Pedido de Amor romance Capítulo 126

Susana frunció los labios ante esta visión.

—Me encanta tu honestidad.

Cogió su bolso y sacó de él un cheque.

—Aquí hay cincuenta mil, y es tuyo si me consigues una cita con Aaron. Si al final puedo cooperar con el Grupo Galaxia, te pago otro cien mil euros.

Los ojos de Selena se iluminaron al oírlo.

—¿En serio?

Ahora mismo le faltaba dinero y era estupendo que alguien le pagara.

Al principio Selena especulaba sobre la identidad de Susana, pero ahora parecía claro que Susana no estaba interesada en ella, sino en Aarón.

Al fin y al cabo, con la situación actual de la familia Tamayo, debería haber mucha gente que quisiera trabajar con ellos.

—Por supuesto que estoy en serio —Susana le mostró una sonrisa.

Selena miró el cheque que había sobre la mesa, se lo pensó y luego sacudió la cabeza y dijo:

—En cuanto tu empresa colabore con el Grupo Galaxia, estará inmediatamente entre las marcas de primer nivel. Así que esta cantidad de dinero no es lo suficientemente sincera.

No sabía mucho sobre Belleza de Ángel, pero era consciente de que Belleza de Ángel lanzaba muchos anuncios comerciales en Facebook.

Y Belleza de Ángel también había puesto mucho empeño en la calidad de sus productos y se había forjado una buena reputación entre los clientes.

—Entonces dime un número —dijo Susana alegremente.

Selena pensó un momento y levantó tres dedos.

—Trato hecho —Susana no vaciló ni un segundo y aceptó de inmediato.

—¿Tan rápido? ¿Aún puedo echarme atrás? —de repente, hubo un poco de arrepentimiento, siempre sintiendo que trescientos mil era demasiado poco.

¿De lo contrario, podría Susana haber accedido a ella con tanta facilidad?

—Está bien prometerte que me devolverás mi collar —a Selena no le gustaba llevar las cosas de los demás.

—Bueno, está bien. ¡Eres tan mezquina! —refunfuñó Susana, quitándose el collar y devolviéndoselo a Selena.

Por la tarde, Selena tomó la iniciativa sin precedentes de ponerse en contacto con Aaron.

El hombre que estaba sentado en su despacho miraba una cadena de números que rebotaban en la pantalla de su teléfono móvil y, aunque no había anotado el nombre, este número ya estaba grabado en su mente.

El hombre respondió al teléfono:

—¿Qué, quieres volver?

Selena, al otro lado del teléfono, miró con cierta indecisión a Susana, que estaba sentada al otro lado de la mesa.

—Sí —Selena sólo dijo una palabra, pero escuchó al hombre reírse suavemente y preguntar: —¿Tienes hambre? Te invito a cenar.

—Bueno, pues vamos a la Corte Suprema.

—Bien —Aaron aceptó de inmediato.

Selena colgó el teléfono y miró a Susana, sentada al otro lado de la mesa, con una sonrisa perversa: —¿No quieres conocer a Aarón? Añade otro cien mil y te dejaré vivir en la casa de Aaron, ¿te parece?

—¿Se queda ...en su casa? Está bien, pero cien mil es demasiado caro, así que olvídalo.

—Entonces, te doy una oferta, ¿está bien ochenta?

—Todavía demasiado.

—¿Setenta?

—No.

—Cincuenta mil es mi última oferta, a ver si lo aprecia o no, a lo mejor podrás lograr un negocio a largo plazo con la familia Tamayo.

—Eso tiene sentido, pues te pago cincuenta mil más.

Susana lo aceptó con gusto.

Selena bajó la mirada y dio un sorbo a su café, con una sonrisa bastante pensativa que dibujó una sonrisa pícara en sus labios.

***

Una hora después, en la Corte Suprema.

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