PECADO DEL DESEO romance Capítulo 55

Estoy mareada, pero la palabra "enamorar" de repente suena en los oídos.

No he tenido tiempo de reaccionar, Clyde me pellizca la barbilla, de repente me da un beso caliente y húmedo.

Su lengua se enreda en mi boca, me toca sin escrúpulos, él es como un fuego, donde sea que vaya, será destrucción.

—Te quiero...

Se quita la ropa y el sonido parece venir desde el cielo,

—Quiero amarte... Pero ¡lo más quiero es arruinarte!

Caigo en una caída interminable.

Olvido quién soy, solo sé que mi cuerpo está sediento, mi corazón está más vacío.

Yo también lo quiero, también quiero amarlo, pero no puedo soportar arruinarlo.

Clyde llena completamente este vacío.

No sé cuánto dura ese sexo, y si es posible, espero que nunca se detenga, esa felicidad del cuerpo, de tener sexo con el amor, no se puede comparar con nada en el mundo.

Duermo en extrema satisfacción, y me despierto en somnolencia, hacemos varias veces el amor, cuando nos detenemos, ya es la mañana siguiente.

Después de fuertes lluvias, el aire es excepcionalmente fresco.

Clyde se ha ido, pero esta habitación se llena de su gusto.

Bajo las escaleras, hay desayuna en la mesa y una nota debajo del plato.

Solo una palabra simple, "Adiós".

De repente me echo a llorar. Adiós, todo está terminado, ya no puedo estar con Clyde más.

Él quiere matarme, arruinarme, pero se enamora de mí. Si quiere escapar de este dilema, la única opción es renunciar.

Nos convertimos en extraños, en dos líneas paralelas que nunca se cruzan.

Después de limpiar, escribo un informe de renuncia, cuando llego al central de televisión está cerca del mediodía, el redactor jefe me mira por un largo tiempo con los ojos un poco raros, y luego él suspira, mete mi carta de renuncia en el cajón.

Comienzo a transferir el trabajo después de salir de la oficina del redactor jefe.

Cada colega me mira con una mirada extraña y luego se convierte en un susurro.

Solo Miranda, viene silenciosamente a ayudarme a poner mis pertenencias personales en la caja de cartón.

—Gracias, Miranda.

Bajo la cabeza,

—Todavía te debo una comida.

—¡No digas esto!

Ella me abraza en el hombro y me dice con voz baja,

—Están hablando de ti...

—Aunque no escucho, sé de lo que están hablando, nada más que Selena es la hija de un asesino o ¡ella no tenía el poder que imaginamos!

—Selena.

Ella me da una palmadita en la espalda.

—No me importa, estoy acostumbrada.

—¿Sal esta noche?

Me sorprendo un momento.

Bien, no tengo nada que hacer, es mejor relajarme con ella. Ella parecía haber dicho la última vez que todavía había algo para discutir conmigo.

Por la noche voy a un restaurante con Miranda, acabo de terminar el primer plato, me entrega un documento sonriendo.

—¿Qué es?

—Mira primero.

Lo abro, me quedo un poco sorprendida,

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO