Mientras tanto, Felipe, que se encontraba en un viaje de negocios en el extranjero, llegó al país enloquecido y fue directamente al hospital.
Sólo cuando vio a los heridos Alberto y Adelina sanos y salvos en la sala VIP del hospital se le alivió el corazón.
—Buaaaa... Papá, por fin estás aquí...
Adelina, apoyada en la cama con las piernas lastimadas, vio venir a Felipe y sus lágrimas brotaron en un remolino de lágrimas y quedó desolada.
En la Familia Donel, que ya amaba mucho a Adelina y la consideraba como una niña, se angustiaba mucho al verla en el hospital con las piernas heridas.
Acercándose, dejó su maletín, levantó la ropa de cama para mirar sus piernas y preguntó.
—¿Cómo ha ido, qué ha dicho el médico?
—Buaaaa ... duele mucho.
Las lágrimas colgaba del rostro pálido y demacrado de Adelina.
Felipe le dio una palmadita en el hombro:
—Es bueno que la persona estés bien, es bueno que estés bien. Esta pierna está lesionada, estarás bien cuando te recuperes. ¡La familia Tamayo se ha pasado demasiado!
Con esas palabras, Felipe miró por encima de su fría frente a Alberto en la otra cama, se levantó y se acercó a él.
Desde el momento en que Felipe entró en la sala, Alberto mantuvo la cabeza agachada y jugó con su teléfono móvil, con una mirada despreocupada y desordenada.
En realidad, estaba escuchando con los oídos abiertos la conversación de Felipe con Adelina.
También era su hijo, pero Felipe nunca le mostró afecto.
Tales pensamientos pasaron por su mente, y al momento siguiente una bofetada cayó sobre su cara.
Ayer, Alberto recibió una paliza por parte de los hombres de Aaron y sufrió heridas por todo el cuerpo y su cara quedó magullada y con moratones muy visibles.
Felipe no sólo no se preocupó por él, sino que le dio una bofetada en la cara sin pedirle una razón.
Señalando su cara, le reprendió :
—¿Qué te pasa? Pedazo de mierda inútil, ni siquiera puedes cuidar a tu hermana, ¿de qué sirve tenerte? ¿Eh?
—Papá, qué estás haciendo, esto no tiene nada que ver con mi hermano.
La bofetada de Felipe fue tan repentina que hasta Adelina, en la cama de al lado, sintió la inocencia de Alberto y se angustió cada vez más.
—¡Hmph, es tu hermano, es su problema si no puede cuidarte! —el pecho de Felipe subió y bajó de rabia.
Ante eso, Alberto resopló una carcajada y, aunque le dolía la mejilla, ni siquiera levantó la mano para frotársela, sino que arqueó la mejilla con la punta de la lengua, derramando una sonrisa de autodesprecio, extraordinariamente punzante.
¡Este es su padre! ¡Qué padre!.
—¡Papá, esto no tiene nada que ver con mi hermano, es esa perra de Selena, es todo ella!
Originalmente, Adelina tenía una buena relación con Selena, pero después de ver la crueldad de Selena con sus propios ojos en el almacén abandonado ayer, llegó a detestar a Selena, hasta el punto de odiarla hasta los huesos.
—Es toda ella, es toda esa perra. Ella es la que nos disparó a mí y a mi hermano con una pistola. Papá, realmente no tiene nada que ver con mi hermano.
Adelina lloró mientras explicaba.
—¿Qué importa? Tu hermano lleva tanto enamorado de Selena y mira lo que ha conseguido al final. ¿Selena sigue siendo el caniche de Aaron? ¡Mierda, cómo te atreves a tocar a mi hija, te importo una mierda Felipe!
Felipe se puso furioso y dio un golpe en la mesa, revolcándose en su rabia.
Alberto, que llevaba un rato sin decir nada, dijo entonces:
—¿No deberías preguntar qué ha hecho tu hija?
Aunque le dolía el corazón por Adelina, había que dejarlo todo claro.
Esto fue algo en lo que Adelina se equivocó.
—Sí Laura, no te alteres demasiado.
—Todavía eres joven, cuida tu salud, seguro que todavía puedes quedarte embarazada. Sin él, Aaron, mamá te presentará a una familia mejor más adelante.
Los Lirios consolaron a Laura.
Sin embargo, cada una de sus palabras era como una daga, que se clavaba en lo más profundo del corazón de Laura, goteando sangre por el dolor.
Finalmente cedió y dijo:
—Vosotros volved, quiero estar sola un rato.
Las dos familias se quedaron momentáneamente sin palabras y en silencio durante un largo rato antes de que la criada de la familia viniera a cuidar de Laura y volvieran a casa.
De camino a casa, Bruno conducía y Juliana se sentaba en el asiento del copiloto.
—Esta vez, con todo el alboroto, temo que Selena atraiga muchos problemas.
Bruno sacudió la cabeza con un suspiro, sus dedos sosteniendo el volante golpeaban incesantemente, traicionando su corazón ansioso.
—Si no hacemos algo después de lo que le pasó a Laura, me temo que seremos criticados. Es mejor contactar con algunas personas y pasar por el aro si es necesario. Tienes que hacer bien el drama frente el público.
Juliana, en el lado del pasajero, levantó una mano y se frotó la frente:
—Después de un año intentando encubrir a Selena, tengo miedo de que nos odie Laura mucho.
—Nos odia o no. Esta es nuestra misión.
Bruno tomó la mano de Juliana con la suya:
—Te dejo sufrir conmigo. Me temo que la familia Tamayo nos presionará, así que lo pasaremos mal...
Al escuchar las palabras de Bruno, Juliana sonrió amargamente, con los ojos cargados de lágrimas, y se sumió en el silencio.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Pedido de Amor
Seguirán escribiendo esta historia bonita...
Bella novela continuarán escribiendo capitulos...