¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 372

Rosaría durmió cómodamente esta vez. Sentía la respiración de Mateo que le rodeaba, lo que le daba mucha tranquilidad y seguridad.

Cuando se despertó, vio que Ada estaba mirando a ellos, lo que le daba mucha vergüenza.

-Mamá, ¿por qué no me llamaste? -

Rosaría salió del abrazo de Mateo rápidamente.

Mateo movió su brazo dolorido y dijo -Dormías como una cerdita. Por eso, no quería despertarte. No te preocupes. Yolanda ha traído la comida aquí. Ya he comido. Date prisa y come adentro. -

Al escuchar las palabras de Mateo, Rosaría se sintió aún más avergonzada.

-¿Por qué tampoco me despertaste? -

-¿De qué tienes miedo? Somos familiares. ¿Te preocupas de que alguien se te bromee? No pasa nada dormir una poco más. Estás muy cansada estos días. Además, Todavía me tienes al lado -

Las palabras de Mateo le consolaban mucho a Rosaría.

Ada no pudo evitar sentirse feliz cuando escuchó que Mateo le llamaba mamá junto con Rosaría.

-Id a cenar. No estoy tan débil -

-Mamá, disfrútate de la televisión -

Rosaría encendió la televisión rápidamente y llevó a Mateo a la habitación.

Al ver su rostro sonrojado, Mateo dijo con sonrisas -¿Por qué te da vergüenza tan fácilmente? -

-Nada que ver contigo -

Rosaría lo miró con mimos. Luego, abrió la caja de comida y quedó aturdida al ver sus platos favoritos casi intactos.

-Mamá dijo que ya ha comido. ¿Pero por qué todavía queda casi toda la comida? -

-Claro que ya ha comido. El doctor le prohíbe comer la comida grasienta. Por eso, tu suegra ordenó que Yolanda te cocinara algo -

Al escuchar estas palabras, Rosaría se emocionaba mucho instantáneamente.

-¿Cómo puedo preocupar a mi mamá tanto? -

-Ella se te preocupa. Dice que sólo cuando comes y descansas bien, podrás recuperarte pronto. Tranquila, es su orden. Tu responsabilidad es comer la comida -

Mateo no quería ver que Rosaría llorara y dijo estas palabras.

-También come algo -

Rosaría le pasó un par de palillos a Mateo.

Comía poco con mucha lentitud, porque estaba mirando a Rosaría todo el tiempo.

Ella estaba muy llena tras el desayuno.

-A Yolanda realmente se le da bien cocinar -

-¿No son sabrosos los platos que he hecho? -

Mateo estaba un poco celoso.

Rosaría sonrió y dijo -¿Cómo puedes encomiarte a ti mismo? -

-No tengo más remedio que vanagloriarme. Que me duelo mucho sin tus elogios -

-¡Qué infantil! -

Cuando Rosaría ya había arreglado los cubiertos y estaba a punto de lavarlos, Mateo le detuvo.

-Déjame hacerlo. No hay mucha agua caliente aquí. Para ti, es mejor que no toques el agua frío -

Mientras él arreglaba todo bien.

Rosaría estaba un poco conmovida.

-Me he recuperado mucho. ¿Cómo puede ser un hombre como tú hacer estas cosas en la cocina? Déjame hacerlo. Estos platos son muy sucios -

-Deja de discutir conmigo. ¿Por qué un hombre no puede trabajar en la cocina? Estoy dispuesto a hacer comida para mi amor. Además, dices que son muy sucios, por lo tanto, es mejor que no me lo discutas. Las manos de mi esposa deben ser hermosas para ser contempladas -

Con eso, Mateo se fue tomando los cubiertos. No le quedó ninguna oportunidad.

Rosaría sonrió y encontró que sus manos ya no eran delgadas como antes.

¿Cómo podía contemplar las manos gordas?

Ella movió la cabeza y salió de la habitación.

Al verla, Ada dijo sonriendo -Mateo te trata bien -

-Sí, él es un regalo que me da Dios -

Rosaría no ocultó su amor a Mateo en absoluto.

Ada dijo con sonrisas -No puedes hacerle burla siempre. Debes tratarle bien, ¿sabes? -

-Ya lo sé. ¿Cómo estás? -

-Mucho mejor -

Ada era cada vez mejor con la compañía de Rosaría.

Rosaría dijo en voz baja -Tengo que volver a casa esta noche. Probablemente Mateo me acompañará. ¿Estarás bien sola? Si no, pido a una enfermera que te cuide y me volveré mañana por la mañana -

Ada estaba un poco aturdida, pero asintió la cabeza considerando que todavía tenía hijos en la casa y dijo -Estoy bien. Solo estoy un poco débil. Es mejor que una enfermera me cuide. Vosotros vais a descansar. No necesitáis volveros con tanta prisa. No pasa nada -

-Gracias, mamá -

-Hija, no es necesario darme gracias -

Ada sintió que Rosaría era más sensata que Marta.

Las dos hablaban y Mateo regresó.

Al ver sus manos mojadas, Rosaría le entregó una toalla rápidamente.

-Vale, te ayudo -

Ella se levantó y limpió las manos de Mateo como si estuviera sirviendo a un niño, lo que le emocionó a Mateo que sonrió ligeramente.

Ada estaba muy contenta viendo que los dos se enamoraban mucho.

-Vale, ¿no volvéis a casa? Daos prisa. No mostréis amor ante una mujer soltera -

El rostro de Rosaría se puso rojo otra vez al escuchar estas palabras.

-Mamá, ¿de qué estás hablando? Si te sientes sola, pondré tu información en el sitio web. En ese momento, puedes recoger cualquier hombre que quieras -

-¡Te atreves! -

Enrojeció la cara de Ada.

Pensaba, "¿Por qué mi hija siempre habla lo que quiere sin importarle nada?"

Rosaría rio felizmente.

En este momento, la sala estaba llena de risas.

Marta se paró en el pasillo y se apretó los puños escuchando sus risas.

Ella también era la hija de Ada, ¿por qué nunca la trataba bien como a Rosaría?

Lo que quería era un poco más de amor. ¿Por qué no le daba?

La expresión de Marta era un poco amarga y dolorosa. Las risas penetraban hondamente en su corazón y no podía aguantar más.

Simplemente se dio la vuelta y huyó. Cuando regresó, se encontró con Javier.

-¿A dónde fuiste? -

Javier le trataba como a una prisionera. Se sentía incómoda, pero no se atrevía a resistirlo. Después de todo, Javier era tan fuerte que le dañaría con poca fuerza.

-Fui de paseo -

Habló con voz baja manteniendo una imagen débil y pobre.

Javier no le tenía una buena impresión y dijo indiferentemente.

-No vayas a donde te dé la gana. Si te pasa algo, la señora Verónica te preocupará mucho. Por el bien de ella, descansa bien y regresa a casa cuanto antes -

-Vale -

Marta estaba muy enojada, bajando la cabeza. Nadie podía ver sus miradas.

Al verla así, Javier estaba tan molesto que salió empujando la silla de ruedas rápidamente.

-Cuidad bien a la señorita Marta. Si la dejáis pasear por todas partes, os romperé las piernas -

Dijo con mucha seriedad tanto a los guardaespaldas como a Marta.

Marta estaba tan enojada que cerró la puerta directamente y se sentó en la cama con furia.

Javier le arregló guardaespaldas. Dijo que era para protegerla, pero ella estaba clara de que él solo quería vigilarla y controlarla.

¿Cómo podría escapar de la vigilancia de los guardaespaldas con su poca fuerza?

Marta frunció el ceño y una idea apareció en su mente de repente.

Llamó a Héctor apresuradamente.

-Héctor, ¿estás todavía en la Ciudad H? -

Él había estado en la Ciudad H por un largo tiempo, pero parecía que había sido olvidado por Marta. Ahora, cuando recibió una llamada de ella, estaba un poco aturdido.

-¿Marta? -

-Sí. ¿Quién crees que soy? ¿Cómo? ¿Acaso no me conoces tras solo un mes sin contacto? Dijiste que no dejarías que alguien me dañara. Ahora alguien me intimida, ¿me ayudarías? -

Por fin, Marta habló llorando.

Al saber que ella fue intimida, Héctor se volvió enojado.

-¿Quién se atreve a dañarte? Dime, voy a vengarle a ti -

-Es la familia Suárez -

Marta dijo mientras sollozaba -Le trato bien a la señora Verónica y ella también quiere reconocerme como nieta. Pero a Javier no le gusta esta idea. Cuando no me encontré bien y fui al hospital para examinar, me detuvo y ahora me hallo bajo su custodia y la vigilancia de dos guardaespaldas. Héctor, venga y sálvame. ¿Cómo puedo hacer frente a los dos? He oído que me harán algo por la noche. Tengo mucho miedo -

Héctor se emocionó inmediatamente cuando oyó estas palabras.

-¿Qué quieren hacer a ti? -

-¿Qué más puede ser? No soy una señorita de la familia Suárez y solo a la señora Verónica me gusta. Después de todo, Javier es el que toma toda la familia en su mano, e incluso llevó a la señora Verónica a casa para que no pudiera acercarse. ¿A ella no me gustará si me violan? ¿Cómo podré seguir mi vida en ese entonces? -

Estaba cada vez más triste, e incluso lloró por teléfono.

Héctor estaba muy nervioso al escuchar su llanto.

-¡No llores! Estoy a tu lado. No te preocupes, iré al hospital y te salvaré. ¿Dónde estás? -

En este momento, aunque Marta todavía estaba llorando, apareció una sonrisa en su cara.

-Estoy en el Primer Hospital del Pueblo, habitación 208 del cuarto piso -

-Ya lo sé. Espérame por quince minutos. Llegaré en seguida -

Con eso, Héctor colgó el teléfono.

Marta miró el teléfono, se rió y se secó las lágrimas con manos.

Para hombres, siempre funcionarían mucho las lágrimas. Mientras llorara, harían todo para ella.

Se disfrutaba de esta sensación, pero de repente recordó a Mateo.

Realmente era uno de los hombres mejores del mundo.

Sin embargo, pertenecía a Rosaría.

¿Por qué?

¿Qué calidades buenas Rosaría tenía?

Eran mujeres. No creía no tener la capacidad de proporcionarle a Mateo lo que quería. Si desaparecía Ada y se causaban algunos problemas entre Rosaría y Mateo, tendría una oportunidad, ¿verdad?

Marta imaginaba felizmente esperando que Héctor llegara.

No le importaban los dos guardaespaldas considerando que Héctor contaba con gran capacidad.

¿Javier quería atraparla?

¡Era simplemente una ilusión!

Marta se rio fríamente y se acostó en la cama, fingiendo estar muy débil. Después de diez minutos, gritó con manos en la barriga.

-¡Me duele el estómago! ¿Alguien me ayuda? -

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