¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 429

Cuando Mateo vio a Eduardo saludándolo, vaciló un poco y se acercó.

-¿Qué? -

-Eres inútil -

Eduardo no ocultó su desdén por Mateo. Mateo estaba tan enojado que quería golpear a este mocoso.

-Pues, dime cómo puedo aplacer a tu mamá -

Mateo no tenía ni idea.

Prefería que Rosaría peleara con él en vez de guardar silencio, lo que parecía ser una guerra fría.

Sin embargo, todo esto fue causado por él mismo, por lo que no se atrevió a quejarse con Rosaría.

Mientras Laura comía, escuchó a los dos susurrando -Papá, ¿por qué mamá no te hace caso? ¿Peleasteis? -

-No es asunto tuyo-

Eduardo apartó a Laura de nuevo.

Laura hizo una mueca de enojo.

Eduardo le dijo a Mateo -¡Te enseño cómo hacerlo! -

Las dos personas hablaron en voz muy baja. Laura frunció el ceño cuando escuchó algunas palabras.

Cuando Rosaría salió, Mateo ya había regresado a la sala de estar.

Mateo se sentó en el sofá y vio a Rosaría salir del baño. Ella lo ignoró y subió las escaleras.

-Rosaría, hablemos -

Mateo llamó a Rosaría.

Rosaría se detuvo, pero no se dio la vuelta y dijo con indiferencia -Estoy cansada. Hablamos más tarde -

Mientras hablaba, estaba a punto de subir las escaleras.

En este momento, Eduardo de repente apareció, cubriendo el vientre con las manos.

-Mamá, me duele el estómago -

Eduardo parecía incómodo, y su voz temblaba.

Rosaría podía ignorar a Mateo, pero no podía ignorar a Eduardo. Al ver a su hijo así, ella inmediatamente entró en pánico.

-¿Qué pasa? ¿Comiste demasiados bollos de piña? -

Eduardo rara vez se enfermó, Rosaría no lo dudaba en absoluto.

Mateo se puso de pie al instante, dijo -Llevo a Eduardo. Deja que Jaime conduzca -

-¡Bien! -

En este momento, Rosaría olvidó la infelicidad con Mateo. Se dio la vuelta y corrió afuera.

Justo en ese momento, Laura salió repentinamente de la habitación y le dijo a Rosaría -¡Mamá, te están mintiendo! ¡Eduardo no tiene dolor de estómago! ¡Escuché su plan justo ahora! -

Rosaría ya había llegado a la entrada de la sala de estar, pero cuando escuchó las palabras de Laura, se detuvo y se dio la vuelta.

Eduardo tenía ganas de pegarle a Laura.

Le agitó el puño a Laura y Laura le respondió con una mueca.

-Robaste mis bollos de piña -

Laura se veía halagada.

Rosaría vio a Eduardo preparándose para golpear a Laura.

En este momento, Eduardo no mostró signos de dolor de estómago.

Rosaría miró a Mateo y dijo fríamente -¿Le enseñaste? -

-No es así, yo -

-Aparte de usar a los niños como armas, ¿qué más puedes hacer? -

Rosaría iba a salir antes de que Mateo terminara su frase.

-Mamá, es mi idea. No tiene nada que ver con Mateo. No lo culpes -

Al ver a Rosaría enojada, Eduardo la tomó de la mano.

Rosaría miró a su hijo y dijo con indiferencia -Eduardo, me mientes -

-No, mamá, no quiero verte discutir con Mateo -

Eduardo rara vez veía a Rosaría así.

¡Parecía tan seria!

Incluso si Eduardo había hecho algo malo en el pasado, Rosaría nunca había sido tan seria.

Eduardo se sentía algo asustado.

Mateo vio que el ambiente estaba tenso, dijo -Eduardo lo está haciendo por nuestro bien. Rosaría, creo que debemos hablar -

-¿Sigues amenazarme con los niños? -

Los ojos de Rosaría se encontraron con los de Mateo.

La frialdad de Rosaría incomodó a Mateo.

Rosaría, que había sido simpática, parecía haber desaparecido de repente. En ese momento, Rosaría, que estaba de pie frente a él, era tan desconocida.

Los dos estaban cerca, pero era como si estuvieran lejos.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!