Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 14

La mañana siguiente Danielle, hizo lo que Nicholas, le pidió, sacó el pasaporte, pero pagó con su dinero, no quería que alguien de finanzas hiciera correr el chisme sobre que el jefe le había pagado el pasaporte a la asistente, ese lugar era tremendo y aquello pasaba siempre.

Una vez en el trabajo se detuvo en recursos humanos para retirar su cheque, el viernes lo olvidó por completo, tenía demasiada prisa por salir y reunirse con su tía Jazmin, así que como había tardado menos de lo esperado decidió hacer una parada. Buscó a Tamara y ella le dio el sobre y la planilla para firmar.

-Danielle, revísalo antes, no confíes tanto –sugirió Tamara, al verla guardar el sobre en su bolso.

-Estoy segura que no hay ningún error –le aseguró lista para marcharse.

-Insisto

-Está bien, lo revisaré.

  Volvió a tomar asiento frente al escritorio de Tamara y abrió el sobre, en el interior encontró dos cheques.

-Creo que hubo un error, aquí hay dos cheques...

  Danielle, la observó en busca de una reacción.

-Míralos –sugirió con calma

-¿Por qué tanto misterio? Solo te voy a regresar el otro y ya... -sonríe sacándolos del sobre

-Ambos son tuyos, el señor Allen, quiso que se te pagaran las horas extras aparte

-¿Horas extra? Pero si este mes no he tenido que ir a ningún evento

-La semana que estuviste fuera 24 horas por 5 días

-¿Qué? Pero no era necesario que... –la observó atónita ¿era en serio?

-A mí no me digas nada, fueron órdenes, y ya sabes que hay que cumplirlas

-Sí -suelta aire con brusquedad

-Y antes que lo preguntes, te ha aumentado el salario y también incluyó un bono por reemplazar a la secretaria

-Demonios, me gustaría saber este tipo de cosas antes de llegar aquí y quedar como una boba –murmuró para sí misma en voz alta

-Alégrate, está satisfecho con tu trabajo, y eso es muuy bueno, créeme –le guiña con complicidad.

-Gracias Tamara, y disculpa por hacerte perder tiempo con mis "preguntas".

-Ven cuando quieras –asiente con una amistosa sonrisa

-Que tengas buen día

-Tú también, Dani

Demonios ¿Nicholas, se habrá referido a esto cuando dijo que quería mantenerla contenta? ¿De verdad teme que se vaya si no la trata bien? Porque de seguro que ya se hubiese ido si el trato fuera tan insoportable..., no necesitaba un incentivo monetario

En cuanto llegó al piso 16, su piso, la sonrisa en su rostro fue inevitable ¿qué dolores menstruales? Nada podría arruinarle el día. Pero entonces encontró a Frida, llorando mientras intentaba hablar con alguien al otro lado de la línea telefónica.

Se quedó pasmada, nunca antes la había visto llorando, y menos así tan desesperada, lo que solo consiguió preocuparla. Estaba afligida, genuinamente aterrada...

-Frida... ¿qué sucede?

Susurró Danielle, mientras ella solo asentía a quien fuese con quien estaba hablando.

-Dani... -y dejó el teléfono de lado y se lanzó a los brazos de su amiga a llorar desconsoladamente.

-Vamos, tienes que calmarte o no podré entenderte –le acarició la espalda con cariño.

-Es que me..., me van a embargar, una vecina me ha dicho que colgaron el aviso en mi puerta y yo, yo no sé qué haceeerr –un nuevo torrente de lágrimas salió de ella.

-¿Qué? Pero... ¿Y los avisos?

-Dani, soy una tonta, ignoré las cartas del banco ¡no sé qué voy a hacer!

Frida, estaba tan alterada que su llanto eran más bien gritos de desesperación, así que rápidamente Danielle, optó por llevarla hasta el baño para intentar calmarla un poco, aunque no creía poder conseguirlo, estaba a punto de perder su apartamento, el lugar donde vive, no era para menos que estuviera al borde del colapso...

-Frida, por favor, tienes que controlarte..., estamos en el trabajo –pidió nerviosa al ver salir a un par de mujeres.

-¡Es mi apartamento! ¿Dónde mierda voy a vivir si me lo quitan? ¿DÓNDE? –gritó alterada.

-Oye no la tomes conmigo, no soy la que no ha pagado –le advirtió molesta por su arrebato.

-Tengo un hijo, es distinto –continuó con la mala leche

-No voy a opinar sobre tus prioridades, pero no vuelvas a hablarme así –le advirtió tajante.

-¡Lo siento! Es que..., no puedo pensar, me lo van a quitar..., y si no tengo apartamento el juez le dará la razón al descerebrado de Zac...

-Tranquilízate, estoy a punto de golpearte ¿Cuántos años crees que tienes? No puedes simplemente echarte a llorar. ERES UNA ADULTA, SOLUCIONALO

-No puedo, no puedo... -y otro ataque de llanto vino después de eso.

  Sin saber qué hacer y con unas odiosas ganas de vomitar producto de su periodo, Danielle, se paseó de un lado a otro intentando pensar en cómo ayudar a Frida, pero su lloriqueo no la dejaba concentrarse.

-Voy a traerte un té, bien dulce como te gusta y cuando te calmes creo que será mejor que te vayas a casa, no puedes trabajar así, estás histérica

-¡Lo sé! Pero no me atrevo a hablar con el señor Allen, me detesta –la miró con la petición grabada en su rostro manchado por el delineador corrido.

-Yo hablo con él, pero baja a avisarle al jefe de personal que estás indispuesta

-De acuerdo –asiente sorbiendo por la nariz

-Tienes que calmarte y hacer una visita al banco, averigua qué puedes hacer, no vayas a quedarte en tu casa ahogándote en tu llanto –le advierte Danielle, muy seria. Su amiga está acostumbrada a que hagan todo por ella.

-Gracias, pero lo único que necesito en este momento es dinero, y no tengo un puto peso

-No eres la única, Frida

-Lo siento, tú también tienes tus problemas financieros

-No pasa nada

La dejó sentada en uno de los cubículos del baño de damas mientras se dirigía a la sala de descanso a prepararle un té. Se lo llevó sin decir nada y se marchó, ya eran las 10 de la mañana y necesitaba ponerse a trabajar, aunque no podía dejar de pensar en lo gigantesco del problema de su amiga. Distraída en ello se quitó la chaqueta y el bolso y los colgó en la percha detrás de su escritorio antes de tomar asiento. Encendió la computadora y nada más acomodarse en la silla sonó la línea privada.

-Buenos días señor Allen

-Llegaste -suspiró ruidosamente-. Hoy trabajarás conmigo, trae tus cosas para acá.

-Sí señor

Enseguida tomó su libreta y el iPad ya actualizado con los documentos en los que trabajaba su jefe y se dirigió al despacho, tocó a la gran puerta y solo segundos pasaron cuando se abrió de golpe, Nicholas, la esperaba y se veía tenso. Sin hacer preguntas Danielle, dio un par de pasos al interior y entonces supuso el motivo del estado de su jefe.

-Buenos días, señor Allen –saludó en dirección al padre de Nicholas.

-Buenos días ¿Danielle, no es así?

-Sí señor –asintió un par de veces en su dirección.

-Toma asiento en el sofá –ordenó Nicholas, con suavidad

-¿Podría hablar un segundo con usted antes de comenzar a trabajar?

  ¿Cómo Nicholas, podría decirle que no a esos hermosos ojos azules?

-Dime de qué se trata

-Solo quería informarle que Frida, ha tenido que retirarse, no se encuentra bien hoy.

-Justo hoy... -soltó una maldición entre dientes-. Escribe a personal para que manden a alguien, solo por hoy.

-Gracias señor

Nicholas, negó suavemente. No le gustaba que Danielle, cubriera a la secretaria.

Sin más que discutir, le señaló el sofá y ambos tomaron asiento. Nicholas, necesitaba exponer su proyecto a su padre para que le ayudara a encontrar defectos y solucionarlos a la brevedad, Takeshi, lo estaba presionando para iniciarlo lo antes posible, estaba amenazando con buscar a alguien más capacitado para el trabajo, lo cual Nicholas, no podía permitir, quería el proyecto a toda costa.

A las 3 de la tarde, Nicholas y su padre se retiraron para ir a comer, lo que le dio algo de libertad a Danielle, para poder llamar a Frida, estaba preocupada, no lo podía evitar. Y no le había enviado un solo mensaje en todo el día.

Acomodada en la sala de descanso, tomó su sándwich de pavo, junto con una taza de té y un par de calmantes para sus dolores menstruales y llamó a Frida.

-Dani...

-Hola ¿cómo estás? –preguntó con suavidad

-Sin casa..., solo conseguí que me dieran 30 días para sacar todo y encontrar otro lugar –lloriqueó como niña pequeña

-Frida... ¿qué fue lo que pasó? Zac, siempre envía el dinero

-No sé administrarlo, me lo gasté –espetó molesta, tomándolo contra la persona equivocada.

-Lo sé, no tienes que ser tan desagradable –soltó harta de sus cambios de humor

-Solo estoy diciendo la verdad –continuó Frida, con la mala leche

-Bájale a la mala onda –le advirtió Danielle

-¡Perdón! Estoy tratando de averiguar qué hacer –soltó como si hablar con ella fuera una pérdida de tiempo

-Vende tus cosas –sugirió molesta.

-¡Ni loca!

-Lo material no te va a alimentar a ti ni a tu hijo

-Odio ser pobre, todo es culpa de Zac, ese hijo de puta mujeriego es el culpable

-Frida, no lo culpes a él, tú tampoco lo quieres -le recuerda-. Bueno solo a su cuenta bancaria.

-Olvidaba por completo que tuviste una cita con el mujeriego retrasado

-No me vengas con eso ahora, tú me engañaste, interrumpiste la cita y me dijiste que eras su novia embarazada.

-¡Lo era! –chilló

-Te embarazaste para amarrarlo, ya no salían

Le recordó ofendida por su acusación. Danielle, no había hecho nada malo, solo estaba en medio de su disputa sin ser consciente de ello.

-Y aun así me dejó sola el hijo de puta sidosa –continuó su berrinche.

-No sé qué le viste, no tiene una gota de responsabilidad en la sangre

-Pero está podrido en dinero

Ahí estaba otra vez la mujer materialista y superficial que era. Danielle, no la soportaba cuando solo hablaba de bienes materiales y bla-bla-bla y Frida, lo sabía.

-Bueno, me avisas si puedo hacer algo por ti

-¿Te quedas hasta tarde?

-Tal vez, el señor Allen, está algo tenso

-¡Qué novedad! Nos vemos mañana.

Y en cuanto cortó una llamada entrante de  parte de Nicholas, iluminó la pantalla del celular de Danielle

-Señor Allen...

-Puedes hacerlo mejor –pidió en tono casi íntimo, cosa que le puso la piel de gallina a Danielle.

Con una media sonrisa instantánea ante su petición, Danielle, tomó una pequeña bocanada de aire y lo saludó nuevamente

-Hola Nicholas ¿qué puedo hacer por ti?

-Mucho mejor –suelta el aire agotado

-¿Va todo bien?

-Sí, solo necesitaba saber que te encuentras bien

-¿Yo? –pregunta sorprendida por la sinceridad en su voz

-Sí, esta mañana estabas bastante pálida y estoy seguro que no desayunaste y te mantuve ocupada por 6 horas seguidas

-Yo...

¡Vaya! Eso sí que no se lo esperaba ¿Nicholas, preocupado por ella? ¿Desde cuándo? ¿Se dio cuenta que estaba con el periodo y que sufre de dolores terribles?

¡Quien era este y qué hizo con su jefe mandón!

-Quiero que te vayas a descansar, ahora

-Pero ya comí un sándwich..., voy a estar bien –dijo de pronto sintiéndose tímida

-Yo no voy a regresar, así que no te quiero en la oficina.

-Pero mi horario es hasta las 6pm... -insistió, no quería que le descontaran estas horas...

-Descansa, mañana será peor

Y lo fue.

Nicholas, estuvo todo el día siguiente en su oficina. Tuvo una reunión de dos hora con Takeshi Kobayashi, en donde Danielle, pudo comprobar cuan presionado por el Japonés, estaba su jefe. El pobre se encontraba al borde del colapso. Y como si no fuera suficiente con todo este proyecto, la junta se negaba a darle prioridad a los documentos, decían tener mucho trabajo antes, insistiendo en que debían respetar el protocolo.

-¡Danielle! Si mato a alguien en las próximas horas tendrás que guardar el secreto

Soltó frustrado mientras caminaba de un lado a otro intentando comunicarse nuevamente con Kobayashi.

-Por supuesto –asintió sin dudarlo

-¡Y el puto Japonés no contesta!

Lanzó el auricular inalámbrico sobre el escritorio y se dirigió directo a Danielle. Ella se encontraba en el sofá rodeada de documentos.

-¿Tienes hambre?

Preguntó serio, tomándola completamente por sorpresa.

-Estoy bien –intentó sonar tranquila, pero verlo alterado y preocupado la ponía nerviosa.

-Otra vez estás pálida ¿qué te pasa? ¿Estás enferma y no me lo has dicho? No te has movido para nada en 8 horas, llevamos aquí 8 malditas horas.

Protestó con esa voz de mando que pone a temblar a la mayoría. Pero no a Danielle, ya estaba bastante familiarizada con ese Nicholas, además era bastante evidente el cómo intentaba controlar su frustración y mal humor..., y además ahora ¿le molestaba que Danielle, estuviera pálida?

-Nicholas, necesitas tomar un poco de aire, estás agobiado –comentó con suavidad

-¿Quieres comer algo conmigo?

Vaya, eso era nuevo. Nicholas, la estaba invitando a comer.

-Solo si es una hamburguesa con papas fritas –sugirió con una sonrisita

-¿Nada de restaurantes gourmet? –comentó acomodándose en el sofá para poder mirarla a los ojos.

-Nada de cerveza en la carta –aclaró divertida

Y entonces Nicholas, rompió en una carcajada ¡Y vaya que se veía atractivo! Se dejó caer junto a Danielle, sin importarle que estuviera aplastando documentos, descansó su brazo a lo largo del respaldo en plan seductor para obtener algo de cercanía

-¿Algo sencillo?

-Sí, y cerca, no es mi intención que te distraigas tanto

-¿No te importa quedarte hasta tarde?

-Ayer me retiré temprano, tengo horas que recuperar –le recuerda con cautela

-No, tú no trabajas más así

-¿Por qué me diste dos cheques?

Preguntó ahora que sacaba el tema ¿Cuántas modificaciones más tendrá pensado hacerle a su contrato original?

Pero Nicholas, fingió no escuchar su pregunta.

-¿Quién de tu familia tenía tan lindos ojos?

-Mi abuela... ¿por qué evitas mi pregunta?

-¡Hora de comer! Son las 5 de la tarde

De un salto se levantó y le ofreció la mano a Danielle, para ayudarla a levantarse. Y era primera vez. Y primera vez que sus manos se tocaban...

-¿Qué tienes?

Preguntó ahora que la tenía de pie junto a él. Su mano estaba fría, pero suave...

-No es nada, ya se me va a pasar –le aseguró

-Te puedo llevar a tu casa si quieres –ofreció hablando muy en serio.

-No, no te preocupes, quiero quedarme

-De acuerdo

Lentamente soltó su mano y fue por su chaqueta, salieron juntos del despacho y esta vez él esperó por ella a que tomara sus cosas. Fueron a comer a un restaurante cerca de la oficina.

-¡Mira eso! Tienen cerveza en este lugar –comentó Nicholas, divertido esperando una reacción por parte de Danielle.

-Al menos no tienes que conducir... –intentó sonar calmada, pese a que intentaba aguantar una punzada de dolor

-¿Tengo que preocuparme? –estaba demasiado pendiente de ella como para no darse cuenta.

-Ya deja de preguntar, me cuesta ignorarlo si estás preguntándome cada 5 minutos –soltó molesta, pero no con él, con el puto periodo.

-Pero qué genio te traes –fingió una mueca de disgusto

-Lo siento, yo..., tengo que ir un momento al baño –dijo levantándose de la me

-¿Ordeno por ti?

-Por favor

Le dedicó una pequeña sonrisa de disculpas antes de desaparecer por un pasillo. Necesitaba un calmante ahora mismo, o Nicholas, no saldría vivo de esta. Por suerte en su bolso siempre había ibuprofenos, así que tomó dos de inmediato y regresó a la mesa.

-De acuerdo ¿harás horas extra hoy?

-Claro, si necesitas que me quede puedo hacerlo

-No quiero que te sientas obligada, menos si te sientes mal

-Prefiero estar en el trabajo distrayéndome que en mi apartamento aburrida.

-Gracias

Boquiabierta lo observó, le acababa de dar las gracias ¿desde cuándo lo hacía? Y desde cuando era así con ella..., algo estaba pasando y no sabía si era bueno o malo.

Al regresar del restaurante, se toparon con Tamara, en el lobby del edificio, y su expresión de sorpresa al verlos juntos alertó a Nicholas, así que de inmediato cambió su actitud amistosa por su típica careta profesional y seria.

-Buenas tardes Nicholas

Saludó Tamara, con un asentimiento de cabeza y la mirada fija en Danielle, quien caminada junto a Nicholas.

-Tamara –soltó en tono severo, casi como un llamado de atención

-Danielle ¿te sientes bien? Estás muy pálida –se preocupó

-Solo hazlo –insistió intentando mantener a raya su genio

-De acuerdo...

Dejó la pila que había reunido sobre la mesita y tomó asiento en el sofá mientras observaba a Nicholas, acercarse a ella hasta ocupar el lugar a su lado

-Te traje un té

Lo miró sorprendida

-Realmente no sé cómo lo bebes...

-Gra..gracias

Le dedicó una tímida sonrisa mientras tomaba la taza que le ofrecía.

-Espero que no te de algo, soy pésimo en las labores domésticas

-Sobreviviré –bromeó antes de beber el primer sorbo

-Entonces ¿ninguna posibilidad que viajes conmigo?

-Lo lamento...

-¿Por qué no quieres viajar? Y quiero que seas honesta –pidió serio

-Tal vez no te guste mi respuesta honesta

-Dime –insistió interesado

-Bueno..., nunca he viajado en avión y..., tal vez me incomode estar más de 15 horas sentada junto a mi jefe..., tal vez me de vergüenza que me vea dormir, tal vez lo haga con la boca abierta, o tal vez suelte ronquidos, o...

-Es adorable –la interrumpe

-¿Adorable? ¿Sabes lo que eso significa? –bromeó medio nerviosa por su cercanía, y no tan solo físicamente, sus piernas se tocaban y el aroma de su perfume la traía algo borracha

-Que divertida señorita Ross –le dedica una media sonrisa

-Pero hablando en serio, lo normal sería que me fuera en clase económica o businnes

-Pero quiero que te vayas conmigo –susurró con una voz tan ronca y aterciopelada que Danielle, casi moja su ropa interior

-Vaya...

-Donde mis ojos te vean... -le recuerda inclinándose levemente hacia adelante

-Yo..., tengo que reservar el vuelo –recordó intentando buscar una excusa

-Ya lo hice yo ¿te sientes mejor?

  Estaba tan cerca que su imponente presencia la hacía sentir pequeña y nerviosa

-Sí..., gracias

-Vamos a guardar todo y te llevo a casa –dice sin quitarle la mirada de encima

-¿Llevarme?

-Sí, y antes que lo digas no acepto negativas

-El bus pasa a una calle –intenta escaparse

-Es media noche, no voy a permitir que te vayas sola –exclama algo molesto por que quisiera evitar que la llevara

-No sería primera vez –insiste bebiendo otro sorbo de su té

-Hoy me siento responsable de tu bienestar

-Ya me siento mejor gracias a tu té milagroso

-No te vas a escapar de mí

Le aseguró levantándose del sofá y comenzando a recoger todos los papeles para meterlos en su maletín.

Ruborizada por el doble sentido de esa última frase, dejó la taza sobre la mesa y lo ayudó a recolectar toda la información que fuese a necesitar para su viaje a Japón.

-Todo listo, vamos por tus cosas y larguémonos de aquí

Anunció abriendo la puerta del despacho para que se fueran de una vez. Esta actitud tan... "pendiente" ponía nerviosa a Danielle, y no podía salir de aquella situación, menos cuando lo que él hacía era preocuparse por ella, así que caminó hacia la puerta con la taza en una mano y su chaqueta en la otra, Nicholas, no se movió, y lo hizo a propósito para que ella tuviera que pasar muy cerca de él...

En su lugar de trabajo Danielle, solo tuvo que apagar el computador y tomar su bolso, dejó la taza que aun llevaba en las manos sobre el escritorio para lavarla la mañana siguiente y enseguida caminó por el pasillo hacia el ascensor y presionó el botón de llamada. Podía sentir a Nicholas, observándola de pie a unos pasos más atrás, pero no se atrevía a mirarlo ¿Qué le estaba haciendo?

Aunque fue absurdo, el ascensor estaba lleno de espejos y él los aprovechó muy bien para mirarla de pies a cabeza, examinó todos sus ángulos, era un descarado, no se detuvo ni siquiera cuando sus miradas chocaron en el reflejo del espejo, quería que notara el modo en que la miraba, pero Danielle, no acostumbrada a este comportamiento de su parte decidió ponerse su chaqueta para cubrir su trasero de esa mirada oscura...

-Permíteme...

  Fue todo lo que dijo, porque le arrebató la chaqueta de las manos y la extendió para que metiera los brazos en las mangas, y no podía escapar de esa, así que accedió, metió primer el brazo derecho y luego el izquierdo..., pero entonces sintió sus manos sobre sus hombros, le acomodó el cuello justo cuando las puertas se abrían en el estacionamiento subterráneo.

-¿Nicholas? –susurra asomándose al estacionamiento

-Sí, Danielle...

-Este lugar es aterrador... -dice dando un paso atrás, estaba oscuro

-Vamos miedosita

Riendo suavemente Nicholas, le rodeó los hombros y la llevó hasta su auto, y sí, el lugar era medio tétrico, pocas luces encendidas, el eco del más mínimo ruido y mucho silencio. Típica película de terror.

Pero como todo un caballero Nicholas, la protegió, le abrió la puerta del auto y la ayudó a subir, no se le iba que seguía débil.

Durante el trayecto la música del estéreo del deportivo llenó el silencio, aunque ni siquiera Bruno Mars, pudo con el nerviosismo de Danielle, en ese preciso momento, este no era el Nicholas, que conocía...

-Quiero que te tomes un par de días libres

-¿Qué? ¿Por qué? –protestó para nada de acuerdo

-Para que te recuperes, no quiero que vayas a la oficina sintiéndote mal, menos si yo no estoy allí

-Gracias por intentar cuidarme, pero no es primera vez que trabajo sintiéndome mal

-¿Y por qué demonios no me has dicho nada antes? –levantó la voz sonando al Nicholas, de siempre.

-Ni siquiera te lo dije ahora, pero últimamente estás más observador –contestó con la frente arrugada.

-Es imposible para mí no notarte –le guiña antes de avanzar en luz verde

Se mantuvo ruborizada el resto del viaje. ¿Qué más iba a decir? No quería saber a qué se debía aquello...

Al llegar a su edificio soltó un más que rápido "Que tenga un buen viaje, buenas noches" y bajó del coche a la velocidad de la luz, empujó la puerta de la recepción y corrió hacia el ascensor, estaba desesperada por poner la mayor cantidad de distancia entre ella y Nicholas, lo antes posible. Pero eso no sucedió, el ascensor para variar estaba fuera de servicio y cuando se giró para ir hacia las escaleras chocó con el firme pecho de él...

-¿Qué haces aquí?

-¿Ocurre algo con el ascensor? –señaló a su espalda

-Es..está ma..malo –tartamudeó nerviosa

-¿Vas a subir las escaleras?

-Sí... -respondió automáticamente

-Te acompaño

-¡No! –soltó de golpe antes de ser consciente.

-Sí, estás débil, no me puedo ir sin asegurarme que llegues a tu apartamento

-Estás exagerando

-Puedo cargarte los siete pisos si sigues intentando hacer que me largue –le advierte serio

-¿Cómo sabes mi piso? –exigió sorprendida.

-Está en tu ficha de ingreso –se encoge de hombros quitándole importancia.

-¿Y lees eso?

-Estuve en tu entrevista ¿recuerdas? –le dedica una media sonrisa cómplice

-Como podría olvidarlo..., solo te quedaste viéndome sin hacer comentarios ¡ni siquiera pestañeaste!

-¡DEMONIOS!

  Gruñó antes de inclinarse y directamente estampar sus labios contra los de ella con fuerza y casi sin hacer un solo movimiento...

Un ataque.

Eso es lo que le iba a dar a Danielle, al sentirlo tan íntimamente cerca. Tan rudo y delicado a la vez..., pero su cabezota no la dejó disfrutar más que unos segundos, se obligó a dar un paso atrás interrumpiendo el... ¡el beso!

Pero Nicholas, no lo permitió, rápidamente extendió su brazo e introdujo su dedo índice en la pretina de la falda de Danielle, y la atrajo a su pecho, y esta vez no le dejó opción. La besó con intensidad contenida, tampoco quería asustarla, pero si fue juguetón, le dio una pequeña demostración de lo que su lengua era capaz de hacerle..., y sonrió satisfecho cuando escuchó un pequeño y silencioso gemido.

Y entonces Nicholas, dio un paso atrás.

-Así le deseas un buen viaje a alguien –afirmó intentando esconder una sonrisa de placer. La dejó boquiabierta y sin aliento. Perfecto.

Muda y ruborizada por el calor que de pronto sentía bajo aquella intensa mirada negra... ¡no podía estar diciéndolo en serio!

-Sube a descansar, y no quiero enterarme que apareciste en la oficina hasta el lunes

-Pero...--

-No, no, sin peros señorita Ross, la quiero recuperada.

Y no dijo más, se cruzó debrazos y aguardó a que ella subiera las escaleras y desapareciera de su vista.

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