A todos los demás les pareció bien.
Entonces Susana creó un grupo y añadió a Selena.
—Añade al señor Alberto y al señor Aarón.
No tenía números con ninguno de ellos, así que tuvo que pedirle a Selena que los añadió.
Selena no tuvo más remedio que añadirlos.
El resultado fue...
Los otros tres enviaron sus cuentas de cobro y Aaron agarró su teléfono, confundido.
El número de cuenta de cobro, ¿dónde estaba?
—Señor Aaron, envíe su número de cuenta de cobro —le dijo Susana.
Aaron, que había sido nombrado, siguió buscando el número de cuenta en su teléfono.
Era algo con lo que Aarón nunca había jugado y Nieve, detrás de él, estaba tan confundida que tuvo que decir.
—Ni Aaron ni yo nunca necesitamos usar esto.
Selena la miró sin comprender: —¡Si no sabes, no sabes, poniendo tantas excusas!
—Tú...
Nieve quiso enfadarse, pero pensando que estaban todos sentados juntos y no quería estropear el ambiente, dijo.
—Entonces, por favor, encuéntralo para Aaron.
—Bien. Entonces lo haré.
Selena aceptó de mala gana.
Aarón y Alberto habían tenido un desencuentro por el banquete de bodas, pero ambos estaban en el mundo de los negocios, así que aunque no se llevaran bien, no chocarían en persona.
Además, era la familia Donel la que había hecho las cosas mal en primer lugar.
Se acercó a Aarón y le señaló el teléfono:
—Pincha primero en la parte inferior «mío».
Selena se acercó repentinamente a Aaron, y un olor familiar la golpeó.
El olor fue un shock inexplicable para Aarón, como si devolviera instantáneamente su relación a dos meses atrás.
Su corazón se aceleró y la expresión antinatural de su rostro pasó desapercibida.
—¡Estoy hablando contigo!
Selena no pudo evitar gritar cuando terminó, pero Aarón parecía estar perdido en sus pensamientos por su repentino acercamiento.
El hombre volvió a prestar atención y al instante tocó «mío» en WeChat.
Selena continuó:
—Entonces, toca «pagar» de nuevo.
Aaron no dijo nada, pero cooperó muy bien y tocó «pagar».
La pantalla del teléfono cambió entonces y pasó a la página de pago.
Selena estaba mirando el teléfono de Aaron cuando vio su saldo.
Mirando la larga cadena de números, Selena se quedó atónita y contó en silencio en su mente: ¡uno, diez, cientos, miles... millones... diez mil millones!
Joder, ¡más de noventa mil millones!
Las comisuras de la boca de Selena se crisparon furiosamente, ¡esto sí que había tocado su punto ciego de conocimiento!
Resultó que realmente no había límite para la cantidad de dinero disponible en la banca móvil.
—¿Y?
El hombre no vio ninguna reacción de Selena durante mucho tiempo, así que preguntó.
Entonces Selena volvió a la realidad:
—Entonces haz clic en «Cuenta», pero... ¿con cuánto dinero vamos a jugar?
Fue en este momento cuando Selena se dio cuenta de que este grupo de personas sentadas aquí eran todas ricas.
Aarón es el hombre más rico de Ciudad Azul, y profundizando en su fuerza financiera, es muy probable que sea el hombre más rico del país; Alberto es el joven maestro del Grupo Donel; Susana, cuyos antecedentes se desconocen, pero cuya fuerza financiera es de al menos diez mil millones para empezar.
Así que...
«¿Estoy haciendo el ridículo?»
Selena calculó mentalmente la cantidad de su cuenta bancaria.
Entonces escuchó...
—Jajajaja, gano —Ella extendió alegremente sus cartas—. ¡Pareja!
—10.000 cada uno. Yo gano —Ella estalló de alegría.
Justo cuando Selena le hizo una seña para que le diera su dinero, Aarón le dijo con toda naturalidad:
—¡Doble pareja!
Lentamente, se desprendió de sus cartas.
—Vaya, ¿una tarjeta tan buena? —murmuró Susana.
Alberto no dijo nada, mirando a Aarón y luego a Selena, sólo para ver que la chica mareada de antes bajaba la cara momentáneamente.
—¡Que mala suerte! —murmuró Selena, que al instante buscó su teléfono para transferir dinero a Aaron.
—Ding, quince mil a la cuenta.
—Ding, quince mil a la cuenta.
—Ding, quince mil a la cuenta.
El sonido era extraordinariamente agradable al oído.
Siguieron algunas partidas más y cada una de las otras tres ganó, pero Selena, en cambio, no ganó ni una sola partida.
Empezó a tener una idea equivocada en su mente y miró a Xavier con una sonrisa:
—Xavier, ¿quieres invertir? Tú inviertes, y si yo gano, nos lo repartimos al 50%, ¿vale?
—No tienes suerte, invertiré en Susana —Xavier, que estaba sentado junto a Susana, sonrió débilmente.
—Xavier, te vas a arrepentir.
Selena se rió y procedió a jugar a las cartas.
Intentando ganar frenéticamente, ajustó su forma, sin darse cuenta de que la mirada de Aaron de la casa anterior se dirigía de vez en cuando hacia ella, siempre tirando de sus alegrías y penas.
Con dos meses de diferencia, había perdido mucho peso.
—¡Rey de picas!
Susana sacó una carta y Aarón miró su mano sin chistar.
—Jaja, he ganado. ¡Póquer! Por fin he ganado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Pedido de Amor
Seguirán escribiendo esta historia bonita...
Bella novela continuarán escribiendo capitulos...