Pedido de Amor romance Capítulo 109

En ese momento, los otros dos lobos se lanzaron por ella. Cuando Selena luchaba desesperadamente contra los otros dos lobos, el rey lobo se levantó y corrió hacia ella ferozmente.

Selena estaba mediando con los otros dos lobos, incapaces de ocuparse del ataque del rey lobo.

Justo cuando pensaba que iba a morir, un fuerte ruido hizo que los pájaros del bosque volaran alto, y el rey lobo gimió y cayó directamente al suelo.

Selena siguió el disparo y vio a Aaron aparecer a su lado como si hubiera caído del cielo, sosteniendo la pistola en su mano, y matando directamente a los dos lobos que tenía delante.

Después de que los lobos cayeran al suelo, Selena se tiró al instante al suelo, mirando débilmente a Aaron que se le acercaba a ella.

El hombre era tan guapo como siempre, pero su expresión estaba llena de preocupación.

Caminó rápidamente frente a ella, la miró y luego a su brazo derecho.

La sangre brotaba su brazo, y la horrible herida apareció delante de Aaron.

La herida mordida por el lobo rebosaba de manchas de sangre.

Selena se apoyó débilmente en el tronco del árbol, con la pierna derecha doblada, el brazo herido apoyado débilmente en la rodilla, los dedos temblando, y el flujo de sangre continuaba.

Estaba en muy mal estado, pero cuando Selena vio a Aaron, su cara se llenó de alivio.

La sonrisa era relajada y con una inexplicable sensación de seguridad, y su nervioso corazón pareció relajarse por un instante, y ya no necesitaba tener miedo.

—Si vienes aquí más tarde, puede que no me vuelvas a ver.

Selena no pudo evitar reírse.

Sabía que Aaron vendría definitivamente a buscarla.

No la decepcionó.

Cuando Aaron corrió tras ver una nube de humo flotando sobre la selva, se puso muy nervioso al imaginar la escena que tenía delante: Una mujer delgada fue asediada por varios lobos y casi murió.

En ese momento, los latidos de su corazón casi se detuvieron, y estaba muy nervioso.

Una sonrisa apareció en el rostro indiferente del hombre:

—Tienes suerte y no morirás.

Esta frase parecía una broma, pero en realidad era reconfortante para Selena.

Se arrodilló, se miró el brazo derecho magullado y lleno de cicatrices, y le dijo:

—Estás malherida y necesita salir e inyectarse el tétanos rápidamente.

Mientras hablaba, se quitó las mangas blancas cortas, se arrancó la ropa una a una, la envolvió en el brazo y se limitó a vendar la herida.

—¿Cómo me has encontrado tan rápido?

Un total de doscientos a trescientos kilómetros. Selena apenas podía imaginar cómo la había encontrado Aaron.

—Me temo que si mueres, la abuela estará triste —dijo Aaron mientras la ayudaba a vendarse la herida.

—Tengo suerte y no voy a morir. Pero... —Selena miró a Aaron, frunció el ceño y preguntó— ¿Tienes algo para comer? Tengo mucha hambre.

Tenía mucha, mucha hambre.

Cuando terminó de hablar, miró a Aaron, y el hombre se sorprendió. Inmediatamente ella agitó la mano:

—Olvídalo, cómo vas a tener algo que comer.

—¿Te gustaría comer eso? —el hombre sacó de su bolsillo unos caramelos blandos para Selena.

Cuando vio los caramelos, se le iluminaron los ojos y preguntó:

—¿De dónde los has sacado?

Ahora no tenía nada que comer, y era bueno poder comer algunos caramelos para reponer fuerzas físicas.

—Los niños me los dieron cuando fui a la escuela a ayudarlos ese día.

Mientras hablaba, el hombre cogió un caramelo, le quitó el envoltorio y se lo metió en la boca.

Era suave y muy dulce.

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