Pedido de Amor romance Capítulo 119

De repente, la puerta del despacho se abrió con fuerza.

Selena y Alberto giraron la cabeza sorprendidos y vieron a una mujer bien vestida, muy maquillada y con gafas oscuras, que entró cargando un montón de bolsas.

—Alberto, mira, te compré ...

La mujer entró en el despacho, mientras hablaba ladeó la cabeza para mirar en esa dirección, no pudo evitar sorprenderse, así que levantó su fino dedo y se tocó las gafas de sol en el puente de la nariz, mirando con atención a la persona que tenía delante...

De repente gritó, perdió lo que tenía en la mano, corrió directamente hacia Selena y la abrazó:

—¡Ay, Selena, sigues viva, eso es genial! Ah, ja, ja, ja, me asusté mucho, pensé que te había pasado algo malo.

Adelina saltó con entusiasmo, gritando de felicidad, como una niña estimulada.

—Ay ... ¡duele, suéltame primera!

Al ser estrangulada por Adelina, Selena se ahogó de dolor.

Al ver esto, Alberto la levantó:

— Adelina, suelta a Selena rápido, ella está herida.

Adelina, que fue apartada, sonrió con rigidez:

—¿Qué? ¿Estás herida?

Soltó a Selena y, al ver que ésta extendía la mano para cubrirse la derecha, frunció el ceño y se inclinó hacia delante, con una expresión de preocupación en el rostro:

—Dios mío, ¿por qué estás herida? Lo siento, lo siento, no era mi intención —Adelina se disculpó con preocupación a Selena.

— Estoy bien, estoy bien —Selena agitó la mano y sacudió la cabeza, pero el brazo le seguía doliendo bastante.

—Eso es bueno. Dime, ¿qué te pasó ese día? Te arrastró el río y no pudimos encontrarte. Más tarde, Alberto dijo que todavía estabas viva, pero no le creí, no espero que estés realmente viva.

Adelina arrastró a Selena a sentarse en el sofá, como un gorrión, sin poder parar.

—Después de caer en el río, me agarré al árbol junto al río y subí a la orilla. Más tarde, Alberto me encontró. Estuve hospitalizado en otro hospital antes de volver.

En una sola frase, explicó directamente los emocionantes acontecimientos ocurridos ese día.

—Bueno, ya está pasado, me alegro de que estés sana y salva —Adelina sonrió con franqueza, extremadamente feliz.

Al ver que las dos estaban muy unidos, Alberto se sorprendió un poco:

— ¿Cuándo fue tan buena vuestra relación?

Cuando le preguntó, cogió un montón de cosas que había comprado Adelina y las puso a un lado.

—Oye, Alberto, este es el secreto entre nuestras chicas —dijo Adelina, chasqueando de repente los dedos:

—Por cierto, tengo algo que darte.

Se levantó, buscó entre una docena de bolsas y se dirigió a Selena con un bolso:

— Como te has salvado del peligro, tendrás una bendición. Esto es un regalo.

En un principio lo compró para ella misma, pero como estaba Selena, se lo regaló.

Después de todo, con Selena aquí, podría ver a su Aaron todos los días.

Un bolso Hermès de edición limitada, cuyo diseño era muy delicado y elegante.

Selena miró su bolso y negó con la cabeza:

— Gracias, lo entiendo, pero puedes quedarte con la bolsa, no la necesito.

—Si digo que es para ti, eso es para ti, ¡guárdalo!

Colocó la bolsa en los brazos de Selena:

— Huh, ¡no hay nada que no pueda regalar!

— Realmente no...

— Ya que ella te lo dio, toma —antes de que Selenaa se negara, Alberto la convenció.

— Sí, sí, te trato como muy buena amiga, tienes que quedarte con este bolso, o simplemente me desprecias.

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