—No. El señor Simón quiere que haya visto —preguntó con falsa confusión.
Simón sonrió al instante.
—Nada. Sólo quería preguntarle si había visto salir al secretario Galindo.
Galindo Cabrera, uno de los secretarios del Grupo Galaxia, tenía una relación laboral normal con Aaron.
Simón puso una excusa muy ingeniosa.
—Pues no.
El ascensor llegó al último piso.
Simón salió del ascensor y dijo:
—Señorita Laura entra, el señor está dentro esperándole, yo bajaré primero.
—Bueno.
Laura asintió y salió del ascensor con su bolso.
Se acercó a la puerta de la sala, llamó a ella y se abrió automáticamente, así que entró.
Y dentro de la sala, Ramiro preguntaba sin cesar a Aaron sobre Selena.
Héctor, que estaba callado, se sentó a su lado y escuchó en silencio.
De repente, la puerta se abrió y varias personas miraron hacia la puerta para ver entrar a Laura.
Ramiro se sorprendió tanto que pellizcó el brazo de Héctor:
—Joder, ¿por qué está aquí? Menos mal que Selena se ha ido, si no, ¿no descubriría que Aaron la ha puesto los cuernos?
Su voz era muy baja y Laura no podía oírlo.
Sin embargo, cuando las palabras cayeron, la mirada severa de Aaron se posó en él, asustándolo y no pudo evitar tragar saliva.
—¿Aaron? Ramiro, Héctor, ¿también están aquí?
Laura, que se había estado preguntando qué pasaba entre Selena y Aaron, se puso calmada al ver a Ramiro y Héctor.
Parecía que ella había pensado demasiado.
—Oh, aquí viene la chica más talentosa. Has vuelto a estar guapa después de unos días sin verte —Ramiro sonrió y la saludó, haciendo algunos cumplidos en contra de su voluntad.
Héctor asintió a Laura a modo de saludo:
—¿Qué te trae por aquí? — preguntó Aaron.
—Fui a buscarte a la oficina, pero Simón me dijo que no estabas, así que vine aquí.
Laura se acercó a Aaron y se sentó, mirando el abundante desayuno que había en la mesa, y preguntó.
—Aaron, ¿por qué estáns desayunando tan tarde?
—Ramiro y Héctor no han desayunado, por eso han pedido comida al domicilio.
—Sí, sí. Héctor y yo teníamos un poco de hambre, así que pedimos algo de comer —Ramiro explicó.
Laura se lo creyó, y el mal humor que había tenido mejoró al instante.
A Aaron no le gustaba nada Laura, así que ¿por qué quería casar con ella?
¿Sólo porque Laura era una maestra del piano y de la pintura, una joven elegante y gentil, que sería adecuada para ser la futura dueña de la familia Tamayo, por eso la eligió?
—Aaron, ¿por qué no me acompañas a elegir el vestido de novia? —insistió Laura, y sin esperar a que Aaron dijera nada, miró a Ramiro y a Héctor y dijo:
—Ramiro, Héctor, Aaron y yo nos vamos a casar y los dos son padrinos, ¿vengan con nosotros a aprobar vestidos, vale?
Ramiro era un hombre cálido y acogedor, y naturalmente no se negaría.
Así que asintió y aceptó de buena gana, diciendo:
—Sí, no hay problema. Menos mal que hoy estamos los dos libres.
Pero cuando notó la mirada de Aaron, supo que había dicho algo equivocado y que no debía haber dicho que sí a la invitación de Laura tan precipitadamente.
Pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse.
Ramiro bajó la mirada lentamente, evitando la aguda mirada de Aaron, y se preguntó:
«Dios mío, ¿qué quiere Aaron?»
—Ya que está bien, vamos juntos —Aaron finalmente aceptó.
—Bueno, vamos ahora entonces.
Laura estaba muy alegre, quien había esperado mucho este momento, y ahora por fin se hizo realidad, estaba más contenta que si le hubiera tocado la lotería.
Muy pornto sería la señora Tamayo, un título que había sido codiciado por muchas mujeres durante mucho tiempo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Pedido de Amor
Seguirán escribiendo esta historia bonita...
Bella novela continuarán escribiendo capitulos...