¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 82

-¡Lidia! -

Rosaría entró ansiosamente y vio a Lidia persiguiendo a un hombre con una escoba. La figura del hombre era algo familiar para ella.

-¿Víctor? -

Rosaría lo llamó con cierta incertidumbre.

Al escuchar que una voz familiar le llamó, Víctor se escondió apresuradamente detrás de Rosaría, la agarró del brazo con fuerza y dijo -Mi amor, me tienes que proteger. Esa mujer es muy bárbara -

Lidia estaba a punto de golpearlo con escoba, pero se quedó sorprendida al ver que los dos tenían una relación tan cercana.

-Rosaría, ¿lo conoces? -

Rosaría se sintió confusa.

-¿Qué estás haciendo aquí? -

Rosaría sacó a Víctor por detrás.

Víctor respondió en un tono triste -No has aceptado esconderme en tu habitación, por eso tendré que encontrar un lugar para quedarme. Si no, ¿dónde me alojo? Fuera hace tanto frío y tú no me recibes. Así que tengo que encontrar otra salida -

Estas palabras sorprendieron a Lidia.

¿Qué estaba pasando?

-Rosaría, tú y él -

-¡No, no, no tengo nada que ver con él! -

Rosaría explicó apresuradamente y rápidamente tapó la boca de Víctor.

Este tonto estaba acostumbrado a decir tonterías. Aunque a Rosaría no le importaban sus palabras, no quería que otros las malinterpretaran.

Justo en este momento, se oyó la voz de Eduardo.

-Mamá, ¿este es tu enamorado? Pues a mí no me parece guapo -

Su pequeña figura estaba ahí con los brazos cruzados sobre su pecho, mirando a Víctor con una mirada de escrutinio y esta mirada le era familiar a Víctor.

-Eres el hijo de Catalina, ¿no? Hola, mi nombre es Víctor, ¡encantado de conocerte! -

Víctor quiso establecer una buena relación con el niño.

Eduardo, sin embargo, no lo apreció. Solo miró a él y luego lo ignoró directamente. Luego se dirigió a Rosaría y Lidia -He visto venir al instructor Isaac cuando estaba en camino de venir aquí. Mamá, ¿qué hacemos con este hombre? -

Rosaría se sorprendió.

-¿Va a venir Isaac? -

Esto quería decir que Víctor podría exponerse en cualquier momento. Si se expusiera, las consecuencias serían inimaginables.

Rosaría miró ansiosamente a Eduardo y dijo -¿Tienes alguna buena idea? Nadie debe saber que Víctor está aquí -

-Vale, lo entiendo -

Eduardo hizo una mueca a su madre, abrió el gabinete de Lidia y luego le dio una señal con la cabeza a Víctor para insinuar que se escondiera dentro.

Víctor miró el pequeño gabinete frente a él y preguntó sospechosamente -¿Quieres que me esconda aquí? -

-O debajo de la cama, o aquí. Puedes escoger. Pero te advierto, que el instructor Isaac siempre registra el espacio debajo de la cama -

Dijo Eduardo con indiferencia, pero su tono era algo desdeñoso.

Era simplemente incomprensible para él que un hombre tan miserable pudiera hacer que su madre lo tratara de manera especial.

Víctor sintió que había sido despreciado por un mocoso, pero ahora no era un buen momento para discutir.

Todavía estaba vacilando. Pero Rosaría lo pateó en la espalda sin pensar, y esta patada lo hizo entrar en el gabinete directamente.

-¡Joder! -

-¡Cállate! -

Rosaría le gritó de manera autoritaria y cerró la puerta del gabinete.

-Lidia, ¿tienes cerradura? Pónsela -

Rosaría todavía tenía miedo de que sucediera algún accidente.

Lidia se conmovió un poco.

Al parecer, Víctor medía al menos 1,85 metros, y el gabinete, menos de 1,60 metros. Ya era muy incómodo para él esconderse dentro, y ahora incluso había que ponerle cerradura.

¡Pobre hombre!

Lidia utilizó una cerradura para cerrar el gabinete y empatizó con Víctor en el corazón.

Justo cuando terminaron de esconder a Víctor, Adriano y Isaac entraron.

-Hermano, oí un ruido de aquí y me encontré con el instructor Isaac cuando venía, así que lo traje también. ¿Qué pasó? -

Adriano miró a todos nerviosamente.

Eduardo realmente quería abofetear a ese tonto.

-Tranquilo. Es que maestra Lidia vio una cucaracha y gritó asustada. Mamá y yo hemos acudido a su ayuda y lo hemos resuelto.

Eduardo atribuyó la causa del alboroto a Lidia tranquilamente.

Lidia se descontentó.

¿Que ella tenía miedo de cucarachas?

¡Pura mentira!

Sin embargo, al ver la mirada escrutadora de Isaac, Lidia tuvo que decir sonriendo -Sí, lo siento, instructor Isaac. Me siento avergonzada por esto -

-No se preocupe. El clima de la isla es húmedo, así que es normal que hay cucarachas. Después le doy una insecticida, maestra Lidia -

Después de responder tranquilamente, volvió a mirar a su alrededor, se levantó y se marchó.

Lidia suspiró con alivio, se volteó y quiso agarrar a Eduardo.

-Eduardo, ¿quién tiene miedo de las cucarachas? -

Eduardo parecía haber previsto lo que iba a pasar y rápidamente huyó corriendo al otro lado. Él sonrió y dijo -Pues en tu gabinete está escondido una cucaracha muy grande -

-¡Mocoso! -

-Ya -

Rosaría impidió seguir discutiendo a los dos. Pero Adriano preguntó confusamente -¿Cucaracha? ¿Dónde está? -

Ella creía que Lidia no se pasaría, y que Víctor tampoco trataría mal a Lidia.

Después de regresar a su propia residencia, Rosaría se sorprendió al ver a Eduardo.

-¿No fuiste a acompañar a Adriano en el entrenamiento? -

Rosaría prefería no haber regresado.

Mirando los ojos sonrientes de Eduardo, Rosaría se sintió incómoda.

-Te equivocas de su identidad. Ese hombre es solo un amigo mío, de verdad -

Rosaría explicó apresuradamente, pues no quería que su hijo malinterpretara algo.

Eduardo sonrió y dijo -Mamá, ¡estás nerviosa! -

-¡Eduardo! -

Rosaría se dio cuenta de que su hijo estaba bromeando con ella.

-Eres todavía un niño, ¿quién te enseñó esto? ¿Cómo te atreves a bromear con tu mamá? -

Mientras Rosaría hablaba, rápidamente se adelantó y abrazó a Eduardo. Luego, colocó las manos debajo de sus axilas y movió ligeramente sus dedos.

Eduardo rio asfixiándose por cosquilla.

-¡Mamá, perdóname, perdóname! ¡Qué cosquilla! ¡Deja de rascarme las axilas! -

Eduardo esquivó riendo, y su risa crujiente resonó por toda la habitación.

Después de un rato de diversión, Eduardo sintió sueño. Se quitó los zapatos y subió a la cama. Luego tiró la colcha, se cubrió y dijo en tono atrevido -Mamá, hoy quiero dormir en tu cama -

Después de decir eso, Eduardo se quedó dormido enseguida, impidiendo que Rosaría lo rechazase.

En realidad, Rosaría no lo rechazaría tampoco.

Había pasado tantos días sin ver a su hijo, por lo que se sentiría bastante aliviada y segura pudiendo dormir junto con su hijo.

Rosaría miró dulcemente a Eduardo, que estaba durmiendo profundamente, le tocó la cara y fue al baño a tomar una ducha. Luego, se puso un pijama y salió.

Mateo estaba muy ocupado, pero oyó sonar a su teléfono. Lo examinó y vio un vídeo transmitido desde la base.

En realidad, no le pidió a Isaac que le entregara vídeos de Rosaría. Solo quería saber la situación de Eduardo viendo los vídeos transmitidos. Pero ya que ahora Eduardo dormía en el cuarto de Rosaría, naturalmente el vídeo enviado contenía a Rosaría.

Mateo vio salir del baño a Rosaría. Ella ni siquiera se secó el pelo y solo lo balanceó. Las gotas de agua en su cabeza saltaron traviesamente en el aire. El cabello ondulado de Rosaría también dibujó un arco perfecto en el aire y finalmente aterrizó en su cándido cuello.

Lo que más le gustaba era el cuello de Rosaría, que era delgado, blanco y sensible. Todavía podía recordar que cuando exhalaba aire al cuerpo de Rosaría, la piel de la chica se enrojeció.

Tan seductora y tan atractiva.

En este momento, Rosaría no sabía que Mateo la estaba espiando.

Se sentó a la mesa. Debido a que el tiempo era un poco caluroso y sofocante, se desabrochó dos nudos de sus pijamas. La parte redonda medio escondida hizo que Mateo tragase saliva y sintiera calor.

Mateo tomó el agua y la bebió apresuradamente, pero Rosaría de repente se inclinó para recoger el lápiz que había caído al suelo.

Una seductora escena entró en la visión de Mateo y este sintió que un líquido cálido había salido de su nariz.

Ese líquido era tan cálido, y su corriente no se podía parar...

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡No huyas, mi amor!