Perdida Ficticia, Amor Genuino Redescubierto romance Capítulo 8

Cuando Leila llegó, Valerie ya estaba en la puerta. Llevaba unos tacones altísimos, cabello corto bien peinado y un vestido en blanco y negro que mostraba su estilo sofisticado. Un aire moderno y a la moda la envolvía.

Sin más preámbulos, le dijo a Leila: "Cariño, tengo un trato, ¿quieres hacerlo?"

"¿Qué trato?" Leila miró a Valerie, sin entender de qué hablaba.

Fue hasta que Valerie le entregó una caja de condones con un empaque elegante que dijo: "Los clientes de aquí son ricos, a los que pueden permitirse vivir aquí no les importa gastar un poco más, puedes venderlos a cien cada caja. Le das el diez por ciento al hotel y te quedas con el resto. ¿Qué te parece?"

Leila, sosteniendo la caja de condones, se sintió un poco perdida.

Valerie le dio una palmada en el hombro y dijo: "Este negocio trae dinero rápido, si el gerente del hotel no fuera mi pariente, no tendría esta oportunidad. ¿Quieres intentarlo?"

Leila sabía que necesitaba dinero con urgencia. Así que finalmente, apretó los labios y asintió.

El clima de verano en Valle Nubiria no era demasiado caluroso, pero Leila, que acababa de llegar, tenía una fina capa de sudor en la cara y su cabello desordenado por el sudor, parecía un poco desaliñada.

Tomó una profunda respiración, apretó la correa de su bolso y después de negociar con el gerente del hotel, subió cojeando las escaleras.

Después de su divorcio con Rubén, Leila había tenido muchos trabajos, pero nunca había sentido tanta vergüenza como ahora, hasta el punto de que incluso no se atrevía a tocar al estar enfrente de la puerta.

Si no fuera por las urgentes necesidades médicas de Samantha, si no fuera porque fue despedida repentinamente, probablemente no hubiera aceptado hacer este negocio en este hotel de negocios de lujo.

El comienzo era siempre el más difícil, pero una vez que comenzó, Leila descubrió que la realidad no era tan cruel como imaginaba, vendió varias cajas con bastante facilidad, lo que le dio algo de confianza.

Por accidente, Leila llegó al último piso en el ascensor.

El gerente había dicho antes de venir que no se le permitía entrar a la suite presidencial en la planta superior, así que Leila tuvo que dar la vuelta.

Justo cuando estaba a punto de girar, la puerta detrás de ella se abrió. Una mujer de rasgos finos y figura seductora, vestida con un sexy camisón de encaje negro, le hizo un gesto a Leila: "Oye, cojita, ¿eres de servicio al cliente? ¿Cómo va la limpieza? Hay cabello en la alfombra, ¿sabes?"

Así, Leila cojeando siguió a la señora hasta la suite.

Apenas entraron, escucharon una voz borrosa y sexy desde el baño: "¡Lárgate!"

Aunque la voz era algo borrosa, Leila supo de inmediato quién era.

Leila, con un condón en la mano, de repente tembló y su primera reacción fue huir.

Pero su reacción fue un poco lenta.

Cuando giró, el hombre ya había salido del baño envuelto en una toalla.

"¡Alto ahí!" La voz fría de Rubén resonó detrás de Leila.

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