mateo dijo en voz baja
-Muchas personas presentes son millonarios de la Ciudad H, y también importantes compañeros de negocio de la familia Nieto. Mi madre ha dicho que luego habrá un banquete, así que si no nos vamos ahora, luego ya no podremos porque habrá que hacer un brindis con cada uno. Vamos a celebrar tu cumpleaños nosotros mismos -
Después de oír eso, Rosaría también asintió.
Aunque estaba muy feliz, no quería beber demasiado en el banquete.
-Pero si nos vamos, ¿qué será de los niños? ¿Quieres informarles antes de irnos? -
-No nos dejarán ir si lo saben. Venga, nuestros padres cuidarán de los niños -
Mateo la instaba.
Rosaría de repente pensó que sería una buena idea.
Pero mirando la muchedumbre, ella estaba algo ansiosa.
-¿Cómo vamos a salir? -
-Sígueme -
Diciendo eso, Mateo agarró su mano y empezó a correr.
Al instante, todos quedaron atónitos.
-Mateo, Rosaría ¿qué estáis haciendo? -
La señora Lorena preguntó con confusión.
Sin embargo, Mateo sonrió y le dijo -Mamá, por favor, queremos dar un paseo fuera -
-¡Espera! -
La anciana de repente entendió lo que pasaba, pero ya era tarde, ya que los dos habían huido corriendo.
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