-¿Así me tratas después del esfuerzo que hago para arreglar las cosas entre nosotros?
Aun con el pulso acelerado y mortificada porque no sabía qué demonios había sucedido entre Nicholas y ella, Danielle, acabó encerrada en el aseo de damas intentando calmarse, pero entonces Cameron, sin ninguna ceremonia dio un portazo al abrir la puerta de golpe, estaba furioso, su rostro rojo de ira exigiendo una explicación por la escena que había presenciado en medio del salón.
-Ca..Cameron –susurró recordando que también estaba allí
-¡Sí, Al menos puedes recordarme! –bramó furioso
-Yo... -en blanco, estaba bloqueada, no sabía qué decirle
-¡Disculpen! Esto no es una sala de reuniones ni mucho menos –interrumpió una mujer
-Lo lamento, ya..ya nos vamos
Roja de vergüenza por estar montando un número en el interior de baño de mujeres, y sintiéndose de pronto abrumada por Nicholas, por Cameron, por la gala, salió a toda prisa intentando no echarse a llorar, tomando cortas respiraciones para evitar que las lágrimas cayeran. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Qué mierda había hecho Nicholas? Ella no era de las que lloraban porque sí..., pero no podía evitar sentirse vulnerable...
-¿Quién es él?
La voz de Cameron, detuvo su vagar por los pasillos, ni siquiera sabía dónde se encontraba, solo se alejó de oídos curiosos
-Es... -dudó, como lo dijera sonaría horrible
-Es... -insistió Cameron
-Es mi, mi jefe... -confesó angustiada por lo mal que sonaba en voz alta
-¡TU JEFE! Levantó la voz sorprendido
-Sé que suena mal pero...
-¿Por qué me hiciste creer que "tu jefe" era un viejo regordete repulsivo y abusivo?
-¡No lo sé! Yo..., no sé qué está pasando –dijo más para sí misma que para responderle
-¿A no? -soltó con sarcasmo-. Bueno déjame decir que te veías bastante a gusto siendo manoseada por ese imbécil –escupió con ira
-Cameron -intentó pensar primero en lo que diría-. Yo nunca, él..., jamás -tartamudeó insegura-. No vayas a creer que esto es... ¡nunca había pasado antes! Yo no sé qué le pasa, ha estado en Japón, hace más de dos semanas. Me hizo venir aquí porque no podía asistir y ahora apareció justo cuando ese otro tarado estaba molestándome con obscenidades y, y no sé cómo acabé en esta situación, de verdad..., te juro que no lo sé -confesó con sus ojos llenos de lágrimas al darse cuenta que lo que pasó con Nicholas, provocó su enojo, pero también le hizo daño-. Perdóname por favor..., no quise hacerte daño
-Danielle... -suspira desconcentrado-. Nunca esperé esto de ti, creí que eras una chica buena
-No hago cosas como las de esta noche, tienes que creerme –pidió angustiada por que pensara mal de ella
-Entonces mi mala suerte debe ser monumental –soltó irónico
-No hagas eso, si vas a estar enfadado conmigo entonces hazlo, pero no comiences con ironías e indirectas, no puedo con eso
-Y ahora me das órdenes, pero que..--
La interrupción del sonido de una llamada lo cortó, era su teléfono, con brusquedad sacó el celular del bolsillo interno de su chaqueta y miró la pantalla, soltó una palabrota antes de contestar y fingió que todo estaba bien. Era un asunto de trabajo, habló con seguridad y confianza sin quitarle la mirada a Danielle, paseándose delante de ella de un lado al otro hasta resolver el problema. Fueron 10 minutos. 10 minutos demasiado largos.
-Te pregunté si estabas saliendo con otro
-Y yo te di mi respuesta Cameron, por favor, tienes que creerme
-Es difícil, menos cuando apenas te veo y cuando acabo de ver como un tarado te da una nalgada en medio de toda esa gente
-No sé qué decir, solo..., lamento que hayas tenido que ver eso –bajó la mirada avergonzada de ella misma
-Esta ha sido oficialmente una noche asquerosa –espeto acomodándose la chaqueta
-¿Te vas a ir? –le preguntó en un susurro
-Sí, esto era por trabajo, no por diversión Danielle
-Lo lamento Cameron –se disculpó una vez más
-...sí, yo también...
Sin mirarla a los ojos Cameron, se alejó de ella y desapareció en el interior del salón. Debía atravesar al mar de gente para conseguir llegar a la entrada principal, pedir su auto al valet y poder marcharse.
La peor persona del mundo.
Así se sentía Danielle, sola en un pequeño patio interno que encontró al final de aquel desierto pasillo a donde había llegado. Estúpida gala, no dejaba de repetírselo una y otra vez, ahora con justa razón, le había hecho daño a Cameron, y se sentía culpable y responsable, tanto que era incapaz de mirar a alguien a la cara.
Vagó por la pequeña área verde durante una hora, devanándose los sesos en busca de una explicación para su comportamiento, pero solo llegaba a una conclusión. TODO ERA CULPA DE ESE ENGENDRO DEL DEMONIO. Ahora se encontraba furiosa con Nicholas. Él, tenía la culpa. Ella, tenía la culpa. Ambos la tenían.
Y su celular no dejaba de vibrar en el interior de su bolso con llamadas probablemente de su jefecito, no quería verlo, al menos no en estos momentos, sentía que había pasado demasiado rápido de estar afligida a furiosa, y no era una buena combinación.
Acabó regresando al salón, pero con un único objetivo, conseguir una copa de lo que sea, menos champagne o vino. Fuerte, necesitaba algo fuerte para calmarse y poder salir de allí.
-Oye
Cuando acababa de beber lo último de su segundo Martini, Nicholas llegó a ocupar el lugar vacío a su lado en la barra, se acomodó de costado, observando detenidamente la silueta de esta mujer que tanto lo distraía, que tanto quería que lo distrajera.
-No quiero hablarte
Lo ignoró y en su lugar le hizo señas al chico de la barra para que le preparara otra copa.
-No seas inmadura –soltó achispado, estaba borracho.
-No fastidies con tus pesadeces, estoy furiosa
-¿Conmigo? –finge sorpresa divertido, no con ella sino por los efectos del alcohol en él.
-Conmigo por ser tan estúpida... -soltó el aire cansada
-No eres estúpida, eres una diosa sexy y buena como un santo –se inclinó para que lo escuchara bien
-Cállate
Incómoda por su proximidad aceptó la tercera copa que le acercó en chico del bar e intentó ignorar que el atractivo y odioso Nicholas Allen, estuviera de pie junto a ella, inclinado diciéndole que era linda y halagándola..., pero también era un Nicholas Allen, borracho.
-Podrías callarme si quisieras –ronroneó contra su oído, causándole escalofríos con el roce de su aliento
No dijo nada. No podía. Nuevamente esa noche estaba boquiabierta.
-¿Y si nos vamos de aquí?
¡Mierda!
¿Acababa de insinuar lo que creía que había insinuado?
Ruborizada como luz de emergencia, roja y chillona, apuró lo último de su copa y casi corrió a la salida huyendo literalmente de su jefe. O al menos eso quería que sucediera. Pero lo que realmente pasó fue llegar a la salida del salón, mirar hacia la recepción a su derecha y un segundo después ser jalada hacia la izquierda a un pasillo desierto. Fuertes brazos la acorralaron contra la pared y entonces fue besada con pasión, con deseo y posesión que no sentía desde que perdió la virginidad a los 19 años con su segundo novio...
Pero no podía dejarse llevar ¡estaba furiosa y tenía que hacérselo saber!
Con fuerza presionó sus palmas contra el fuerte pecho de Nicholas, y lo empujó lejos de ella, consiguiendo que se tambaleara un par de pasos atrás y le lanzara una mirada llameante y un nuevo empujón contra la pared, besándola nuevamente, procurando aprisionar sus muñecas contra la pared a cada lado de su cabeza mientras probaba su boca, saboreaba su lengua, degustaba su sabor...
-Eres tan ciega, deja de luchar –protesta depositando cortos y rápidos besos en los labios de Danielle, mientras tomaba algo de aire
-No –intenta zafarse sin muchas ganas, solo para llevarle la contraria
-Si no fueras tan testaruda te darías cuenta que todo lo que hago es porque me vuelves loco.
-Eres un odioso, nadie te soporta. Ya suéltame
Forcejeó para que le soltara las muñecas, pero solo obtuvo otro voraz ataque, Nicholas, la besó como loco, la aprisionó contra la pared aplastándola con su pelvis, necesitaba sus manos para tocarla, quería acariciarla desesperadamente
-Sabes... -dijo abandonando sus labios para descender por su mejilla a la mandíbula y llegar a su cuello-. Soy odioso porque tú me haces serlo ¿Por qué no me coqueteas? -levantó la cabeza para mirarla por unos segundos-. Un guiño, una sonrisita, un, un no sé, eres insoportablemente buena en tu trabajo...
-Tú eres peorrr...
Arrastró la "R" al ser jalada en el interior de un cuartito de personal, siendo empujada nuevamente contra la pared.
-¡Tonto! Me golpee la cabeza –protesta Danielle, tocándose la nuca...
-Oh mierda, ya no aguanto ¿puedes por favor darme un beso?
Pidió sosteniéndole el rostro con ambas manos, buscando su mirada.
-¿Ahora me lo pides? Eres raro –rió siendo consciente que había respondido a cada uno de sus besos
-Estoy muuuy excitado... -confesó presionándose contra ella para que lo sintiera
-No te voy a hacer nada –insistió
-Solo quiero acabar con este día Nicholas
-Odio al Japonés, no hace más que ponerme condiciones –confesó echando la cabeza hacia atrás, necesitaba mirarla
-El proyecto que le ofreces es..., es increíble, no creo que consiga ideas tan buenas como las tuyas en ningún otro lugar –le aseguró y envalentonada le tocó la mano que descansaba sobre su muslo y le dio un apretón
-Gracias Dani -entrelazó sus dedos con los de ella
-Solo digo la verdad
-Me gusta tu rojo joven -sonríe mientras admira sus manos tomadas
-¿Ha si? –suspira bajito al recordar como la había confortado después que Jordan, quisiera besarla a la fuerza
-Si
-¿A qué hora es tu vuelo?
-A las 5 de la mañana –suspiró derrotado
-Creo que deberías descansar, y tomar una ducha, aun te quedan un par de horas
-Prefiero quedarme aquí contigo –le acaricia la mejilla con su otra mano
-Esto es..., no sé lo que es..., se ha distorsionado de un modo muy retorcido
-Eres hermosa -suspiró abrumado-. Esta noche te ves maravillosa, me alegra haber conseguido llegar antes que ese retrasado se propasara contigo, no me lo habría perdonado si llegaba a tocarte
-Estás exagerando –sonrió sin ganas, no creía que fuese sincero
-Estoy borracho, no ciego
Permaneció sentada allí en silencio, no podía mirarlo a los ojos, además tenía mucho en lo que pensar, y una sesión de apasionados besos que no debió ocurrir.
-Por favor entra, estoy cansada y necesito dormir
-¿Por qué no vienes conmigo y el Japonés?
-No puedes estar hablando en serio, Nicholas, ya regresa de una vez a la oficina, tienes que conseguir las autorizaciones de la directiva, Kobayashi, no esperará eternamente
-¿Tienes miedo a lo que pueda pasar si vienes conmigo?
-Un poco, sí –confesó sincera
-No te voy a hacer daño
-Eso no lo sabes –ahora sí lo estaba mirando a los ojos
-De acuerdo, solo serán unos días más, intenta poder soportarlo
-No sé si consiga pasar un día más sin ti -sonrió juguetona
Dejó de abrazarla y se enderezó en el asiento, quería verla mejor. No le gustaba para nada la tristeza que percibía en su voz, pese a que trataba de ocultarla, pero esos ojos azules no mentían, no estaba el brillo desafiante que tanto extrañaba..., intento auto convencerse que solo se trataba de cansancio, que solo estaba exhausta por un día demasiado largo, pero no podía.
-Que tengas un buen viaje, espero que consigas lo que necesitas, Nic
-Lo que necesito acaba de rechazarme por borracho –soltó una tímida media sonrisa al escucharla llamarlo "Nic"
-La vida es injusta
-Sí que lo es
Y ya, no se pudo contener más y la besó, estampó sus labios contra los de Danielle, y esta vez ella fue quien tomó el rostro de Nicholas, con suavidad y le regresó el beso con suma delicadeza, demostrándole que no era de acero, que también estaba afectada por él.
-Nos vemos cuando regreses
-S..sí
Tartamudeó sorprendido por lo delicado de su tacto y por lo bien que lo había hecho sentir con sus caricias. Bajó del auto a tropezones y se quedó de pie observando como la limusina se alejaba.
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